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Con el Estado hemos topado: lo que los curas fake no contaron a las monjas de Belorado (y ha motivado su expulsión)
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Con el Estado hemos topado: lo que los curas fake no contaron a las monjas de Belorado (y ha motivado su expulsión)

Agotado el tiempo de la zanahoria, llega el del palo por parte del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, para las ya 10 exmonjas clarisas. Es también momento de la legislación civil y sus asesores legales lo saben

Foto: José Ceacero, el falso religioso que actúa como portavoz de las monjas excomulgadas de Belorado. (EFE/Santi Ollero)
José Ceacero, el falso religioso que actúa como portavoz de las monjas excomulgadas de Belorado. (EFE/Santi Ollero)

Agotado el tiempo de la zanahoria, llega el del palo por parte del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, para las ya 10 exmonjas clarisas, desde el pasado sábado excomulgadas por la Iglesia católica y expulsadas ipso facto de la vida consagrada (es decir, de su condición de monjas) tras ratificarse en una actitud cismática que ni los capellanes que las visitaban a diario en el convento de clausura burgalés supieron ver, aunque las cabecillas de esta revuelta -cuyos motivos originales siguen estando tan poco claros como la identidad del benefactor que quería comprar ese cenobio-, fueron preparando el terreno desde el pasado mes de enero.

Fue entonces cuando la exabadesa –de nombre sor Isabel de la Trinidad, antes de romper con Roma; ahora, de civil, Laura García de Viedma Serrano- retiró de su puesto de portera y telefonista a sor Amparo, la única que -aparte de las cinco más mayores y enfermas y otras dos que ya habían sido apartadas por la entonces superiora- pidió que la trasladasen de convento cuando manifestaron, a mediados de mayo, su deseo de romper la comunión con la Iglesia conciliar, en alusión a la surgida tras el Vaticano II, y con el papa Francisco, al que, igual que a sus cinco predecesores, consideran inválidos según un pintoresco Manifiesto Católico en el que trataron de fundamentar su cisma. Dejaban la fe que habían profesado durante décadas para acogerse a la tutela de Pablo de Rojas, obispo fake y también excomulgado en 2019, y del que parece ser su único acólito, el también cura fake, aunque afamado coctelero, José Ceacero, bajo el paraguas de una entidad denominada Unión Pía de San Pablo Apóstol que orbita en una galaxia poblada en buena parte por iluminados y pillos.

El WhatsApp del obispo

El plazo para que las monjas revocasen ante el Tribunal Eclesiástico del arzobispado castellano su "decisión voluntaria" de dejar de pertenecer a la Iglesia expiraba el pasado viernes 21 de junio. Pero les sobraban muchas horas. Días incluso. El lunes 17, un obispo le envió un WhatsApp a la exabadesa. Para ponerse a su disposición, por si podía ayudar a desatascar un lío que ya había generado demasiado escándalo y causado una imagen muy distorsionada de lo que es la vida en clausura. "No nos presione", recibió el obispo en un mensaje de vuelta. Cerrazón absoluta, la misma con la que chocó la también religiosa de clausura y amiga del papa Francisco, sor Lucía Caram, en su intento de mediación.

Foto: El portavoz de las clarisas de Belorado, José Ceacero. (EFE/Santi Otero)

Las cismáticas no atendían razones, pero, a la vez, habían mandado un mensaje al arzobispo de Burgos pidiendo ampliar en cinco días el plazo para su comparecencia ante el Tribunal Eclesiástico, lo que hizo albergar algunas esperanzas a Iceta, convertido pese a su voluntad en un personaje principal de este espectáculo en su calidad de comisario pontificio nombrado directamente por el Vaticano. Ahora se sabe que solo querían ganar tiempo para asesorarse jurídicamente (se supone que la vertiente espiritual la lleva la pareja fake, que residía hasta hoy en el monasterio pese a que el arzobispado les conminó a abandonarlo a finales de mayo, al estar tantos los bienes muebles como los inmuebles bajo su autoridad en virtud del nombramiento vaticano).

