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Operación Maragall: ERC no sabe qué hacer con el veterano exsocialista
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NO CONSIGUIÓ ESCAÑO EN EL SENADO

Operación Maragall: ERC no sabe qué hacer con el veterano exsocialista

Las tensiones en el partido afloran. Tiene 80 años y hasta febrero compaginaba varios cargos. Un sector de los republicanos nunca lo vio con buenos ojos por proceder del PSC

Foto: Junqueras flanquea a Maragall la noche del 28-M. (EFE/Marta Pérez)
Junqueras flanquea a Maragall la noche del 28-M. (EFE/Marta Pérez)

El independentismo firmó el pasado 23-J uno de sus peores resultados electorales. Las tres fuerzas soberanistas, ERC, JxCAT y la CUP, sumaron en conjunto poco más de 954.000 sufragios y bajaron de 23 a 14 diputados en el Congreso. Pero el golpe también se oyó en el Senado, donde el PSC obtuvo 12 de los 16 senadores a repartir, los republicanos se quedaron con 3 (tenían 11) y Junts, con uno. Esquerra había apostado mucho por un nombre de relumbrón, Ernest Maragall, para arrastrar voto de izquierdas. Pero el movimiento no cuajó y ahora las voces que se preguntan qué hacer con el exsocialista resuenan en las filas republicanas.

Foto: Ernest Maragall pone rumbo al Senado tras el fracaso de su pacto con Trias. (EFE/Alejandro García)

Maragall decepcionó. Con 442.155 votos no consiguió escaño en la Cámara Alta. Los tres candidatos socialistas sacaron casi el doble que él, mientras su compañero de filas Joan Queralt sí logró un asiento (479.555 sufragios). Maragall se ha acabado convirtiendo así en una china en el zapato de ERC. Durante los pasados meses, la cúpula republicana ya se las tuvo que ver con el exsocialista para que eligiese: el acta de diputado en el Parlament o la de concejal en el Ayuntamiento de Barcelona y se centrase en las elecciones municipales.

Hubo un pulso vibrante para desalojar a Maragall de algunos cargos. "Hay que tener en cuenta que es un señor de 80 años que acumulaba cargos y responsabilidades. Era el jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona, donde había ganado las elecciones, aunque al final le robaron la alcaldía gracias a los votos de Manuel Valls. Pero, además, era diputado y formaba parte de las comisiones de Economía y Hacienda y de Investigación y Universidades. Era demasiada carga de trabajo para él. Se le comentó en varias ocasiones, pero dijo que estaba en plena forma y que podía asumirlo todo", relata una fuente cercana a Esquerra.

Trias se cruzó en su camino

Tras meses de presiones, la dirección republicana logró que, en febrero, Maragall dejase el acta de diputado en el Parlament para centrarse en su candidatura hacia la alcaldía de Barcelona. En aquel momento, todas las encuestas le daban ganador, muy por delante de los comunes y de los socialistas. La elección de Maragall fue optar por el Ayuntamiento. Sus cálculos apuntaban a que podría jubilarse como alcalde, ya que al acabar la legislatura tendría 84 años. Pondría fin a su carrera con un broche de oro. Pero apareció en su camino Xavier Trias y le robó el voto soberanista. El resultado fue tan sorprendente que ni siquiera los dirigentes de Junts se lo creían: Trias ganó las elecciones municipales y Maragall pasó de primero a cuarto, dejándose casi 87.000 votos por el camino.

placeholder Trias saluda a Maragall el pasado 17 de junio, día de la constitución de los ayuntamientos. (EFE/Quique García)
Trias saluda a Maragall el pasado 17 de junio, día de la constitución de los ayuntamientos. (EFE/Quique García)

Fue el principal varapalo del veterano político, aunque lo peor estaba por llegar. ERC le eligió, pese a ello, como candidato a senador. Quedó en un meritorio quinto puesto. Y si en las municipales le habían votado algo más de 74.000 ciudadanos, como candidato a la Cámara Alta le dieron su confianza 442.155 catalanes. Muchos votos, pero insuficientes para obtener asiento en el Senado. A ERC se le acababa de atragantar de nuevo Ernest Maragall. "Es un valor seguro, nadie lo duda, pero concurrimos a unas elecciones en las que funcionó el voto útil españolista", le disculpan en ERC.

