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Trufas, perros y una casa rural: qué hay detrás de los dispares negocios de las monjas "herejes" de Belorado
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Probaron suerte con un criadero de perros

Trufas, perros y una casa rural: qué hay detrás de los dispares negocios de las monjas "herejes" de Belorado

Las religiosas, con sus ingresos ordinarios por la venta de dulces, no pudieron hacer frente a la adquisición del Monasterio de Orduña ni sufragar las obras de mantenimiento. El Obispado de Vitoria les dejó 220.000 euros

Foto: Imagen difundida por las monjas de Belorado en su cuenta de Instagram. (EFE)
Imagen difundida por las monjas de Belorado en su cuenta de Instagram. (EFE)
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Trufas, bombones y barquillos bañados en chocolate. Pero también perros labradores como los de la famosa marca de papel higiénico y una casa rural, que la justicia terminó echando por tierra. El listado de negocios emprendidos por las clarisas de Belorado (Burgos) es amplio y responde a la mala situación económica de las religiosas. Las monjas, protagonistas del terremoto que ha sacudido a la Iglesia católica por jurar fidelidad a un excomulgado, necesitaban dinero para cubrir la compra del Monasterio de Orduña (Vizcaya) y en esa búsqueda de recursos abrieron un criadero ilegal de perros. Es su última aventura empresarial y les ha costado la apertura de un expediente por parte de la Junta de Castilla y León y una inspección de la Guardia Civil. El motivo: no tener los permisos necesarios para el desarrollo de la actividad.

Las monjas, famosas por su repostería ―en 2016 participaron en Madrid Fusión para presentar sus postres y el cocinero donostiarra Pedro Subijana (tres estrellas Michelín) las ayudó en sus inicios―, conseguían “autofinanciarse” con la venta de los dulces. Así está reflejado en la web en la que se pueden adquirir sus chocolates, pero la operación inmobiliaria habría desbaratado sus cuentas. Según explicó la semana pasada el vicario general de la Diócesis de Vitoria, de la que depende el Monasterio de Orduña, Carlos García, las hermanas “se pasaban 24 horas en el obrador para poder subsistir”. No tenían dinero para hacer frente a la compra del inmueble, valorado en 1,2 millones de euros, y adquirido a las clarisas de Vitoria tras firmar un acuerdo en 2020.

A las religiosas se les veía “muy agobiadas económicamente”, según García. De hecho, el obispado de Vitoria les prestó alrededor de 220.000 euros divididos en dos pagos, según confirman fuentes de la Iglesia vitoriana a El Confidencial, para hacer frente a una serie de obras en el Monasterio, con importantes daños en la cubierta. “El convento es muy grande y tiene muchos años. Con sus recursos propios no podían valerse. Sus principales ingresos son las trufas y eso no da para pagar el tejado de un convento”, ahondan las mismas voces. Estas explican que aunque las clarisas de Belorado nunca cumplieron con el acuerdo de compra, que estipulaba un pago trimestral de 75.000 euros a partir de noviembre de 2022, las religiosas de Vitoria nunca reclamaron el dinero: “Hubo flexibilidad total. Eran hermanas de la misma congregación”.

Las fuentes consultadas precisan que la delicada situación económica de las monjas rebeldes no es fruto de una mala gestión de sus recursos, es la constatación de que resulta imposible cubrir con sus ingresos ordinarios el mantenimiento del Monasterio de Orduña. De ahí la necesidad de las religiosas de vender el convento de Derio, con el que querían sufragar la adquisición del primero. En esta operación y en la negativa del Vaticano a autorizar todos los pormenores estaría el origen del conflicto. O al menos parte. El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, insistió este lunes en que la operación inmobiliaria ha sido el “detonante”, pero señaló como verdadera causa de la ruptura la mano negra de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado por sus vínculos con el obispo cismático Ngo Dinh Thuc e impulsor de la congregación preconcilar Pía Unión Sancti Pauli Apostoli. Es el obispo al que han jurado lealtad las monjas.

