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El músico soldado que canta con un grupo valenciano de rock desde el frente de Ucrania
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"Sentí una fuerte empatía"

El músico soldado que canta con un grupo valenciano de rock desde el frente de Ucrania

El ucraniano Remez y los valencianos Santero y Los Muchachos montan un videoclip conjunto mientras el músico de Kiev se halla en el frente de guerra

Foto: El músico ucraniano Remez, en el frente de guerra. (Cedida)
El músico ucraniano Remez, en el frente de guerra. (Cedida)

La semana pasada una familia ucraniana exiliada en Valencia declaraba por televisión que, el próximo 7 de enero, no iba a celebrar la Navidad ortodoxa por ser una tradición eminentemente rusa. Hace apenas dos días, las autoridades ucranianas de Odesa retiraban la estatua de Catalina II de Rusia, emperatriz fundadora de la ciudad, situada a la orilla del Mar Negro, en 1794. Esta segunda resolución es un intento de revisionismo discutible, tener un antepasado común, anterior a la creación de las identidades nacionales plenas de la contemporaneidad, no implica ser lo mismo a día de hoy: llevándolo al extremo, un señor que lee el periódico en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia y un chimpancé tienen un ancestro común, pero ya no son lo mismo. Mientras que la decisión familiar de acabar con la liturgia navideña rusa es una demostración de cómo un conflicto armado es capaz de consolidar una identidad nacional plenamente aconfesional, cuando lo que pretendía el agresor era rememorar un supuesto legado panruso, común al pueblo ucraniano, pasando por encima de los fundamentos de la soberanía nacional de Ucrania, establecida por ciudadanos libres y no por súbditos o novelescas herencias medievales.

placeholder Oleksandr Remez. (Cedida)
Oleksandr Remez. (Cedida)

En noviembre de 2021, tres meses antes del comienzo de la Guerra de Ucrania, el grupo de rock valenciano Santero y Los Muchachos comenzó a seguir por Instagram, de un modo casual, al músico profesional ucraniano Oleksandr Remez. “Vimos por redes sociales a un cantante de Europa oriental con una estética muy roquera, un rollo crooner muy currado y buenas aptitudes musicales. Parecía tener un modo de entender la música muy rocker, algo que compartimos en cierto modo. Eso quedó ahi. Y lo que sucede con las redes: dejas de ver a alguien en un momento determinado, y tiempo después aparecen fotografías sin su peinado cuidado ni su chaqueta de cuero, sino ataviado con indumentaria militar, barba descuidada y en el frente de combate. Yo no sabía si era ucraniano o ruso al seguirlo en Instagram meses antes, después supimos que es de Kiev, pero de inmediato sentí una fuerte empatía al ver cómo alguien que hace unas semanas estaba en una sala de conciertos cantando frente al micrófono se había visto obligado a cambiar la guitarra por un arma”, recuerda Miguel Ángel Escrivá, vocalista de la banda valenciana.

El pasado 6 de mayo, el roquero ucraniano registraba, enfundado en verde militar, una estupenda versión del clásico de Hank Williams My Bucket's got a Hold in it, a la que Santero y Los Muchachos reaccionaron. Días después, en su idioma natal, y también desde el frente, lanzaba una tonada propia llamada Maria. “Pese a todo el drama que le suponía la guerra, llevaba la guitarra al frente y seguía sacando sus canciones en redes sociales. Cuando subió el tema Maria lo comentamos con un 'bravo' y respondió con un mensaje privado proponiéndonos una colaboración sobre ese tema, pero vimos más claro hacer lo que hemos hecho, una nueva canción bautizada A Mallow Flowery Rain poniendo en contraste la realidad de ambos proyectos musicales en la actualidad: mismo planeta, pero dos mundos radicalmente distintos”, explica Miguel Ángel.

Durante el mes de octubre los hermanos Escrivá y Remez fueron trabajando en la creación del tema. El intercambio de ideas, llamadas y mensajes, intentando pulir un tema dual, se producía con todos los contratiempos que conlleva trabajar con una parte implicada en el frente de guerra. Finalmente, optaron por tres idiomas diferentes, los dos maternos de cada músico y el inglés como nexo común en el estribillo. “Lo grabamos en dos planos secuencia, él desde las afueras de la ciudad donde se encuentra movilizado y nosotros saliendo de casa en Valencia. Simular la llamada era algo sencillo teniendo el material y las herramientas necesarias, y Remez fue muy resolutivo en todo, teniendo en cuenta su situación. Es un tipo muy profesional”, incide el cantante de Santero.

El 23 de febrero, un día antes de que los primeros misiles rusos comenzaran a golpear Kiev, pocos en la ciudad del río Dniéper sospechaban que un ataque armado a gran escala cambiaría sus vidas. Remez pasó de los clubs nocturnos al alistamiento. El tema junto a Santero y Los Muchachos refleja ese canto de hermanamiento por la paz y de agradecimiento por seguir vivo que jamás pensó entonar cuando homenajeaba a Elvis tupé al viento. “Tengo unas ganas enormes de que la guerra acabe. De poder invitar a Remez a Valencia y darle un abrazo”, concluye el compositor valenciano.

placeholder Santero y los Muchachos. (Cedida)
Santero y los Muchachos. (Cedida)

Cuando el Imperio Napoleónico invadió el Imperio Austríaco y los reinos de Prusia y España, estos territorios estaban poblados por súbditos reales. La reacción popular ante las tropas extranjeras facilitó, involuntariamente, el nacimiento de diferentes identidades protonacionales, inexistentes hasta la fecha, y que eclosionarían a lo largo del siglo XIX en sincronía con las revoluciones liberales. Putin y su visión esencialista panrusa está logrando algo similar en una Ucrania que solo es independiente desde 1991. Del mismo modo que ser español, de la manera en que se entiende en la actualidad y no como un gentilicio patriótico de la Monarquía Católica, empezó no siendo francés, ser ucraniano hoy es, también, no ser ruso, y ya no hay camino de vuelta, independientemente de cómo se resuelva el conflicto.

La semana pasada una familia ucraniana exiliada en Valencia declaraba por televisión que, el próximo 7 de enero, no iba a celebrar la Navidad ortodoxa por ser una tradición eminentemente rusa. Hace apenas dos días, las autoridades ucranianas de Odesa retiraban la estatua de Catalina II de Rusia, emperatriz fundadora de la ciudad, situada a la orilla del Mar Negro, en 1794. Esta segunda resolución es un intento de revisionismo discutible, tener un antepasado común, anterior a la creación de las identidades nacionales plenas de la contemporaneidad, no implica ser lo mismo a día de hoy: llevándolo al extremo, un señor que lee el periódico en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia y un chimpancé tienen un ancestro común, pero ya no son lo mismo. Mientras que la decisión familiar de acabar con la liturgia navideña rusa es una demostración de cómo un conflicto armado es capaz de consolidar una identidad nacional plenamente aconfesional, cuando lo que pretendía el agresor era rememorar un supuesto legado panruso, común al pueblo ucraniano, pasando por encima de los fundamentos de la soberanía nacional de Ucrania, establecida por ciudadanos libres y no por súbditos o novelescas herencias medievales.

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