Pero ni siquiera dejaron agotar el plazo de las 12 de la noche del viernes 21. A las 14:00 horas comunicaron que se mantenían en sus trece y fuera de la Iglesia conciliar y anunciaban que habían creado una comisión, de la que formaba parte un bufete de abogados, "para buscar una solución pacífica y extrajudicial al conflicto que permita el reconocimiento de sus derechos personales y patrimoniales que están siendo expoliados por el Arzobispado". Allí, en el Arzobispado, no daban crédito. Se habían burlado (otra vez) de ellos. La noticia cayó como un jarro de agua fría y la indignación y el cabreo se fueron abriendo paso entre la pena y la tristeza por haber llegado a ese punto. Se sintieron engañados y utilizados en su buena fe y política de mano tendida (zanahoria), porque para dar un espectáculo siempre había tiempo.

Tarde movida en el Arzobispado

Esa tarde fue movida. Análisis de la situación a la que no querían verse abocados: la excomunión. Y lo que viene después: el fin de la vía canónica, es decir, la legislación de la Iglesia, y la entrada en escena de la vía civil y penal. Sale el Código de Derecho Canónico de la escena y entra con fuerza la posibilidad de que quien finalmente tenga que tomar cartas en el asunto sea la Guardia Civil -como ya adelantó El Confidencial- para desalojar a quienes Iceta sigue resistiéndose a llamar okupas (tras la excomunión ya no las llama ni monjas, ni clarisas, ni católicas), pero que han dejado, tras su desvinculación, de tener ningún derecho a permanecer en un monasterio que, estrictamente, pertenece ahora a las cinco monjas mayores y a las tres que acabaron saliendo antes por no querer romper con la Iglesia católica, todas ellas monjas, clarisas y católicas de pleno derecho.

Foto: El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, al lanzar su último aviso a las monjas de Belorado. (EFE/Santi Otero)

Se acabó la fiesta en Belorado y la paciencia del comisario pontificio, al que le dicen en Roma que tiene que actuar ya. En comunicación directa con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición), competente en tanto que hay un cisma declarado; y el Dicasterio para la Vida Consagrada, que se ocupa de atender las necesidades de todos los monasterios del mundo, la respuesta no se hace esperar y el sábado, menos de veinticuatro horas después, Mario Iceta declara la excomunión de las 10 exclarisas.

Se trata de dar una respuesta contundente. Al comisario pontificio se le ha visto desde que estalló este escándalo, que hace las delicias de las audiencias de algunas cadenas, muy incómodo en su papel. Su figura está bajo observación. También en el Vaticano. Pero en el Vaticano también se sienten observados internacionalmente y están preocupados por la imagen que se está dando a nivel planetario.

No hay que olvidar que el mismo día en que las monjas hacen su particular peineta, el polémico arzobispo Carlos María Viganò, uno de los más críticos con Francisco, a quien acusó de haber encubierto abusos sexuales de un cardenal y a quien también dice no reconocer como Papa, era llamado a Roma. Tampoco él se presentó. Y de repente, las acusaciones de "obispos y papas inválidos" por parte de un grupito de monjas de clausura, cuyos muros se pensaba que protegían contras las gruesas descalificaciones de que es objeto el Jorge Mario Bergoglio, arroja una imagen de debilidad que no gusta en la Santa Sede, que ve como los críticos del Pontífice (no tantos como parece, pero muy descarados y mucho dinero) afilan los colmillos ante lo que consideran la última etapa del papado del argentino.

"Plazo prudencial"

Por eso, este lunes, a mediodía, el comisario Iceta llegó con los suyos afilados a la rueda de prensa en el arzobispado para instar a las exmonjas, “en un plazo prudencial”, a que abandonen el edificio. “De no producirse una salida voluntaria en fechas próximas [que no se atrevió a concretar, dejándolo en un genérico “en los primeros días de julio”], los servicios jurídicos no tendrán más remedio que iniciar las acciones legales a las que haya lugar”. Es decir, las notificaciones oportunas previas a un desalojo por la fuerza con una pareja de la Benemérita de por medio. Berlanga en Belorado.

Que sea “de forma extrajudicial” -como pidieron las monjas a través de su comisión negociadora- “depende de ellas”, señaló un Iceta que recordó que era a él a quien le habían metido en los juzgados a través de la denuncia que le interpusieron hace unas semanas. “Y espero que sea de modo pacífico. Es nuestra intención. Pero que sea extrajudicial depende de ellas, que abrieron esa vía. Y si no respetan la, ley tendrá que ser un juez quien haga cumplir la ley”, decía el arzobispo, médico de formación, y que no se había visto en otra igual.

