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"Tienen que resucitar": la pesadilla 'hippie' de María y Gabriel que acabó con sus dos niños
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él belga, ella activista de familia acomodada

"Tienen que resucitar": la pesadilla 'hippie' de María y Gabriel que acabó con sus dos niños

La pareja vivía de las ayudas de vecinos y trabajos esporádicos en una casa okupada que estaban arreglando. Los dos niños fueron sepultados por separado. "Tienen que resucitar", decía ella

Foto: Integrantes del dispositivo de búsqueda en el chalé okupado de Godella. (EFE)
Integrantes del dispositivo de búsqueda en el chalé okupado de Godella. (EFE)

"Esta envenenada la tierra que nos entierra, o nos destierra/ Ya no hay aire, sino desaire/ Ya no hay lluvia, sino lluvia ácida".

Poema de Eduardo Galeano recogido por María Gombau.

Recogían agua con garrafas de una fuente cercana, trataban de arreglar el chalé abandonado que okupaban de manera irregular y vivían de empleos precarios y ayudas que recibían de vecinos y asociaciones benéficas de su entorno. En la frontera de los términos municipales de Godella y Rocafort, en una zona arbolada y descuidada a unos pocos centenares de metros de los adosados de clase media-alta del area metropolitana de Valencia, malvivían María y Gabriel una ensoñación ‘hippie’ que terminó en pesadilla una noche de alucinación.

En la tarde de ayer, tras varias horas de interrogatorio repleto de incongruencias, la madre de Amiel e Ixchel, de tres años el primero y unos cinco meses la segunda, confesaba a los investigadores el lugar en el que había enterrado por separado a los pequeños, a unos 75 y 150 metros de la parcela que ocupaba el inmueble. Fue detenida por la Guardia Civil. Hoy ha sido el padre el que ha quedado también oficialmente detenido por este suceso. Según ha informado la Guardia Civil, permanecen detenidos por un supuesto delito de homicidio.

Foto: Labores de búsqueda de los dos menores. (EFE)

La Guardia Civil sospecha que la madre asesinó a sus hijos en una velada en la que mantuvo una fuerte discusión con su pareja, un joven belga con el que se vino a España al embarazarse de su primer descendiente. Ella es la principal sospechosa. A primera hora de la mañana, tras esa extraña velada aún por desentrañar, abandonó gritando la vivienda y se refugió en un bidón semidesnuda, desconcertada y confusa, “Están todos muertos, aquí ya no tengo nada que hacer”, balbuceó Gabriel a los agentes cuando acudieron al lugar de la tragedia alertados por una llamada al 112.

Labores de búsqueda de los menores

En un primero momento, los investigadores de la Guardia Civil vaciaron la piscina, el lugar donde el padre afirmó que la madre quería tirarse para “reencarnarse” con sus hijos. Tras más de 10 horas en el puesto principal de la Benemérita, María, principal sospechosa del crimen, acabó desvelando el macabro asesinato y el lugar donde estaban sepultados sus pequeños, que tenían signos de haber sido golpeados con violencia.

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El delegado del Gobierno, Juan Carlos Fulgencio, informaba a última hora de la noche de que la madre no había dejado que repetir que los niños “tenían que resucitar” y de que los cadáveres habían sido levantados judicialmente. La frase de la supuesta parricida es todo un signo de su estado mental. Fulgencio daba casi por descartado que se tratase un caso de violencia de género. Los servicios sociales de Godella habían abierto un expediente por posibles desequilibrios piscológicos de los progenitores y la falta de cuidado a los menores, lo que podía conllevar la retirada de la custodia. Amiel no iba al colegio desde febrero. Algunos vecinos atribuyen a ese cóctel, sumado a la ausencia de recursos económicos propios, la enajenación psicológica que condujo al asesinato. “Tendrían que haber entregado a los niños, se habrían hecho cargo de ellos”, manifestaba una persona que los conocía. La pareja había comentado a algunos conocidos que planeaba instalarse en Mora de Rubielos (Teruel) en busca de otras oportunidades.

La Policía Científica trabaja en el lugar del suceso (N. Abad)

Hija de una familia acomodada de Rocafort, María Gombau quiso ser una rebelde y vivir como tal, fuera de convencionalismos. Fue detenida en 2011 tras participar en una manifestación en Valencia en los primeros movimientos sociales del 15-M. Ella misma colgó su foto con las esposas y custodiada por un policía nacional en su perfil de Facebook, imagen que El Confidencial no publica en cumplimiento de la sentencia del Supremo, que impide hacer uso del material gráfico de esta red social sin autorización. Fue condenada en primer instancia por resistencia a la autoridad, pero recurrió la condena a hacer trabajos sociales en Rocafort, donde reside su familia en una de esas casas unifamiliares. Hay contraste entre su vivienda okupa y apartada y el entorno, muy cerca de la elitista urbanización Santa Bárbara y el colegio privado británico Cambridge House Comunity College.

El dispositivo de búsqueda

Su activismo político en grupos alternativos la llevó a participar también en actos de protesta en Bruselas, donde llegó a residir con su pareja. Debieron ser tiempos felices. A su regreso a Valencia, la presunta asesina firmó su último contrato laboral en diciembre de 2017 como peón de limpieza viaria a través de la bolsa de trabajo municipal del Ayuntamiento de Rocafort. El empleo le duró tres meses, hasta marzo de 2018, ya embarazada de su hija. Gabriel, por su parte, sacaba algo de dinero con trabajos esporádicos. El último de ellos como pinche de cocina en un restaurante cercano, del que fue despedido hacer un mes por ser impuntual. De carácter reservado, no hizo mucho amigos allí. Los dos eran un par de ermitaños solitarios.

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La autopsia determinará las causas y la hora de la muerte. El crimen ha conmocionado Rocafort por la juventud de la pareja, entre 28 y 29 años. Personas que les conocían, que les llevaban juguetes en Navidad, que les ayudaban con comida y con ropa para los críos, no dan crédito al suceso, mientras el vecindario especula con problemas psiquiátricos, con una paranoia derivada del consumo de drogas y con cómo la locura pudo desembocar en ese trágico y cruel suceso.

"Esta envenenada la tierra que nos entierra, o nos destierra/ Ya no hay aire, sino desaire/ Ya no hay lluvia, sino lluvia ácida".

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