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Muere Marta Ferrusola, 'ex primera dama' catalana y verdadero cerebro del clan Pujol
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A los 89 años

Muere Marta Ferrusola, 'ex primera dama' catalana y verdadero cerebro del clan Pujol

El motor del clan Pujol no fue el patriarca, sino su esposa, Marta Ferrusola Lladós, una mujer de fuerte carácter que educó estrictamente a sus hijos, que influía profundamente en política

Foto: Marta Ferrusola junto al expresidente de la Generalitat Jordi Pujol en una imagen de archivo. (EFE/Toni Garriga)
Marta Ferrusola junto al expresidente de la Generalitat Jordi Pujol en una imagen de archivo. (EFE/Toni Garriga)

Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, ha fallecido esta tarde a los 89 años de edad, según ha podido confirmar El Confidencial. La historia y la leyenda popular se ha empeñado en hablar del clan Pujol como si fuese una entidad creada por Jordi Pujol Soley, presidente de la Generalitat de Cataluña durante 23 años. La realidad es muy diferente. El ‘president’ se limitó a gobernar y a dejar hacer a su familia que, entre bambalinas, comenzó a tejer ‘’negocios’ con los mayores adjudicatarios de servicios públicos de la Generalitat y a amasar una fortuna que ocultó en paraísos fiscales.

El motor de ese clan, pues, no fue el patriarca, sino su esposa, Marta Ferrusola Lladós, una mujer de fuerte carácter que educó estrictamente a sus hijos, que influía profundamente en política, que orientaba las decisiones de su marido y que sólo tenía tres dioses en su corazón: la familia, Cataluña y el dinero. “Los niños han de darle valor al dinero. Han de saber lo que cuesta ganarlo”, solía decir. Y a fe que acabó inculcando ese amor a todos sus vástagos. La familia se organizó así en torno a la figura de la madre. En realidad, es mucho más justo hablar del clan Ferrusola que del clan Pujol, por mucho que el primer apellido fuese el paterno. Sus vecinos del pueblecito pirenaico de Queralbs (donde tuvo el grave accidente que la llevó al hospital) lo saben bien: en ese enclave, el propio ‘president’ es conocido por la parroquia como ‘el marido de la Marta’.

“El liderazgo de la organización estaba encarnado en Jordi Pujol Soley y Marta Ferrusola Lladós quien, de hecho, se autodenominaba la ‘madre superiora de la congregación’. Debajo de estos y siguiendo sus instrucciones se encontraba Jordi Pujol Ferrusola (‘el capellán de la parroquia’)”, dice el auto del juez José de la Mata, que pide juzgar a toda la familia por asociación ilícita, organización criminal, blanqueo de capitales, falsedad documental y delitos contra la Hacienda pública. A su alrededor, todos sabían que era ella quien llevaba las riendas, quien decidía qué se debía hacer y que ella había decidido que Jordi Pujol debía limitarse a gobernar la Generalitat, poniéndola al servicio de la familia. En esta comunidad nunca hubo una primera dama oficial, pero hubo algo peor: estaba Marta Ferrusola.

Marta Ferrusola tuvo que lidiar con Cataluña y con Carme Alcoriza, la fiel secretaria de Jordi Pujol, así como su jefa de gabinete, una funcionaria con la cabeza bien amueblada que tenía una gran ascendencia sobre el ‘president’ por su buen hacer en la Administración.

La supervisora de los cargos

Pero Marta Ferrusola mandaba mucho más de lo que el ciudadano se imaginaba. La creencia de que cualquier alto cargo del Gobierno debía pasar antes la ‘prueba del algodón’ era cierta: la familia Pujol, y especialmente Marta Ferrusola, daban su opinión al ‘president’ y decidían si el candidato para el cargo de consejero, secretario o director general era válido. Jordi Pujol Soley era todopoderoso en la Cataluña pujolista. Pero Marta Ferrusola lo era más: mandaba sobre Jordi Pujol Soley.

Ferrusola nunca fue una 'mujer florero'. Era una de las integrantes del acta fundacional de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) en el lejano 1973. Además de ella, estaban su marido y su hijo primogénito. Y luego, Miquel Roca i Junyent, Francesc Caminal, Maria Eugència Cuenca, Antoni Subirà (primo de Pujol), Pere Sagarra, Joan Fages (empresario con importantes adjudicaciones públicas), Carles Sumarroca (empresario, dueño de la constructora Emte, que amasó su fortuna en las décadas posteriores gracias a las adjudicaciones de obra pública de la Generalitat, además de tener una consultora en la que acabó metiendo como socio a otro hijo de los Pujol Ferrusola) y Núria Claverol (esposa del anterior y socia de Marta Ferrusola en la empresa Hidroplant).

placeholder Fotografía de archivo de la familia Pujol.
Fotografía de archivo de la familia Pujol.