Foto: Algunas de las monjas saliendo del Juzgado de Burgos. (EFE/Santi Otero)

Y la ley, por más que se empeñe el cura coctelero, que ha ejercido de portavoz, está de parte del arzobispo. Y de la Iglesia. Comparte Ceacero aparentemente el mismo error que el bufete cántabro que las asesora. O les ha hecho caer en él. Iceta aconsejó echar un vistazo al manual de Derecho Eclesiástico del Estado. Aunque un decreto de excomunión, que se rige por el Derecho Canónico, es reversible, ahora ya no se está en ese supuesto. Siempre pueden volver a la Iglesia, claro, ahí está la parábola del hijo pródigo. Pero la excomunión es efectiva ya, se ha ordenado su publicación en el Boletín Oficial del Obispado de Burgos, se ha pedido que el decreto sea leído al final de las misas dominicales en la parroquia de Belorado y en las de los alrededores de esa localidad para que lo conozcan los fieles católicos, donde también será colocado en un lugar visible durante quince días para, finalmente, su traslado también a la Conferencia Episcopal Española.

Hasta ahí, la legislación canónica. A partir de ahora, la civil. Pero en la que, en contra de lo que ha estado afirmando Ceacero durante todo este tiempo, sí tienen cabida algunas de sus disposiciones en el ámbito civil en virtud del tratado internacional firmado en 1979 entre el Estado español y la Santa Sede, fundamentalmente en los puntos 3 y 4 del acuerdo sobre Asuntos Jurídicos. En ellos, negro sobre blanco, se estipula que "el Estado reconoce la personalidad jurídica civil de la Conferencia Episcopal Española, de conformidad con los Estatutos aprobados por la Santa Sede". Y también que, "a los efectos de determinar la extensión y límite de su capacidad de obrar, y, por tanto, de disponer de sus bienes, se estará a lo que disponga la legislación canónica, que actuará en este caso como derecho estatutario".

Queda, pues, la vía pacífica. La judicial lleva a las exmonjas católicas a hacer la maleta, a unos primeros planos en la prensa internacional y, quizás, a algunas tertulias televisivas, o un obrador donde, quién sabe, quizás puedan ganar algún concurso con las Trufas del Cisma. De momento, y como consecuencia de haber topado con esa vía civil, los dos curas fake ya están fuera del convento, todo apunta que siguiendo un consejo de los abogados que ahora asesoran a las religiosas.

"Caminamos solas"

Las exmonjas de Belorado han anunciado, después de este movimiento, que se apartan de la Pía Unión del falso obispo Pablo de Rojas, a cuya autoridad se habían acogido tras abandonar la iglesia católica, y que, a día de hoy, "caminan libres y solas" y no reconocen más autoridad que los tribunales de Justicia. En un comunicado enviado a Efe, estas aseguran que tienen el cien por cien del pleno dominio del monasterio, en el que desde anteayer no están los dos representantes de la Pía Unión, "de cuya jurisdicción nos apartamos", anuncian.

En el comunicado, que facilitado por sus abogados y que firman las exmonjas, responden a las últimas declaraciones del arzobispo de Burgos e insisten en que la titularidad del monasterio y su actividad dentro del mismo es "una cuestión puramente jurídica", que no depende de la autoridad eclesiástica. Por eso, añaden, "deberá ser dirimida por los Juzgados y Tribunales correspondientes". Piden al arzobispo que se avenga con la comisión negociadora para "dar una solución extrajudicial al conflicto", que "satisfaga a todas las partes y evite tanto la presente situación como la judicialización del asunto"

Agotado el tiempo de la zanahoria, llega el del palo por parte del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, para las ya 10 exmonjas clarisas, desde el pasado sábado excomulgadas por la Iglesia católica y expulsadas ipso facto de la vida consagrada (es decir, de su condición de monjas) tras ratificarse en una actitud cismática que ni los capellanes que las visitaban a diario en el convento de clausura burgalés supieron ver, aunque las cabecillas de esta revuelta -cuyos motivos originales siguen estando tan poco claros como la identidad del benefactor que quería comprar ese cenobio-, fueron preparando el terreno desde el pasado mes de enero.

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