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Cataluña avala a Sánchez pero Illa depende de una ERC desangrada por sus pactos en Madrid
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Victoria holgada del PSC

Cataluña avala a Sánchez pero Illa depende de una ERC desangrada por sus pactos en Madrid

Por primera vez en diez años, los independentistas no suman mayoría. Puigdemont exige al PSC que se aparte para gobernar él. ERC, derrumbada, tendrá la llave del Govern aunque hay riesgo de bloqueo en Cataluña y en Madrid

Foto: Salvador Illa celebra su triunfo ayer en la sede del PSC. (Reuters/Nacho Doce)
Salvador Illa celebra su triunfo ayer en la sede del PSC. (Reuters/Nacho Doce)
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Cataluña ha votado pasar página al procés aunque aún no está claro quién escribirá el siguiente capítulo. El PSC de Salvador Illa obtuvo este domingo una victoria holgada en votos y escaños, al pasar de 33 a 42 diputados, pero dependerá de una ERC herida para conformar un tripartito de izquierdas con los comunes, por lo que la incertidumbre sigue. En todo caso, este resultado socialista representa un aval claro de la sociedad catalana a la política de distensión de Pedro Sánchez con los independentistas, amnistía incluida. En cambio, el soberanismo se debilita y por primera vez en una década el bloque separatista no tendrá mayoría en el Parlament por el derrumbe de ERC, que cae de 33 escaños a 20. Porque Carles Puigdemont, en realidad, sale revitalizado al lograr 35 asientos, tres más que en 2021.

Lo cierto es que el líder de Junts pasó de estar desahuciado hace un año en su 'exilio' político de Waterloo a resucitar el 23 de julio y condicionarlo todo. Ahora, el expresident liderará el bloque independentista y se postulará a la presidencia del Govern tras exigir al PSC que se aparte. Quiere que Sánchez le pague la investidura en Madrid con una abstención del PSC. Presidente por presidente. Porque no le bastan los votos de ERC, la CUP, que cae de 9 a 4 escaños, y tampoco de la extrema derecha de Aliança Catalana, el partido xenófobo independentista de la alcaldesa de Ripoll, que irrumpe en el Parlament con 2 actas de Girona.

La suma del independentismo es de 61 diputados, a siete de la absoluta. El bloque independentista (43,2%) cae 4 puntos, mientras que el constitucionalista (52,8%) sube 6 puntos. La participación ayer fue del 58% y la desmovilización fue más intensa en los territorios nacionalistas de Girona y Lleida que en Barcelona y Tarragona.

El partido que más crece es el PP, que quintuplica su fuerza al pasar de 3 a 15 escaños. Feijóo cumple todos sus objetivos pese a las dudas de la dirección con su candidato, Alejandro Fernández, quien ayer proclamó que este ascenso es "un paso de gigante" para que el PP regrese a la Moncloa. Al final, se impuso con claridad a Vox, que se clava en 11 escaños y demuestra que su suelo electoral es resistente. Esta pugna particular en la derecha favorece el arranque vitamínico de los populares hacia las europeas, que son la prueba de resistencia más importante que afrontan los de Abascal. También el PSOE de Sánchez encara hoy con mayor optimismo los comicios del 9 de junio, donde los sondeos dan por hecho la victoria del PP, aunque con una distancia más corta de lo esperado.

Los comunes, partido aliado de Sumar, retroceden dos escaños y se queda en seis parlamentarios, un resultado raquítico para la fuerza que hasta ahora gobernaba Barcelona con Ada Colau, lo que da buena muestra del proceso de declive en el que está Yolanda Díaz, cada vez más achicada por el PSOE.

Cataluña ha sido la tumba política para Ciudadanos, que dilapidó sus seis escaños y se despide del Parlament tras la victoria inútil de Inés Arrimadas en diciembre de 2017 en el punto más álgido del procés.

Foto: Carles Puigdemont comparece tras las elecciones catalanas. (Reuters/Bruno Casas) Opinión

Con estos resultados, habrá que esperar como mínimo hasta después de las elecciones europeas para vislumbrar posibles pactos que eviten una repetición electoral. El actual president, Pere Aragonès, es el gran derrotado y saldrá del Palau por la puerta de atrás. Tras el escrutinio, se apresuró a quitarse de en medio y aseguró, con Junqueras al lado, que ERC pasará a la oposición y que le toca al PSC y a Junts hallar una solución para la gobernabilidad.

