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El pueblo maldito de España cuyos habitantes se consideran "almas perdidas": está excomulgado por la iglesia
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El pueblo maldito de España cuyos habitantes se consideran "almas perdidas": está excomulgado por la iglesia

Se trata de un pueblo de menos de 100 habitantes que basa su turismo en la brujería y en su reputación de maldito, pues está excomulgado desde el año 1255

Foto: El pueblo maldito y cuyos habitantes se consideran "almas perdidas": está en España y tiene leyendas de brujería y maleficios
El pueblo maldito y cuyos habitantes se consideran "almas perdidas": está en España y tiene leyendas de brujería y maleficios

Aragón esconde muchos parajes mágicos y que quitan el aliento, pero ninguno como Trasmoz, un pequeño pueblo de Zaragoza, entre Tarazona y el Moncayo, con menos de 100 habitantes. Esta localidad ha alimentado desde hace siglos las leyendas sobre brujas, magia y aquelarres, llegando a inspirar al mismísimo escritor español del romanticismo, Gustavo Adolfo Bécquer

El pequeño pueblo de Trasmoz se encuentra rodeado de montañas, y una sentencia pesa sobre sus dominios y sus habitantes desde el siglo XIII: es el único pueblo excomulgado de España, y se cree que está maldito. Esta curiosidad no ha hecho otra cosa que alimentar las historias de brujas, de oscuridad y de misterio, y a su vez convertirse en su principal reclamo turístico.

Foto: Foto: iStock.

Generación tras generación, los habitantes de Trasmoz han transmitido decenas de relatos sobre brujas y hechiceras. En especial, muchas de esas historias están relacionadas con su castillo, que en la actualidad todavía se mantiene en pie, se puede visitar y alberga parte del antiguo Museo de la Brujería de Trasmoz. Los turistas se sienten atraídos por todas estas historias mágicas, y viajan hasta el pueblo para vivir de primera mano esta atmósfera de misterio.

Monedas falsas o calderos burbujeantes

El Señorío de Trasmoz fue inaugurado en el siglo XII, y perteneció tanto al Reino de Aragón como al de Navarra, hasta que Jaime I lo conquistó en 1232. Las historias cuentan que las brujas y los hechiceros empleaban el castillo para fundir cadenas y forjar calderos para sus pociones. Esta leyenda local cobraba fuerza porque iba ligada a unos extraños sonidos de raspado y martilleo procedentes del castillo, y que atraían a los curiosos.

Con la excusa de la existencia de las brujas, los vecinos no se acercaban al castillo, y una realidad mucho más lógica tenía lugar cada día en el castillo: sus ocupantes falsificaban monedas. La proximidad de Trasmoz con varias minas de hierro y plata hacían que esta actividad fuese del todo fructífera en la región. A su vez, el pueblo no pertenecía a ningún dominio eclesiástico, por lo que se libraba de pagar cuotas o impuestos al monasterio de Veruela.

El pueblo fue excomulgado una vez, y ratificado dos veces más, aunque no parece molestar a nadie

Los rumores se propagaron, y Trasmoz ganó fama de ser refugio de brujas. Pero estos rumores llegaron a los oídos del abad de Veruela, Pedro de Tudela, que solicitó al arzobispo de Tarazona la excomulgación de toda la población de Trasmoz. Si bien sus motivos también estaban relacionados con conflictos territoriales y de jurisdicción, bastaba con acusar al pueblo de brujería para que fuese excomulgado.

Esto ocurrió en el año 1255 y, a partir de ese momento, los trasmoceros tenían prohibido confesarse o tomar los santos sacramentos en la iglesia católica, algo que alimentó más la leyenda mística que empapaba las calles del pueblo. El propio escritor español Gustavo Adolfo Bécquer, durante su alojamiento en el Monasterio de Veruela para curar su tuberculosis, escuchó estas historias, y se inspiró para escribir varios relatos al respecto, describiendo al castillo como con “torres oscuras y dentelladas, patios sombríos y profundos fosos”.

Esta excomulgación fue ratificada en varias ocasiones. La primera por el Papa Julio II en 1511, y la segunda en 1850 por la propia comunidad monástica de Veruela, maldiciendo todavía más la existencia de este pequeño pueblo de Aragón. Sin embargo, esto no impidió que los habitantes de Trasmoz continuasen sus vidas y sus legados en el pueblo, y nunca quedó despoblado o desamparado, como sí ha ocurrido con otros pueblitos de la España profunda, ahora en ruinas.

Es más, el pueblo tiene su propia iglesia, la Iglesia de Nuestra Señora de la Huerta, donde se llevan oficiando bodas, bautizos, comuniones y misas con normalidad desde hace varias décadas. A día de hoy, el pueblo continúa excomulgado, y sus habitantes se refieren a sí mismos como las "almas perdidas" de Trasmoz.

Foto: La charca de Cernégula era un lugar de reunión para las brujas (Google Maps)

Los trasmoceros han sabido sacarle el partido a su condición de malditos y embrujados, y han convertido este hecho en un reclamo turístico de lo más efectivo. Los visitantes se sienten atraídos por las calles del pueblo, por el castillo y por el monasterio. A su vez, cada año tienen lugar diferentes eventos y, por el mes de julio, se celebra la Feria de la Brujería, para honrar a su peculiar historia de brujas y aquelarres.

Una feria de lo más divertida

Esta feria está organizada por el Ayuntamiento de Trasmoz, la Asociación Cultural El Embrujo y la Fundación Castillo de Trasmoz. Para cada feria, se elige a dos mujeres, la Bruja del Año y la Bruja de Honor, que desfilan por el pueblo, acompañadas de diferentes personajes estrambóticos. También se instala un mercado de tipo medieval, se hacen exhibiciones de cetrería y combates de espadas.

A su vez, durante la celebración de la feria de Trasmoz se realizan varias puestas en escena que tratan diferentes historias de brujas, y también se representa el momento en el que el pueblo fue excomulgado. Una mezcla de realidad histórica y superstición que le da una identidad única al pueblo aragonés. Solo el Papa de Roma podría levantar la maldición a Trasmoz, siempre y cuando los habitantes lo soliciten.

Aragón esconde muchos parajes mágicos y que quitan el aliento, pero ninguno como Trasmoz, un pequeño pueblo de Zaragoza, entre Tarazona y el Moncayo, con menos de 100 habitantes. Esta localidad ha alimentado desde hace siglos las leyendas sobre brujas, magia y aquelarres, llegando a inspirar al mismísimo escritor español del romanticismo, Gustavo Adolfo Bécquer

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