Marta siempre fue una mujer de armas tomar y en Convergència lo saben. Fue responsable de la sectorial de Deportes del partido y tuvo la osadía de lanzarse en paracaídas cuando tenía 59 años. Su fuerte carisma la llevó a influir en política y a participar en agrios debates públicos. Nunca ocultó que quería ejercer de primera dama e incluso se hizo nombrar presidenta del Salón de la Infancia y la Juventud, el evento que todas las Navidades organizaba un exitoso salón de Fira de Barcelona.

Como persona, era mandona y a veces arisca. Exigía que los escoltas fuesen siempre impecables: con traje, corbata bien anudada y zapatos lustrosos. Tenía buenos detalles con ellos, pero también miraba la peseta hasta la extenuación: hacía que el chófer fuese a vender a peso a un trapero los diarios que le sobraban y que le reintegrase las pequeñas cantidades que eso le reportaba.

Hipernacionalista hasta la médula

Marta Ferrusola era hipernacionalista y tenía un punto de xenofobia. En 2001 arremetía contra los inmigrantes porque se llevaban muchas ayudas públicas y se quejaba de que “tienen una cultura distinta y una religión distinta y quieren que se les respete”. Además, para colmo, no hablaban catalán, otra de sus manías. Llegó a explicar la anécdota de que sus hijos, cuando iban al parque, volvían llorosos. “Madre, hoy no puedo jugar porque todos los niños son castellanos”, le comentaban. Tanto le molestaba que cuando José Montilla llegó a presidente de la Generalitat criticó públicamente que un andaluz pudiese ser ‘president’ y, además… ¡con un nombre castellano!. ¡Y hablando un catalán sin acento cerrado!

Foto: Foto de archivo de la familia Pujol. (EFE)

Jamás admitió el resultado de las urnas. Cuando el Tripartito desalojó a los convergentes del poder, su reacción fue tremenda: “A pesar de que ganamos las elecciones, nos robaron el Gobierno. Es como si entran en tu casa y llegas y te encuentras los armarios revueltos porque te han robado”. No entendía que el ‘cortijo’ pudiese pasar a otras manos, porque Cataluña era 'suya'.

En 2011, fue una de las voces que se opuso a que el Barça pudiese promocionar la marca España. En realidad, el secretario de Estado de Turismo, Joan Mesquida, quería que el club azulgrana promocionase las marcas Barcelona, Cataluña y España, pero a Ferrusola eso le parecía escandaloso. “Se quiere imponer la señal de España y el Barça representa a Cataluña”, protestó.

En el mundo de los negocios, arriesgó y se sirvió de las influencias de su marido para medrar económicamente

En los negocios, arriesgó y se sirvió de las influencias de su marido para medrar económicamente. En 1979, creó junto a dos amigas (Núria Claverol y Mercedes Vila) la empresa Hidroplant, que cerró en abril de 1981. En 1989, compraba la sociedad Jepo, a la que inmediatamente cambió el nombre por el de Hidroplant, con la que surtía de flores y plantas a la Generalitat que manejaba su marido o vendía parterres a los salones de Fira de Barcelona por millones de pesetas. Eran los días de vino y rosas. Llegó a conseguir un contrato para sustituir el césped del Camp Nou, que a la primera de cambio saltó por los aires y al que hubo que sustituir con presteza porque no se podía jugar en él. En realidad, la adjudicación fue para Ferrovial, la compañía que pagó el 4% en comisiones a los corruptos del Palau de la Música, que subcontrató el césped a la empresa de Ferrusola. El escándalo se tapó y el Barça de José Luis Núñez nunca llegó a reclamarle la devolución del dinero por el fiasco.

Otro de sus negocios fue surtir de plantas el edificio del World Trade Center, de FCC por unos 150.000 euros. Esa compañía tuvo a continuación una adjudicación millonaria de la Generalitat. A sus negocios, Marta Ferrusola supo atraerse también a una de las familias de raigambre: los Raventós, propietarios de las cavas Codorniu, que terminaron de socios en la empresa Hidroplant.

