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Junqueras, Homs, Pascal... Las intrigas belgas que forjaron la lista de Puigdemont
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Así se impuso el 'expresident' a las presiones de ERC y PDeCAT

Junqueras, Homs, Pascal... Las intrigas belgas que forjaron la lista de Puigdemont

Junqueras detectó el verdadero riesgo, que no es el PDeCAT, sino ese 'president' en el exilio que cada día está en los medios, y por eso intentó descabalgar a Puigdemont de la carrera

Foto: El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont posa en el interior del Club de la Prensa de Bruselas. (EFE)
El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont posa en el interior del Club de la Prensa de Bruselas. (EFE)

Un expresidente en un exilio autoimpuesto, un líder político encarcelado, otro ya condenado y a punto de ver embargadas sus propiedades mientras se resiste a no acabar en la papelera de la Historia. Podría ser un capítulo de 'House of Cards', pero no. Es la política catalana. Más difícil, más loca y con unas encuestas en las que todo puede ser posible el 21-D. En este entorno novelesco más grande que la vida, se tejió en el último mes la lista de Junts per Cataunya (JxC), también conocida como la lista de Carles Puigdemont, tal vez la candidatura electoral más estrafalaria de los últimos años. Fue fruto de semanas de conspiraciones y de idas y venidas a la capital belga.

Hay que empezar por el principio. El 30 de octubre, Puigdemont huye por sorpresa a Bruselas. Se siente traicionado por propios y extraños. Sobre todo por los propios: por Oriol Junqueras, ya que el presidente de ERC estaba al tanto de las conversaciones con el lendakari Iñigo Urkullu. Pese a ello, el republicano se descolgó a traición, vetó la convocatoria de elecciones y todo acabó en la declaración de independencia del 27-O, tras lo cual los líderes independentistas se fueron de fin de semana. La marcha a Bruselas fue la particular revancha de Puigdemont, quien desde entonces no se habla con Junqueras.

Foto: Puigdemont en Bruselas. (EFE)
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A partir de aquí, cada uno de los jugadores despliega sus cartas. Puigdemont se aísla. Cambia de móvil. Cuesta hablar con él, excepto para la prensa catalana y la internacional. La española está vetada. Su figura crece, pese a la evidente contradicción de proclamarse presidente legítimo de la Generalitat pero al mismo tiempo declarar su voluntad de presentarse a unas elecciones convocadas bajo el 155.

Cuatro días después de su marcha a Bruselas, Junqueras ingresa en prisión. El presidente de ERC utiliza la cárcel en su favor, igual que Puigdemont su exilio. Al estar en Estremera se encapsula, y allí no funciona la presión que ejercen Artur Mas y sus aliados para configurar una lista única que enmascare las malas perspectivas del PDeCAT. La misma que llevaron a cabo para crear Junts pel Sí. Las encuestas apenas les otorgan 14 diputados, mientras que ERC podría obtener 40 escaños y la nueva centralidad nacionalista. Junqueras se apunta su primer tanto al decir que no.

placeholder El exvicepresidente Oriol Junqueras, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)
El exvicepresidente Oriol Junqueras, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)

Pero Oriol Junqueras detecta el verdadero riesgo, que no es el PDeCAT, sino ese 'president' en el exilio que cada día está en los medios. Por eso urde una oferta que le hacen llegar a sus allegados en Bruselas la semana del 6 de noviembre. Que Puigdemont no se presente y a cambio garantizarle un papel en Bruselas, un cargo, una residencia a costa de la Generalitat y un cierto papel simbólico de representación internacional y sueldo público. Todo esto siempre que ERC consiguiese ganar las elecciones y formar Gobierno, según explican fuentes de los republicanos.

