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HACIA EL NUEVO GOVERN

ERC, atrapada en la pinza JxCAT-CUP: ¿unilateralidad o unionismo?

Los republicanos quieren incorporar a los comunes en el Govern para refrenar las ansias de ruptura total que exigen JxCAT y la CUP, entre acusaciones veladas a ERC de unionistas

Foto: El diputado de la CUP, Vidal Aragonés, interviene tras la comparecencia del 'conseller' de Interior, Miquel Sàmper, el pasado 3. (EFE)
El diputado de la CUP, Vidal Aragonés, interviene tras la comparecencia del 'conseller' de Interior, Miquel Sàmper, el pasado 3. (EFE)

Las negociaciones para la formación del Gobierno catalán se están convirtiendo en una auténtica batalla política entre las distintas facciones del independentismo. Los dos partidos mayoritarios, ERC y JxCAT —33 y 32 diputados, respectivamente— miden sus fuerzas desde la máxima rivalidad, mientras que la CUP, partido minoritario (nueve diputados), pero que tiene la llave de la gobernabilidad, está dispuesta a vender caros sus votos e intenta sacar el máximo beneficio de la situación. Paradójicamente, la extrema izquierda antisistema encuentra a un aliado coyuntural en la derecha tradicional reunida en torno a JxCAT.

La estrategia de 'cuperos' y 'junteros' es diabólica, Su objetivo es arrinconar a los republicanos y llevarlos hacia posturas extremistas y maximalistas, cuyo fin último no es sino el desgaste de ERC para restarle credibilidad y situar a ese partido en una situación de debilidad ante el Gobierno español. Y, de rebote, que se avenga a ceder parcelas de poder en la Generalitat. Pere Aragonès, el candidato republicano, lo tiene complicado para ser 'president', aunque reivindique que él es el elegido porque ha sido quien más votos ha sacado de todas las fuerzas soberanistas.

Foto: Los negociadores de ERC, Sergi Sabrià (i) y Marta Vilalta (d) tras la reunión de los equipos negociadores de ERC, JxCat y la CUP. (EFE)

Lo que hay en realidad es una pinza CUP-JxCAT contra Esquerra. Los dos partidos —aunque sean antagónicos por naturaleza— intentan culpabilizar a ERC si esta no claudica y llega a un acuerdo. Por extraño que pueda parecer, la derecha de Junts y la extrema izquierda de la CUP están de acuerdo en un punto que ERC no ve claro: la unilateralidad. Por eso, ponen a los republicanos en el disparadero: hacerla escoger entre la unilateralidad o el unionismo. La pelota está en el tejado de Esquerra. Recuerdan que tras las anteriores elecciones, en diciembre del 2017, Esquerra era partidaria de declarar la independencia si el independentismo obtenía más del 50% de los votos.

La estrategia de 'cuperos' y 'junteros' trata de arrinconar a los republicanos y llevarlos hacia posturas extremistas

Pero las cosas han cambiado. Los republicanos han variado su discurso desde entonces y consideran que sin una base amplia no se puede proceder a una ruptura política con España, porque ello conllevaría una insalvable fractura social y provocaría el fracaso de la operación. Por eso, han cambiado la unilateralidad por la estrategia de “ensanchar la base”. Es decir, no apostar por la ruptura drástica y unilateral sin tener antes mayoría social clara y cualificada para dar ese paso. Eso se traduce en una aceptación a favor de la ruptura de, como mínimo, tres cuartas partes de la población, porcentaje que aún está lejos de conseguir. Desde las filas de JxCAT y la CUP consideran que esa nueva premisa de ERC es una excusa para no abrazar la declaración inmediata de la independencia.

Los argumentos retorcidos

Lo cierto, sin embargo, es que los resultados de las elecciones del 14-F dejaron a los republicanos en una buena situación: les situaron como la fuerza independentista más votada por primera vez desde la Transición. Fue un hito histórico. Esa circunstancia ha cortado las alas a Carles Puigdemont, que ha dejado de ser el líder indiscutible del 'procés' para ser un actor más de la galaxia independentista.

Ese triunfo ha supuesto que Esquerra quiera imponer su hoja de ruta y sus líneas estratégicas, como fuerza mayoritaria más votada en los últimos comicios, pero sus rivales tratan de evitarlo y de doblegar a los republicanos por una senda radicalizada y de confrontación con el Estado español. JxCAT, CUP y organizaciones como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) u Òmnium Cultural quieren que todos los partidos se decanten por una ruptura inminente con España. O sea, forzar la situación, con una ofensiva global de desobediencia civil e institucional a las leyes y las instituciones españolas. ERC, que tiene la responsabilidad de las instituciones en sus manos, no lo ve así y no está dispuesta a provocar que sus dirigentes vayan siendo condenados paulatinamente por los tribunales.