El octavo mandamiento

Paralelamente, Ferrusola también contrataba con la Generalitat a pesar de sus desmentidos. Cuando Jordi Pujol dejó el Govern, Marta Ferrusola tenía tres contratos en vigor con la Generalitat: cobraba de Presidencia, de Gobernación y de Medio Ambiente, además del Puerto. En 2015, cuando tuvo que comparecer ante el Parlamento, negó que hubiese tenido contratos de la Generalitat. Fue el momento en que lanzó una afirmación tan falsa como un euro de papel: “¡Pero si no tenemos ni un céntimo!” (“És que no tenim ni cinc!”).

Una mentira poco cristiana. La católica, apostólica y romana primera dama de Cataluña, la que asistió a la ceremonia de canonización de José María Escrivà de Balaguer, fundador del Opus Dei, pecaba contra el octavo mandamiento. La venerable anciana trataba de despistar a los diputados con una afabilidad simpática que escondía un cinismo brutal, puesto que durante los meses anteriores la familia había estado moviendo los millones de euros escondidos en paraísos fiscales.

En septiembre de 1991, el inefable Lluís Prenafeta acude en ayuda de Marta Ferrusola. El 11 de diciembre de 1987, la compañía textil señera de los Ferrusola, José Ferrusola SA, cambia de nombre y pasa a llamarse Geset Afers. Constituida en 1972 por la familia Ferrusola Lladós (los padres de Marta Ferrusola, ella misma y sus dos hermanos), en 1986 ya tuvo que reducir capital por las pérdidas. En ese ejercicio, Prenafeta comienza a inyectar dinero en ella. Durante los años siguientes, llega a suscribir varias ampliaciones de capital contra créditos por valor de 450 millones de pesetas (2.750.000 euros al cambio, una barbaridad para la época). Bien es cierto que el fiel escudero de Pujol recibe, por otro lado, fondos públicos para sus negocios (y, en especial, para Tipel, su empresa de cabecera). Al final, Tipel terminó engullendo a Geset Afers y evitando el escándalo.

placeholder El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol (i), acompañado de su esposa, Marta Ferrusola (d). (EFE)
El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol (i), acompañado de su esposa, Marta Ferrusola (d). (EFE)

Pero Marta Ferrusola era consciente de todo lo que hacía. Cuando se le descubrieron los fondos andorranos, la ex primera dama catalana alegó también haber tenido una herencia de sus padres. Lo cierto, sin embargo, era que ella heredó, en 1995, 4.500.000 pesetas (27.000 euros al cambio) de su madre, Carme Lladós. Ese dinero se sumaba a otros 2.750.000 pesetas ( algo más de 16.000 euros) que le había dado en 1992 y a 3.500.000 pesetas (21.000 euros) que le había dado en 1994. Cantidades muy lejos de la fortuna oculta en los bancos andorranos.

Pero no contaba que su actividad en el exterior había sido frenética las décadas anteriores. Junto a su primogénito creó la fundación Kopeland Foundation para ocultar la fortuna que iban amasando y de la que ella, junto a Jordi Pujol Ferrusola, era beneficiaria. El resto de hijos, excepto Oriol y Oleguer, también disponían cada uno de una Fundación, cerradas todas a finales de 2014, cuando la justicia ya estaba tras la pista del dinero. Su estatus quedaba claro cuando todas las cuentas de los miembros de la familia en Andorra fueron abiertas mediante transferencias en pesetas de Jordi Pujol Ferrusola. Excepto, claro, la de su madre, que ya estaba abierta.

Los contratos de Andorra

En Andorra, firmó tres contratos con los bancos. El primero era en Andbank y llevaba el número 81089; el segundo, en BPA, con el número 422809; y el tercero, también en BPA, pertenecía a la Kopeland Foundation, pero ella tenía firma. Del primero de esos contratos pendían tres cuentas corrientes, cada una de ellas con un tipo de moneda. La subcuenta en pesetas ya ingresó en 1992 un total de 15 millones de pesetas (90.000 euros de la época). La procedencia del dinero no está clara. Además, había varios ingresos de cuentas andorranas por un monto total de más de 51 millones de pesetas (más de 307.000 euros).

Los bailes de millones, el dinero entrando y saliendo (hacia las cuentas de los hijos) fueron una constante durante años, en un baile obsceno de cifras millonarias. “Reverendo Mosén, soy la madre superiora de la congregación. Desearía que traspasases dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia y él te dirá a quién se le ha de colocar”, escribía a su gestor, Josep Maria Pallerola Segon en 1998. El sarcástico lenguaje guarda concomitancia con los profundos sentimientos religiosos de la familia. A Dios rogando y el dinero guardando. El ‘capellán’ era el primogénito, la ‘biblioteca’ eran las cuentas corrientes y un ‘misal’ era un millón de pesetas (6.000 euros al cambio).