Se disparan las alarmas

Cuando llegan estas noticias a Barcelona, a Artur Mas y su núcleo de confianza se les disparan las alarmas. Junqueras no solo quiere vencerlos, quiere enterrarlos. Además, el partido se divide. Mas se alinea con la coordinadora general, Marta Pascal. Ambos coinciden en que Puigdemont es el mejor activo electoral del PDeCAT. Tal vez el único. Quieren que Puigdemont se presente por el partido. Pero Francesc Homs, el otrora mano derecha de Mas, apuesta por la agrupación de electores, algo que dejaría al PDeCAT sin acceso a los medios de comunicación públicos y sin subvenciones, pero que gusta a la ANC.

En Bruselas, Puigdemont duda. Si todo el soberanismo se ha pasado dos años improvisando el camino a la independencia, tras el fracaso de la DUI, los bandazos se han convertido ya en una forma de vida.

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El 10 de noviembre, Artur Mas y Marta Pascal viajan a Bruselas, el nuevo lugar de peregrinación independentista. El objetivo es convencer a Puigdemont de que se presente por el PDeCAT y así plantarle cara a ERC. Pero Puigdemont ha cambiado. El cortejo de la agrupación de electores le ha hecho valorarse a sí mismo. Y la oferta de ERC todavía pesa en medio de las penurias económicas que está pasando en Bruselas.

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Así que dice que no al que fue su mentor político. Y pone a Artur Mas de rodillas. Solo habrá una lista, la del 'president', Y él, Carles Puigdemont, será quién los escoja. El PDeCAT, el partido que sacó al independentismo de los actos minoritarios en el Fossar de les Moreres, queda para el derribo. Mientras, todas las miradas se centran en Marta Rovira como futura presidenta. Una futura presidenta de ERC. El PDeCAT se había metido en estos complots de salón para sobrevivir. Pero tras la imposición de la lista de Puigdemont, de la marca de JxC, el partido se encuentra al borde de la desaparición.

Odios ocultos

Tras el cruce de intrigas, todo está roto. Mas y Pascal se encuentran molestos con Puigdemont, pero no pueden expresarlo de manera pública porque la figura del 'expresident' en Bruselas sigue ganando enteros entre el magma social del independentismo. Solo hay gestos. El mayor, el de Pascal, que aunque fue diputada ahora ni concurre en las listas.

placeholder El 'expresident' Artur Mas, junto a la coordinadora de PDeCAT, Marta Pascal, en una reunión. (EFE)
El 'expresident' Artur Mas, junto a la coordinadora de PDeCAT, Marta Pascal, en una reunión. (EFE)

JxC no es la lista del PDeCAT. Es la lista de Puigdemont. Carles Puigdemont ha pasado de ser el elegido a dedo de Artur Mas al dinamitero del partido. Los miembros de la lista dicen mucho.

Lo dicen todo: la economista Elsa Artadi, el expresidente de Òmnium Quim Torra, el expresidente de la ANC Jordi Sànchez, el periodista Martí Anglada, el profesor de derecho Héctor López Bofill, la directora de la Institució de les Lletres Catalanes, Laura Borràs, el exdirector de la emisora de radio del grupo Godó —RAC1— Eduard Pujol… entre otros. Además, se incluyen los 'exconsellers' Clara Ponsatí, Jordi Turull y Josep Rull. Personas, estas últimas, que como Puigdemont podrán recoger su acta de diputados pero corren un gran riesgo de no poder ejercer, al pesar sobre ellos la amenaza de la cárcel. Fuentes del PDeCAT aseguran que es buen cartel electoral, ideal para llegar al 21-D, pero también lo reconocen como catastrófico a partir del día después.

Un expresidente en un exilio autoimpuesto, un líder político encarcelado, otro ya condenado y a punto de ver embargadas sus propiedades mientras se resiste a no acabar en la papelera de la Historia. Podría ser un capítulo de 'House of Cards', pero no. Es la política catalana. Más difícil, más loca y con unas encuestas en las que todo puede ser posible el 21-D. En este entorno novelesco más grande que la vida, se tejió en el último mes la lista de Junts per Cataunya (JxC), también conocida como la lista de Carles Puigdemont, tal vez la candidatura electoral más estrafalaria de los últimos años. Fue fruto de semanas de conspiraciones y de idas y venidas a la capital belga.

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