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Este pueblo de Valencia es el que más vota en las europeas: "Nos conocemos todos"
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Participación en el 9-J

Este pueblo de Valencia es el que más vota en las europeas: "Nos conocemos todos"

En el único colegio electoral de Rótova, las europeas de 2014 registraron una participación récord del 75%, una excepción en la media española. Analizamos el voto en estas 'elecciones de segunda'

Foto: Un grupo de jubilados pasa la mañana en la plaza de Ròtova, junto al centro social en el que se instalan las dos mesas electorales. (V. R.)
Un grupo de jubilados pasa la mañana en la plaza de Ròtova, junto al centro social en el que se instalan las dos mesas electorales. (V. R.)

"En Rótova son tan ingenuos que creen que votando se arregla algo", opina un descreído operario de una de las empresas instaladas en el Polígono Industrial Les Masses. En términos ontológicos, es casi seguro que la forma de no arreglar nada es no acudiendo a la urna, pero la participación o la abstención en una convocatoria electoral son libres en España, una decisión individual. Es la democracia. Y en Rótova la ejercen a conciencia en cada llamada al voto, incluso en las europeas, tradicionalmente proclives a una mayor abstención.

Esta pequeña localidad del interior de la comarca valenciana de La Safor, con una población de 1.295 personas, según el padrón de 2023, es la que ha registrado la mayor participación en los comicios para el Europarlamento en las últimas convocatorias. En 2019, cuando coincidieron con municipales y autonómicas, la afluencia superó el 90%, treinta puntos más que la media española. La distancia fue sideral en 2014, cuando la cita fue independiente. En aquella ocasión, en España apenas votó el 45,7% de los residentes en España, pero en Rótova el 75% de sus vecinos con derecho a emitir sufragio acudió al único centro electoral del pueblo.

Ubicado estratégicamente en el centro el casco urbano, en el Centro Social junto a la sede del Ayuntamiento, la posición del espacio en el que se colocan las dos mesas electorales que agrupan a los censados de Rótova (poco más de mil para el próximo 9 de junio) puede explicar en parte el alto grado de participación.

El Confidencial y RTVE han participado en el proyecto 'La bomba de relojería de la abstención', un reportaje basado en datos sobre el abstencionismo en la Unión Europea, coordinado por Divergente en colaboración con investigadores de DIN MIA’CET-Iscte, con la Red Europea de Periodismo de Datos (EDJNet, por sus siglas en inglés) y con la participación de otros 14 medios europeos. En este artículo, ponemos el foco en los datos de participación para explorar la cara opuesta del abstencionismo.

“No sabía eso que me cuentas [sobre el récord de participación]. Pero aquí los partidos están muy enraizados y trabajamos mucho con la gente. Nos conocemos todos y hay mucho contacto directo”, explica Jordi Puig, alcalde de la localidad valenciana y representante de Compromís. Dolores Momparler, portavoz del PP, coincide en el diagnóstico. “Aquí todos somos familia y sabemos de qué pie cojea cada uno. Anoche tuvimos cena de sobaquillo [cada uno lleva algo] con simpatizantes y militantes y les animamos a participar. La gente está muy defraudada por lo que está pasando a nivel nacional. Pero precisamente es lo que les decimos: “Si queréis un cambio, tenéis que ir a votar”, afirma.

Al margen de las votaciones simultáneas, la tendencia de participación en las elecciones europeas es claramente a la baja. De hecho, las elecciones europeas siguen viéndose en muchos casos como unas elecciones de segundo e incluso tercer orden. “Son unas elecciones para los muy cafeteros”, sostiene la politóloga Cristina Monge, quien recuerda que los años con menor abstención, sin contar con 1987, fueron 1999 y 2019, cuando coincidieron con los comicios autonómicos y municipales. “Si te toca votar al alcalde es más fácil votar al Parlamento Europeo que ir ex profeso”, resume.

placeholder Edificio que alberga el centro social de Rótova, sede de votación del pueblo. (V. R.)
Edificio que alberga el centro social de Rótova, sede de votación del pueblo. (V. R.)

La analista política subraya que la baja participación en las europeas es un hecho que afecta a todo el continente. La movilización en estos comicios nunca ha subido del 65%, un dato que además está distorsionado por los países con voto obligatorio como Bélgica, Bulgaria, Grecia o Luxemburgo.

Los pueblos que más participan

En las elecciones de 2014 -unos comicios más comparables con los actuales ya que no coincidían con otros- en 2.116 municipios de más de 1.000 habitantes fue a votar menos de la mitad de la población. En muchos casos, la baja participación en las europeas forma parte de un fenómeno más amplio de abstención electoral, que se agudiza en estas elecciones. Es el caso de sitios como Arona, con cerca de 80.000 habitantes, donde la participación suele ser alta en general y donde en las últimas citas electorales europeas acudió a las urnas menos del 40%.