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No obstante, en otros segmentos del partido republicano no olvidan que es un foráneo. No es un pata negra de Esquerra. Para empezar, proviene de las filas del PSC, lo que es una marca que le imposibilita, a ojos de un sector extremista, para ser un patriota auténtico. Cuando fue elegido como candidato a la alcaldía en 2019, en las filas de ERC hubo voces de protesta por esa circunstancia. En algunas agrupaciones del partido, se arremetió contra el intruso con malas formas.

Esas protestas se acrecentaron por el hecho de que escogió como mano derecha a Elisenda Alemany, otra intrusa que provenía de las filas de los comunes, ya que había sido hasta entonces la portavoz de En Comú Podem en el Parlament. ¿Cómo permitía la cúpula del partido que los principales puestos para el Ayuntamiento de Barcelona no estuviesen ocupados por históricos militantes del partido? Pero los resultados fueron fantásticos y Maragall acalló voces y reforzó su posición en la formación. Por razón de su cargo en el Ayuntamiento de Barcelona, entró en la Ejecutiva Nacional de ERC.

Afloran las tensiones

Los últimos resultados han minado su poderío. En las últimas semanas, han aflorado algunas tensiones dentro del propio grupo municipal, de las que parecen tener la culpa las personalísimas decisiones estratégicas de Ernest Maragall. Al veterano político se le complica el futuro, aunque su carrera está lejos de haber sido un fiasco. De hecho, cuando su hermano Pasqual Maragall era el político mejor valorado de Cataluña y estaba considerado el mejor alcalde de Barcelona, Ernest trabajaba en la sombra para que eso fuese realidad. Él era el cerebro gris, el cerebro económico, mientras que Pasqual era el cerebro político, el hombre de las ideas de bombero que podían ser un fracaso absoluto o soluciones brillantes. Ernest Maragall siempre fue el gestor de las ideas de su hermano y el que maniobraba para que las decisiones que podían ser buenas se pudiesen llevar a cabo.

Foto: Ernest Maragall junto a Oriol Junqueras el día de las elecciones del 28-M. (EFE)

Luego, Ernest fue secretario del Govern presido por su hermano Pasqual y de 2006 a 2010, con José Montilla en el Palau de la Generalitat, ofició como consejero de Educación en representación del PSC. En 2012 decidió abandonar a los socialistas, fundó Nova Esquerra Catalana (un partido que había pergeñado años atrás junto a su hermano), y acabó militando en Moviment d’Esquerres (MÉS), que se coaligó con ERC. En 2014 fue elegido eurodiputado ya en la candidatura republicana y en 2018 fue nombrado consejero de Exteriores con Quim Torra, cargo que dejó para optar a la alcaldía de Barcelona el año siguiente. Desde 2019 también era vicepresidente del área Internacional y de Cooperación del área Metropolitana de Barcelona (AMB), cargo que en 2021 tenía que compaginar con el de concejal y presidente del grupo de ERC en el Ayuntamiento barcelonés y con el de diputado y miembro de dos comisiones parlamentarias.

Mientras en los segmentos históricos de ERC se le aborrece, en otros segmentos se le respeta. Fuentes cercanas al concejal republicano explican que pese a no salir elegido, hizo un papel estelar y que obtuvo, por ejemplo, más votos para su persona que Gabriel Rufián para ERC, encabezando la lista del partido republicano. En concreto, el ex aspirante a senador obtuvo 442.155 sufragios, frente a los 326.388 de la candidatura de Esquerra por la demarcación de Barcelona. Son datos fríos que, convenientemente utilizados, rebajan la magnitud del revolcón electoral del 23-J.

El independentismo firmó el pasado 23-J uno de sus peores resultados electorales. Las tres fuerzas soberanistas, ERC, JxCAT y la CUP, sumaron en conjunto poco más de 954.000 sufragios y bajaron de 23 a 14 diputados en el Congreso. Pero el golpe también se oyó en el Senado, donde el PSC obtuvo 12 de los 16 senadores a repartir, los republicanos se quedaron con 3 (tenían 11) y Junts, con uno. Esquerra había apostado mucho por un nombre de relumbrón, Ernest Maragall, para arrastrar voto de izquierdas. Pero el movimiento no cuajó y ahora las voces que se preguntan qué hacer con el exsocialista resuenan en las filas republicanas.

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