Un criadero de perros ilegal

La larga sombra de Sánchez-Franco es lo que dinamitó el acuerdo con las clarisas de Vitoria. Las religiosas, ante el hecho de que las hermanas de Belorado no quisieran desvelar el supuesto benefactor que les iba a ayudar a cerrar la operación, decidieron rescindir el acuerdo de la venta del Monasterio de Orduña. La decisión ha provocado un cruce de denuncias una vez que ha terminado de estallar el escándalo. Pero hace más de un año, al menos desde noviembre de 2022, mucho antes de que las monjas rebeldes decidiesen enviar un comunicado de 70 páginas a sus superiores anunciando que rompían con la Iglesia católica y tachando de “usurpadores” a todos los papas posteriores a Pío XII, abrieron en el convento de Belorado un criadero de perros para redondear sus ingresos.

Foto: Dos de las clarisas de Belorado que se han declarado en rebeldía, en su visita de 2020 a Madrid Fusión. (EFE/Kiko Huesca)

De la actividad hay poco rastro en Internet, a diferencia de la venta de los chocolates, tan solo un par de fotos muestran a varias de las hermanas con cachorros. En una se les puede ver rodeadas de labradores y en otra, una de las monjas sonríe en la consulta del veterinario junto a varios perritos de diferentes razas. Esta es la imagen que la Protectora de Animales de Burgos ha difundido en redes sociales para poner en marcha una campaña de presión contra las monjas que desemboque en el cierre del criadero. “Para tener un criadero necesitas una licencia específica. El Ayuntamiento sacó a consulta pública el proyecto y muchos vecinos se mostraron contrarios por los ruidos. Se les negó el permiso, pero mantuvieron las instalaciones y siguieron ejerciendo la actividad”, censura Judith Sánchez, vicepresidenta de la Protectora.

Cuantificar los ingresos que les han podido reportar los perros es complicado. Sánchez señala que el precio de cada animal oscila entre los 300 y 800 euros, “pueden haber sacado bastante tajada”, pero esbozar un cálculo aproximado resulta misión imposible. Cuando la Guardia Civil inspeccionó las instalaciones, en febrero de 2023 a raíz de la denuncia de varios vecinos por los ruidos, tenían más de 20 ejemplares y la venta la han gestionado a través de “terceras personas. Nos consta que no lo anuncian”, remarca Sánchez. Que hayan seguido operando sin licencia les ha costado la apertura de un expediente por parte de la Junta de Castilla y León. Los agentes, por su parte, no detectaron ninguna deficiencia en las instalaciones o que los perros estuviesen mal atendidos más allá de carecer de licencia.

Y una casa rural sin licencia

Pero antes del criadero de perros, las hermanas, en el convento de Derio, quisieron abrir una casa rural con seis habitaciones. Las instalaciones vizcaínas se hicieron famosas cuando en 2020, en plena pandemia, los vídeos de decenas de jóvenes, algunos vestidos de monjas, celebrando una rave ilegal saltaron de telediario en telediario. Ya entonces, las monjas de Belorado mantenían abierto un litigio con el Consistorio de la localidad por la apertura de una casa rural en un caserío que hay dentro del complejo ―en los terrenos de Derio se levanta el convento propiamente dicho y este segundo inmueble―. La causa de la disputa con el Ayuntamiento radicó en el hecho de que la licencia de la casona solo permitía usos de vivienda y no turísticos.

Foto: Tres de las monjas de Belorado participan en la cita Madrid International Pastry. (EFE/Kiko Huesca)

Las hermanas emprendieron una batalla legal contra el municipio, que se prolongó hasta 2023, pero que perdieron. Las sucesivas sentencias dieron la razón al Ayuntamiento y no permitieron la apertura de una casa rural. En el otoño de 2020, medio año después de que el consistorio denegase la licencia de actividad, las monjas que quedaban en Derio se mudaron a Orduña. Es el momento en el que se firma el acuerdo con las clarisas de Vitoria para la compra del monasterio.

Trufas, bombones y barquillos bañados en chocolate. Pero también perros labradores como los de la famosa marca de papel higiénico y una casa rural, que la justicia terminó echando por tierra. El listado de negocios emprendidos por las clarisas de Belorado (Burgos) es amplio y responde a la mala situación económica de las religiosas. Las monjas, protagonistas del terremoto que ha sacudido a la Iglesia católica por jurar fidelidad a un excomulgado, necesitaban dinero para cubrir la compra del Monasterio de Orduña (Vizcaya) y en esa búsqueda de recursos abrieron un criadero ilegal de perros. Es su última aventura empresarial y les ha costado la apertura de un expediente por parte de la Junta de Castilla y León y una inspección de la Guardia Civil. El motivo: no tener los permisos necesarios para el desarrollo de la actividad.

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