“En los últimos procesos en los que estas elecciones no han sido simultáneas, venimos de tres procesos con tasa de abstención mayoritaria”, destaca Carlos Domínguez, director del área política de la agencia de investigación 40dB, que insiste en que no deberíamos caer en el error de hacer comparativas con 2019, ya que el contexto es muy distinto.

Domínguez apunta a un proceso latente de erosión de la participación, una tendencia más extrema en el caso de las europeas pero que dibuja una tendencia hacia abajo en todo tipo de elecciones. “El mismo fenómeno, más matizado, lo hemos visto también en generales”, destaca.

Incluso cuando se celebran el mismo día hay diferencias en la participación entre municipales y europeas. En 2019, un 65,2% del censo votó en las primeras, mientras que a las europeas lo hizo el 64,3%. Es una diferencia pequeña en el conjunto de España, pero con ejemplos destacables cuando se mira el detalle municipio a municipio.

Como suele ocurrir, los extremos se registran en municipios pequeños. Es el caso de Partaloa (Andalucía), Rairiz de Veiga y Aranga (Galicia), tres municipios de poco más de 1.000 habitantes donde la diferencia llegó a ser de hasta 20 puntos más en las municipales. En el conjunto de municipios de más de 1.000 habitantes, más del 90% se movilizó mirando más “para España” que “para Europa”.

¿Y al contrario? Sí. También hubo casos en los que las tornas se giraron y la participación en las elecciones europeas superó a la de las municipales. Fueron unas 150 localidades, entre ellas el municipio castellanoleonés de Almazán, de 5.000 habitantes, donde un 63,8% del censo votó en las europeas, casi 18 puntos más que el 45,9% que lo hizo en las municipales.

¿Influye la renta en la participación?

Aunque adjudicar causas es siempre es complicado, el análisis de la intención de voto -en este caso, con estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)- permite ver una relación entre factores como la edad, el nivel de estudios o la renta.

A menor edad, más abstención. Es un fenómeno que confirma el experto de la casa encuestadora 40dB. “Desde hace tiempo observamos que los electores más jóvenes son los que menos participan”, confirma Carlos Domínguez.

La tendencia se repite con el nivel de estudios: cuanto más bajo, menor es la participación. Y que se nota especialmente en la renta, con una relación directa: a mayor renta, mayor participación. “Hay un efecto claro entre renta y participación”, explica Domínguez. “A nivel de encuesta, existe una correlación con la renta, que a su vez tiene que ver con cuestiones como el capital cultural o el nivel educativo”.

Los resultados electorales a nivel de sección censal (una división territorial inferior al municipio e incluso al barrio en las ciudades) sustentan lo que apuntan las encuestas y corrobora el experto. La relación se ve de manera especialmente nítida al confrontar los datos de grandes ciudades, donde el tamaño de la población contrarresta los efectos de composición del grupo -como puede ser una distribución irregular de la edad en municipios pequeños y envejecidos-. Así es posible observar claramente la correlación renta-voto, como ocurre en el siguiente gráfico.

“Cuanto menos relevante es la percepción de las elecciones, más se agudizan las diferencias”, señala el experto. De este modo, la percepción de las elecciones europeas como unas elecciones de tercer orden no solo hace que la participación general sea menor, sino que aumenta disparidades como la que se da entre la abstención de jóvenes y mayores.

El voto gamberro

Para Monge, las elecciones europeas tienen tres características fundamentales: “Primero, la baja participación. Segundo, elegimos parlamentarios europeos, por lo que es una campaña de temas de carácter internacional. Y tercero, se incrementa o tiene más eco el voto gamberro”, resume. Este tipo de voto es aquel por el que la gente vota opciones que no se plantearía si tuviera que elegir a su alcalde o al presidente de España, “pero también se puede utilizar como voto de castigo”, advierte. “De hecho, Podemos emergió en unas europeas, impulsado por una izquierda descontenta”.

Foto: Alvise Pérez se dirige a los manifestantes que protestan contra la amnistía en la calle Ferraz. (Jaime Alekos)

Domínguez coincide en que estas elecciones potencian el voto de “outsider”, un voto de protesta o rebelde al que el electorado puede arriesgarse porque los efectos no parecen tan directos como al elegir a un alcalde o al presidente del Gobierno. Aunque la clave, para este experto, está en el momento de ir a las urnas.