Foto: Pere Aragonès, candidato de ERC. Opinión

Sus rivales retuercen los argumentos para darles valor. Y de la misma manera que no dudan en contar como propios los votos en blanco o la abstención, en este caso los 'junteros' y los 'cuperos' no dudan en sumar sus votos como si fuesen una única candidatura para doblegar a ERC. Todo para poner contra las cuerdas a los republicanos, convertidos en su enemigo común, y porque el objetivo también es común: proclamar la independencia de manera unilateral.

placeholder El 'conseller' de Interior, Miquel Sàmper, conversa con el diputado de la CUP, Vidal Aragonés (i). (EFE)
El 'conseller' de Interior, Miquel Sàmper, conversa con el diputado de la CUP, Vidal Aragonés (i). (EFE)

JxCAT y CUP le ponen sobre la mesa a ERC los resultados: aunque haya ganado a las otras dos formaciones en las urnas, entre ambas le superan en votos y escaños. Es uno de los argumentos que hacen servir para justificar la presión: JxCAT y la CUP representan a la mayoría del independentismo, ya que tienen casi el 56% de los votos 'indepes' y 41 diputados, frente al 44% de los votos de ERC y 33 diputados. Ese argumento, aunque carente de legitimidad, es efectivo. Una especie de argumentario que corre entre dirigentes independentistas posconvergentes echa mano de esos datos para justificar al llamado 'pressing ERC'.

El bálsamo de los comunes

En esta situación, cobra especial importancia la propuesta de ERC de incorporar a los comunes al Govern. Para JxCAT y la CUP, la entrada de los comunes supondría un freno a la independencia. Esa incorporación —descartada por los comunes mientras JxCAT forme parte del Ejecutivo— tendría como resultado la desactivación de la pinza. Pero tiene su lado negativo: la CUP también quedaría desactivada como fuerza indispensable. Y, por otra parte, esa teoría debería contar con el beneplácito del PSC, apoyando a ese hipotético Gobierno de izquierdas desde fuera, cosa que, a estas alturas parece muy improbable.

Pero la CUP no se muestra convencida de que esa sea la solución, ya que amplios sectores de esta organización consideran no solo que perderían su peso específico en la escena política catalana, sino que la suma de los comunes significaría abandonar la hoja de la ruptura unilateral. De hecho, la CUP se siente más cómoda negociando un Govern con JxCAT que con los comunes, porque sabe que una de sus principales líneas de acción, la unilateralidad, la tendría asegurada. Y si bien con los comunes podría avanzar en cuestiones tácticas de cuestiones sociales, cree que en ese campo también podría obtener muchas concesiones de los posconvergentes mediante la presión política. Un alto dirigente 'cupero' era muy explícito con El Confidencial al señalar que "en JxCAT tienen tanto que perder que casi cualquier cosa que pongamos encima de la mesa nos la podrían conceder".

Foto: El presidente de la Pimec, Antonio Cañete. (EFE) Opinión
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Pero, aun así, no todo el monte es orégano: a la CUP le reprochan sus adversarios que siendo una fuerza minoritaria no puede apostar por el “chantaje” y pretender que su hoja de ruta o sus peticiones sean asumidas en su totalidad por las restantes fuerzas mayoritarias. Pero algunas de sus líneas maestras, como la confrontación con el Estado o la unilateralidad, son abrazadas entusiásticamente por JxCAT. Y por eso desde las filas de esta formación se culpa a ERC de cerrar las puertas a un frente amplio. Solo con la asunción de la unilateralidad, sospechan estas fuentes, "habría suficiente para tejer un acuerdo de mínimos entre las tres fuerzas soberanistas presentes en el Parlament".

Desde JxCAT y ERC, no obstante, también se carga contra la CUP y sus constantes cambios de estrategia, fruto en muchas ocasiones de su naturaleza asamblearia. Por ejemplo, nadie puede asegurar a estas alturas que la CUP vaya a entrar en el Govern o no, porque todo depende de lo que digan las bases cuando se las consulte. Ningún dirigente 'cupero' puede garantizar en estos momentos una postura futura de la organización en ese tema. Desde JxCAT y ERC consideran que la entrada de la CUP en el Govern aportará "inestabilidad", porque, de hecho, estarán muy condicionados a tomar decisiones, ya que en determinados momentos “querrán consultar a sus bases y aplazar decisiones urgentes”. Además, la presencia de la CUP provocaría enfrentamientos constantes con JxCAT por el opuesto ideario político de cada una de estas fuerzas. Se trata, en definitiva, de un encaje de bolillos en el que cada uno de los tres negociadores calcula milimétricamente no solo hasta dónde puede llegar, sino que mide hasta dónde pueden llegar sus rivales.

Las negociaciones para la formación del Gobierno catalán se están convirtiendo en una auténtica batalla política entre las distintas facciones del independentismo. Los dos partidos mayoritarios, ERC y JxCAT —33 y 32 diputados, respectivamente— miden sus fuerzas desde la máxima rivalidad, mientras que la CUP, partido minoritario (nueve diputados), pero que tiene la llave de la gobernabilidad, está dispuesta a vender caros sus votos e intenta sacar el máximo beneficio de la situación. Paradójicamente, la extrema izquierda antisistema encuentra a un aliado coyuntural en la derecha tradicional reunida en torno a JxCAT.

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