En 2006, la Policía le cazó una transferencia a una joyería de Nueva York por 30.000 euros. Era, según los investigadores, un establecimiento al que “la familia Pujol Ferrusola realizó grandes compras”.

placeholder Marta Ferrusola, la mujer de Jordi Pujol, en una de las fallas del centro de la ciudad. (EFE)
Marta Ferrusola, la mujer de Jordi Pujol, en una de las fallas del centro de la ciudad. (EFE)

La subcuenta en dólares fue abierta en 1997, con dinero procedente de la cuenta en pesetas. Su inicio no pudo ser mejor: ingresó casi 86 millones de pesetas (más de 590.000 dólares). Esta cuenta fue cerrada en 2010, cuando ya tenía un saldo de más de 903.000 dólares. Finalmente, abrió una tercera cuenta en euros (con 592.000 € de fondo inicial), que fue cerrada en 2011. Por esa cuenta de Andbank pasaron, entre transferencias y traspaso de título, 929.000 dólares y más de 195.000 euros, además de 659.000 euros provenientes de otras cuentas.

Entre diciembre de 2010 y diciembre 2012, mantuvo abierta cuenta en BPA. En ese periodo, se pasó por las oficinas bancarias hasta en 9 ocasiones. La cuenta en esta entidad se nutrió casi exclusivamente de los fondos provenientes de Andbank. En ella también tenía firma su primogénito, que en 2011 realizó dos retiradas de fondos en efectivo.

Finalmente, todos los fondos fueron transferidos a otra cuenta en el mismo banco, pero a nombre de Copeland Foundation. Esta entidad estaba controlada por la empresa panameña Global Services Advisory Limited, aunque su “beneficiaria final era Marta Ferrusola Lladós”, según recoge el auto del juez. Parte de ese dinero acabó en una cuenta de la esposa de Pujol en el Banco Madrid en 2012, para regularizar algo más de 838.000 euros ante la Hacienda española.

Dinero desde Suiza y Panamá

En el año 2000, una carta escrita en un folio por el mismísimo Jordi Pujol y Soley reconoce también que la cuenta AN 63810 es suya y que en caso de defunción los activos “pasarán a ser propiedad de Marta Ferrusola Lladós”. Su primogénito declaró ante el juez que ese argumento trataba de blindar los fondos ante una eventual reclamación de Mercè Gironés, de la que se había separado.

Foto: Marta Ferrusola, junto a su marido. (Efe)

La familia siempre había actuado unida. En 1992, Jordi Pujol Ferrusola recibe 95 millones de pesetas (570.000 euros al cambio de la época) de procedencia desconocida y la cuenta de Marta Ferrusola recibe ese mismo día 6 millones de pesetas (36.000 euros). En 1994, el primogénito recibe otros 100 millones de pesetas (600.000 euros) y su madre, automáticamente, se ve beneficiada también con un ingreso de 4 millones (25.000 euros). En 1999, recibe otra transferencia, proveniente de una cuenta de Suiza propiedad de la sociedad panameña International Business Systems Corp. de 24.180.000 pesetas (unos 145.000 euros). La ingeniería internacional de los Pujol, pues, funcionaba a la perfección.

El teniente coronel de la Guardia Civil José Matas, que había estado destinado en Andorra, reconoció el 26 de enero de 2015 ante el Parlamento de Cataluña que eran raros “tantos viajes de Marta Ferrusola, a veces acompañada de sus hijos y siempre con el mismo itinerario. Nadie podía pensar si el dinero que llevaba la familia Pujol era dinero sucio. En cambio, ahora se ve bastante claro que podía ser dinero sucio”.

Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, ha fallecido esta tarde a los 89 años de edad, según ha podido confirmar El Confidencial. La historia y la leyenda popular se ha empeñado en hablar del clan Pujol como si fuese una entidad creada por Jordi Pujol Soley, presidente de la Generalitat de Cataluña durante 23 años. La realidad es muy diferente. El ‘president’ se limitó a gobernar y a dejar hacer a su familia que, entre bambalinas, comenzó a tejer ‘’negocios’ con los mayores adjudicatarios de servicios públicos de la Generalitat y a amasar una fortuna que ocultó en paraísos fiscales.

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