“Lo más relevante es si van acompañadas o no de otras elecciones”, insiste Domínguez. El experto habla de un efecto de “contaminación” por el que el voto en europeas se ve arrastrado por la papeleta elegida en otras elecciones.

En el último CIS preelectoral sobre las elecciones al Parlamento Europea estas diferencias quedaban patentes. Un 65% de los encuestados considera que las elecciones más importantes son las generales, mientras que apenas un 5% lo cree de las europeas. Asimismo, un 63,5% de los españoles pone por delante los temas relacionados con la política española, frente al 30% que lo hace con los de política europea. Y un 35,7% vota siempre lo mismo en las generales que en las europeas, aunque un 35,5% ve “conveniente” optar por un partido diferente al de las generales.

“Lo que vemos es que en las ocasiones en las que ha habido simultáneas es una mayor concentración del voto en partidos mayoritarios. Sin embargo, en elecciones europeas independientes, la tendencia es la contraria, una mayor fragmentación”. Esta fragmentación del voto, explica Domínguez, hace que los peligros a la hora de estimar estén más en sobreestimar a ciertos partidos minoritarios, que en las muestras a menudo aparecen sobrerrepresentados.

"Son las elecciones probablemente más complicadas de estimar y predecir su resultado"

Desde el punto de vista de la predicción electoral, las elecciones europeas presentan desafíos adicionales. “Son las elecciones probablemente más complicadas de estimar y predecir su resultado”, apunta Domínguez. “En gran medida, por la participación”.

El experto de 40dB explica cómo el sesgo de deseabilidad social -nuestra tendencia a responder pensando que alguien nos lee y nos juzga- hace que la intención de participar en las elecciones parezca mayor, ya que se considera un comportamiento socialmente deseable. “Mucha gente que al final no votará sigue diciendo que sí irá a votar. El primer paso es saber quién miente”.

Persiguiendo el voto, casa por casa

De vuelta a Rótova, el ‘bipartidismo’ doméstico se palpa en cuanto se accede al núcleo urbano desde la CV-60 por la travesía Jaume I. En esa calle, están repartidos los espacios electorales de las europeas, con paneles de cartón colgados de las farolas. Los carteles azules del Vota PP y los que llevan el lema Plantem Cara, con la foto del candidato de Compromís en la lista de Sumar, el exconseller de Educación, Vicent Marzà, se intercalan a lo largo de la avenida.

placeholder Un mural sobre una fachada en un solar del Polígono Les Masses de Rótova. (V. R.)
Un mural sobre una fachada en un solar del Polígono Les Masses de Rótova. (V. R.)

En municipios pequeños como este, el esfuerzo de los partidos para apelar al voto cala más. Una vecina del pueblo valenciano reconoce que son habituales las llamadas telefónicas entre conocidos para fomentar la asistencia al colegio electoral. “A nuestros hijos siempre les hemos dicho que hay que participar. Que vayan a votar; que voten a quien quieran, pero que vayan”, explica Inma, vecina del pueblo mientras comparte almuerzo con otros vecinos en el Centro Social.

Este domingo veremos si estas llamadas al voto surten efecto y Rótova vuelve a desafiar al absentismo mayoritario de los españoles en las elecciones europeas.

Sobre este proyecto

En la elaboración de este reportaje han participado Paula Guisado y Cristina Pozo García, de RTVE.

'La bomba de relojería de la abstención' es un reportaje basado en datos coordinado por Divergente con el apoyo metodológico y editorial de dos investigadores del DIN MIA’CET-Iscte. Se ha llevado a cabo con la Red Europea de Periodismo de Datos en colaboración con: Are We Europe (Bélgica), Átlátszó (Hungría), Delfi Meedia (Estonia), Denník N (Eslovaquia), Deutsche Welle (Alemania), El Confidencial (España), RTVE (España), EUrologus (Hungría), II Sole 24 Ore (Italia), iMEdD (Grecia), NARA (Lituania), Osservatorio Balcani e Caucaso Transeuropa (Italia), Pod črto (Eslovenia), PressOne (Rumanía), Rue89 Estrasburgo (Francia) y Voxeurop (Bélgica). Con el apoyo de Journalismfund Europe.

"En Rótova son tan ingenuos que creen que votando se arregla algo", opina un descreído operario de una de las empresas instaladas en el Polígono Industrial Les Masses. En términos ontológicos, es casi seguro que la forma de no arreglar nada es no acudiendo a la urna, pero la participación o la abstención en una convocatoria electoral son libres en España, una decisión individual. Es la democracia. Y en Rótova la ejercen a conciencia en cada llamada al voto, incluso en las europeas, tradicionalmente proclives a una mayor abstención.

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