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¿Cobardía o estrategia? PSOE y PP chocan por la ausencia de debates electorales
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NUEVE COMUNIDADES SIN CARA A CARA CONFIRMADO

¿Cobardía o estrategia? PSOE y PP chocan por la ausencia de debates electorales

Los debates electorales se han convertido en nuevo motivo de bronca política entre PSOE y PP. En lugar de celebrarlos como norma general en todos los

Los debates electorales se han convertido en nuevo motivo de bronca política entre PSOE y PP. En lugar de celebrarlos como norma general en todos los territorios, los dos grandes partidos juegan al gato y al ratón para provocar a su adversario, sacar ventaja en la organización del cara a cara o, simplemente, escurrir el bulto. A una semana de que comience oficialmente la campaña, los ciudadanos no saben si podrán ver un debate entre Esperanza Aguirre y Tomás Gómez, o entre José María Barreda y María Dolores de Cospedal.  

El PSOE ha decidido disparar primero y presentar al PP como una formación que huye de los debates. Desde Ferraz se ha trasladado a todas las terminales del partido la orden de que exijan este formato a todos sus rivales populares. La portavoz del Comité Electoral socialista, Elena Valenciano, acusó ayer a Génova de no confiar en sus candidatos: “Tiene toda la pinta de que el PP va a rehuir los debates”.

De hecho, Valenciano enumeró las comunidades donde el PP, a su juicio, va a boicotear los cara a cara: Castilla-La Mancha, Cantabria, La Rioja, Castilla y León, Murcia, Baleares y Comunidad Valenciana. No obstante, tampoco está claro qué va a pasar en Madrid, Extremadura o en multitud de capitales provinciales, dada la confrontación entre socialistas y populares a la hora de fijar la cantidad y los escenarios.

Las negociaciones entre el equipo de Gómez y el de Aguirre están actualmente estancadas, después de que ambos candidatos se declararan dispuestos a enfrentarse. El PP pretende que se celebre un único debate en Telemadrid, donde también participaría Izquierda Unida, mientras que los socialistas reclaman que haya un segundo en TVE. La cadena pública ha ofrecido una desconexión para la comunidad en La 1, lo que garantizaría un importante nivel de audiencia. Las acusaciones mutuas sobre falta de imparcialidad, avivadas estos días por la bronca de Cospedal en Los Desayunos, han acabado por empantanar la situación.

Una partida similar se juega en la capital entre Alberto Ruiz Gallardón y Jaime Lissavetzky. El alcalde de Madrid se comprometió ayer a celebrar el próximo 16 de mayo el primer debate electoral de la historia en las redes sociales, a lo que  el ex secretario de Estado para el Deporte respondió desde su Twitter: “Ya hemos manifestado nuestro acurdo a un debate online y pedimos dos debates en televisión. Uno de ellos en TVE con Gallardón o, si no quiere, Botella”.

Sin tradición ni obligación legal

Pero Lissavetzky no es el único que quiere un cara a cara con el alcalde madrileño. El primer edil de Barcelona, Jordi Hereu, sorprendió pidiendo enfrentarse con Gallardón para exponer a los ciudadanos dos modelos diferentes de ciudad. Mientras, el tercero en discordia en la ciudad condal, el popular Alberto Fernández Díaz, pretende debatir a solas con Hereu, algo que ya ha conseguido el candidato de CiU, Xavier Trias.

Otro campo de batalla entre socialistas y populares es Extremadura. En esta comunidad, clave para interpretar el resultado nacional del 22-M, se habían previsto seis cara a cara entre Guillermo Fernández Vara y José Antoni Monago, pero es probable que finalmente no se produzca ninguno. Desde el PP se insiste en incluir dos más, pero televisados al estilo tradicional, ya que los planteados hasta ahora tienen lugar en diferentes instituciones de la región y con participación del público.

Los ejemplos abundan, ya que España sigue siendo una excepción democrática en cuanto a la celebración de debates. En elecciones generales, solo han tenido lugar en dos ocasiones: en 1993, entre Felipe González y José María Aznar; y en 2008, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. El problema radica en que, por regla general, aquellos candidatos que se han negado a participar no han sido castigados por el electorado, y ha resultado más fácil escabullirse que arriesgarse a perder. Además, los partidos renunciaron a incluir su obligatoriedad en la reforma de la ley electoral, apelando a que sea la costumbre democrática la que se imponga de forma natural.

Claro que acusar a un adversario de cobardía se ha convertido también en un arma política. Así, José Bono irrumpió ayer en la precampaña para sentenciar que “no hay que esconderse, sino dar la cara”, al ser preguntado por un posible debate entre Barreda y Cospedal.

Los debates electorales se han convertido en nuevo motivo de bronca política entre PSOE y PP. En lugar de celebrarlos como norma general en todos los territorios, los dos grandes partidos juegan al gato y al ratón para provocar a su adversario, sacar ventaja en la organización del cara a cara o, simplemente, escurrir el bulto. A una semana de que comience oficialmente la campaña, los ciudadanos no saben si podrán ver un debate entre Esperanza Aguirre y Tomás Gómez, o entre José María Barreda y María Dolores de Cospedal.