¿Qué hace un 'indepe' en Bruselas? "Defender a nuestro gobierno legítimo"

Más de mil kilómetros, unas quince horas por carretera, hasta cinco días si te planteas hacer parte del trayecto a pie. Éste es el terreno que miles de personas han decidido recorrer para acudir a la gran manifestación convocada en Bruselas para defender la causa independentista. Pero, ¿qué lleva a un soberanista a liarse la manta o la estelada a la cabeza para plantarse en Bruselas?

“Venimos a reclamar los derechos de los catalanes en el corazón de Europa. Y hacer ver que tenemos ya derecho a tomar nuestras propias decisiones”. Lo dice Jose, que junto a Teresa ha decidido tomar un avión para unirse a los más de 45.000 manifestantes que han recorrido este jueves los aledaños del barrio europeo de Bruselas.

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Muchos llevan banderas esteladas a modo de capa, pero Jose se ha envuelto en una bandera comunitaria. Se declara europeísta, aunque se declara un poco decepcionado por la actitud que ha mantenido la Unión Europea ante la cuestión catalana. “Pero sigo esperanzado, por eso he venido”, añade.

Las críticas a la Unión Europea han sido duras, en especial al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. La manifestación reclamaba “Europa, despierta”. Y algunos de los participantes, como Teresa, creen que la protesta será un punto de inflexión, “el principio de un cambio que llegará tarde o temprano”.

Otros, en cambio, se muestran abiertamente escépticos. Abdesadel ha venido con otros ocho amigos en furgoneta. “Somos pobres”, declaran. Y su confianza en la Unión Europea es limitada. No obstante, no han dudado en pagar los peajes franceses -“70 euros en Lyon, y nos quejamos en Cataluña”, bromea Xabi- para ir hasta Bruselas.

“Creemos que es importante venir aquí y dar apoyo a la causa”, dice Abdesadel. “Es más una cuestión de los pueblos que de la UE, de intentar construir la solidaridad de los pueblos y que la gente de aquí de Bruselas, de Bélgica, vea lo que hemos pasado, lo que estamos haciendo y se solidaricen un poco con nosotros”, añade.

Jordi también ha venido por carretera, pero antes de eso, emprendió el camino a la capital de Europa a pie. Y no venía solo, le acompañaba su hermano Josep y otro Jordi, su doble: un gigante de la Colla de Sant Celoni. Cargándolo a sus hombros, lo han llevado desde esta localidad barcelonesa hasta la frontera francesa, por los Pirineos. Lo llaman “el camino por la libertad”.

“Hemos venido a decir a Europa que un gigante de un pueblo de 17.000 habitantes, que lo ha transportado mucha gente anónima, ha venido aquí para pedir la libertad. Hace falta que se escuche a la gente”, explica Jordi.

Los espontáneos se hacen fotos con el gigante Jordi. Otros portan carteles, como Anna, que dicen haber venido a Bruselas por “una injusticia muy grande cometida por el Gobierno español, que nos ha secuestrado al gobierno escogido legítimamente”. Espera que ahora sí, en Bruselas, los europeos “puedan escucharles mejor”.

“Hasta ahora están mirando para otro lado (la UE). El poder es muy fuerte y los españoles, muy corruptos. Están escudándose en nosotros para tapar sus vergüenzas. Y solo queremos que nos dejen vivir en paz y gobernarnos nosotros mismos”, dice Anna.

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Varias familias han venido con sus caravanas que han aparcado en las inmediaciones del parque del Cincuentenario, donde ha comenzado la marcha. Otros han recurrido a autobuses, como el del Girona F.C. Y muchos otros, han optado por compartir coches y furgonetas.

“Hemos tardado unas quince horas en llegar, desde Manresa unos y otros de pueblecitos”, dice Albert. ¿Qué les ha llevado a tomar la carretera? “Creemos que se están vulnerando los derechos básicos, los derechos fundamentales y básicos que todo europeo debería tener y por defender a nuestro gobierno legítimo”, apunta.

¿Les van a escuchar ahora? “Pues igual no, pero al menos lo intentamos”, dice Maria. La manifestación, en la que han participado también nacionalistas flamencos e incluso valones, ha colapsado el tráfico en la capital belga. Una concentración importante incluso para Bruselas, acostumbrada a protestas de todo tipo.

“Para estar a más de mil y pico kilómetros de nuestro terreno, yo creo que es bastante ‘heavy’. Esto es un toque de alerta, como mínimo”, resume Abdesadel.