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Puigdemont entierra la unidad independentista señalado por el resto de socios de Sánchez
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Tensión a 48 horas de la votación

Puigdemont entierra la unidad independentista señalado por el resto de socios de Sánchez

El soberanismo lleva semanas llamando a la unión, pero ese escenario ya no existe, ni siquiera para acordar quién será el presidente del Congreso

Foto: Carles Puigdemont en una rueda de prensa en el Parlamento Europeo. (Reuters/Yves Herman)
Carles Puigdemont en una rueda de prensa en el Parlamento Europeo. (Reuters/Yves Herman)
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Carles Puigdemont ha enterrado la cacareada unidad independentista al forzar que JxCAT decida todo a última hora. La formación ha convocado una ejecutiva que tendrá formato telemático el jueves 17 de agosto y que será a las ocho de la mañana, solo dos horas antes de que arranque la sesión de constitución del Congreso. Míriam Nogueras y los miembros del grupo ya se encontrarán en Madrid, y lo que queda claro es que, si la posición de Junts no se fija hasta entonces, no será posible pactar ni con ERC ni con nadie. Esa decisión ha provocado una reacción opuesta entre los socios que invistieron a Pedro Sánchez después de las generales de 2019, que empezaron a negociar la conformación de la Mesa de la Cámara Baja casi desde el día posterior al 23-J

Pese a los llamamientos la unidad que se hicieron tras las elecciones, los puentes entre JxCAT y los de Oriol Junqueras están rotos. Esa mala relación no ha desanimado a los republicanos, que han insistido una y otra vez en la necesidad de negociar al mismo ritmo con sus antiguos socios en la Generalitat. Y esa estrategia es más acusada por parte de ERC, pero las otras dos formaciones nacionalistas de izquierdas, el BNG y EH Bildu mantienen la misma estrategia. Y el partido de Yolanda Díaz también se ha alineado en esa dirección. En este contexto, hay que recordar el mensaje de Félix Bolaños, negociador socialista junto a Rafael Simancas y a María Jesús Montero, que pidió a los partidos "abandonar posiciones de máximos". Algo que todos han cumplido. Incluso en esa voluntad del PSOE de separar la negociación de la Mesa con la investidura de Sánchez, un proceso que comenzará a partir de este mismo jueves.

Foto: Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, en Cádiz. (EFE/Román Ríos)

Puigdemont está dibujando para los socialistas un escenario similar al que le montó el PSC para la Alcaldía de Barcelona: una decisión que solo se tomará en el último segundo y cuya resolución final puede ser incierta, según explican fuentes de Junts y de los republicanos. Y en JxCAT hay muchos que hablan en un discurso que suena a vendetta.

Se prevé que este jueves, 17 de agosto, el secretario general de JxCAT, Jordi Turull, comunique al resto de la ejecutiva del partido la propuesta que haga Carles Puigdemont. Y será entonces cuando la ejecutiva, con la premura de tiempo que supone este calendario marcado desde Waterloo, se limite a discutirla, añaden fuentes de la formación independentista.

Si entre ERC y JxCAT no hay nada cerrado, entre JxCAT y el PSOE aún menos. El pasado 10 de agosto, hubo una discreta reunión en el Congreso en la que los socialistas se quedaron estupefactos del poco margen de negociación que tenían Nogueras y sus compañeros. En Ferraz, generó cierto estupor que acabase el encuentro y no solo no arrancasen un compromiso, sino ni siquiera tener una mínima pista sobre lo que fuese a votar el partido soberanista.

El problema no son los puestos en la Mesa del Congreso. El independentismo ha asumido que ellos no estarán, pero sí formará parte de este órgano de decisión el PNV. El quid de la cuestión radica en la perspectiva. Mientras Bildu se ha comprometido con la investidura sin fijar precio alguno, el catalanismo lleva semanas vendiendo en Cataluña expectativas desaforadas: amnistía, referéndum, financiación autonómica… Todo muy complicado de negociar en una investidura.