Los republicanos han sufrido un severo castigo del electorado independentista a su estrategia pactista en Madrid, de ahí que no esté nada claro que vayan a apoyar, aunque sea desde fuera, un tripartito con los socialistas liderando. Aunque tampoco les interesa una repetición electoral en la que pueden desangrarse aún más. El desastre electoral aboca a los republicanos a una crisis interna, con sus cuadros y sus bases divididos, y que puede cuestionar su apoyo a Sánchez en el Congreso. Junqueras, que no ha podido presentarse por estar inhabilitado, sufre una dolorosa derrota moral frente a Puigdemont, que no pasó como él por prisión.

Salvador Illa salió exultante a celebrar el triunfo de los socialistas con un resultado histórico, por primera vez victoria en votos y escaños. "Los catalanes han decidido abrir una nueva etapa", aseguró para expresar su voluntad de concurrir a la presidencia de la Generalitat "con el ánimo de unir a los catalanes" y poniendo "los servicios públicos como prioridad" de su Gobierno, y para "volver a liderar económicamente España" y recuperar su protagonismo en la ciencia y en la cultura. Illa citó el papel protagonista del presidente Sánchez y sus políticas a favor del apaciguamiento. Tras el drama emocional al que les sometió con su famosa carta de cinco días de reflexión, los socialistas eran pesimistas con su impacto en las urnas.

El PSC, con 42 escaños, ha cumplido las encuestas que se venían repitiendo desde hace meses. Con los 20 representantes de ERC y los 6 de los comunes, suman exactamente los 68 asientos que marcan la mayoría absoluta en el Parlament. Los socialistas son conscientes de que una investidura de Illa conlleva el riesgo inmediato de que Puigdemont amenace con dinamitar la legislatura en España, aunque durante semanas llevan repitiendo que no tendrán alicientes suficientes porque la alternativa de Gobierno en la Moncloa, del PP con Vox, sería peor para sus intereses. Así las cosas, está en cuestión lo que vaya a pasar con las mesas de diálogo del PSOE con los independentistas, toda vez que ERC sale de la Generalitat.

Foto: El líder del PSC Salvador Illa. (Europa Press/Lorena Sopena) Opinión

La otra suma aritméticamente posible, pero inviable políticamente, pasaría por la suma del PSC, los comunes, el PP y Vox. Todos ellos suman justo 68 escaños. En este endiablado tablero no se puede descartar tampoco una repetición electoral en otoño.

En caso de bloqueo, se hará imposible reanudar una legislatura en el Congreso que no termina de arrancar desde que se celebraron las elecciones generales del 23 de julio. El Ejecutivo ya renunció a presentar los Presupuestos de 2024 y, si no se resuelve bien y pronto la gobernabilidad catalana, tendría muy complicado aprobar los del próximo año por la colisión de intereses con Junts y ERC. Y entonces ya sí, el riesgo de que el Gobierno colapse será todavía mayor.

En las últimas semanas, se ha especulado en ámbitos políticos con la posibilidad de que el presidente socialista, con este aval claro de Cataluña a la amnistía, estuviera tentado con la posibilidad de convocar elecciones generales.

Cataluña ha votado pasar página al procés aunque aún no está claro quién escribirá el siguiente capítulo. El PSC de Salvador Illa obtuvo este domingo una victoria holgada en votos y escaños, al pasar de 33 a 42 diputados, pero dependerá de una ERC herida para conformar un tripartito de izquierdas con los comunes, por lo que la incertidumbre sigue. En todo caso, este resultado socialista representa un aval claro de la sociedad catalana a la política de distensión de Pedro Sánchez con los independentistas, amnistía incluida. En cambio, el soberanismo se debilita y por primera vez en una década el bloque separatista no tendrá mayoría en el Parlament por el derrumbe de ERC, que cae de 33 escaños a 20. Porque Carles Puigdemont, en realidad, sale revitalizado al lograr 35 asientos, tres más que en 2021.

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