Con la reunión de última hora, Carles Puigdemont se reserva la decisión y no deja margen de maniobra a la ejecutiva

En todo caso, la premura con la que tendrá que actuar JxCAT, que aplaza al límite su decisión sobre la Mesa y la presidencia del Congreso, hace pensar que la decisión última la tendrá Puigdemont en persona. Y que con esta falta de tiempo no podrá haber un debate a fondo, a pesar de que, en la ejecutiva de JxCAT, la mayoría de sus miembros son de lo que se denomina el sector pragmático, partidarios de llegar a acuerdos con Pedro Sánchez. Con esta táctica, Puigdemont se asegura poder decir la última palabra y esquivar a los críticos. Nadie osará contradecirle.

Esta postura que ha tomado JxCAT tiene un riesgo. Tensiona al independentismo y, al no haber nada seguro, podría hacer que el plan del PSOE de controlar la Mesa y la presidencia del Congreso pueda naufragar. A la primera votación fallida, la presidencia de la Cámara Baja irá para el PP, que se pondrá a acelerar el calendario para que haya elecciones antes de fin de año. De hecho, los populares lanzaron el globo sonda de una posible mayoría ajena a los socialistas y Sumar en busca de aliados entre los nacionalistas para conseguirlo.

Lejos de los socios

La decisión de los neoconvergentes de estirar al máximo la incertidumbre los aleja todavía más del resto de socios progresistas potenciales para la investidura. La semana pasada fue ERC quien presionó de forma más explícita a JxCAT en busca de una unidad del independentismo. "Es una ocasión de oro", dijo Teresa Jordà. Fue solo la primera gota que ya está camino de llenar un vaso de mensajes más o menos velados hacia los de Carles Puigdemont, que se han quedado solos en su resistencia a colaborar en la gobernabilidad del país.

Los socios de Sánchez están inquietos por la actitud dubitativa del independentismo

El BNG de Néstor Rego también se posicionó a favor de buscar una alianza que permita reeditar la mayoría que invistió a Sánchez en 2019. Y esta semana ha llegado el turno de EH Bildu. La portavoz, Mertxe Aizpurua, sacó pecho de cómo "vascos y catalanes hemos frenado la derecha y la ultraderecha para apostar por la izquierda y el soberanismo". La dirigente abertzale radical aseguró que el 23-J reforzó la posición de quienes defienden un Estado "plurinacional con pueblos que reclaman su derecho a decidir".

Sin unión no hay fuerza

"La suma del soberanismo de izquierdas alcanza 14 escaños, aquí todos somos determinantes", zanjó Aizpurua en un dardo a Junts. Desde la misma noche del 23-J, toda la presión ha estado sobre los neoconvergentes, ya que deben sumarse al bloque para que Sánchez sea presidente. Y en esa soledad inciden el resto de fuerzas nacionalistas y también Sumar. La portavoz de Yolanda Díaz, Marta Lois, criticó a los "grupos que mantengan un ruido innecesario" solo unas horas después del tuit de Puigdemont hablando de “subasta” en referencia a las negociaciones.

Foto: Sánchez y Puigdemont en una reunión en 2016. (EFE/Toni Albir) Opinión

Este lunes fue Pilar Alegría, portavoz de Ferraz y ministra de Educación, quien puso la voz socialista a la situación. Y volvió a apostar por esa "discreción y prudencia" que los socialistas combinan en público con mensajes de optimismo en privado. Un optimismo que comparten los socios. Y no hay que olvidar que tanto Bildu como Sumar confirmaron el lunes que han mantenido contactos con Junts, aunque sin desvelar ni el contenido ni el camino que llevan esas conversaciones.

Carles Puigdemont ha enterrado la cacareada unidad independentista al forzar que JxCAT decida todo a última hora. La formación ha convocado una ejecutiva que tendrá formato telemático el jueves 17 de agosto y que será a las ocho de la mañana, solo dos horas antes de que arranque la sesión de constitución del Congreso. Míriam Nogueras y los miembros del grupo ya se encontrarán en Madrid, y lo que queda claro es que, si la posición de Junts no se fija hasta entonces, no será posible pactar ni con ERC ni con nadie. Esa decisión ha provocado una reacción opuesta entre los socios que invistieron a Pedro Sánchez después de las generales de 2019, que empezaron a negociar la conformación de la Mesa de la Cámara Baja casi desde el día posterior al 23-J

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