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La nueva vida de cooperantes de los banqueros que arruinaron las cajas gallegas
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La nueva vida de cooperantes de los banqueros que arruinaron las cajas gallegas

Pego y Estrada clasifican alimentos para personas sin recursos y Gayoso colabora en la integración de extoxicómanos en regímenes de semilibertad

Foto: El exdirector general de NCG José Luis Pego (i), el gestor de la oficina de integración, Óscar Rodríguez Estrada (2i), el exdirector general adjunto ejecutivo Javier García de Paredes (2d) y su abogado
El exdirector general de NCG José Luis Pego (i), el gestor de la oficina de integración, Óscar Rodríguez Estrada (2i), el exdirector general adjunto ejecutivo Javier García de Paredes (2d) y su abogado

José Luis Pego y Óscar Rodríguez Estrada han cambiado de banco. De aquellas cajas de ahorro de sueldos de escándalo, coches con chófer y jubilaciones millonarias que contribuyeron a arruinar han pasado al menos glamuroso Banco de Alimentos de Vigo, donde realizan trabajos en favor de la comunidad que les permiten dormir fuera de la cárcel. Tras nueve meses en la prisión de A Lama, los exdirectivos de las cajas gallegas disfrutan ahora de un segundo grado flexible, con el que pueden volver a sus casas con la obligación de realizar trabajos sociales hasta que cumplan la totalidad de la condena.

Pego y Estrada no son los únicos directivos de la antigua Novagalicia condenados por sus prejubilaciones que, en vísperas navideñas, han empezado a disfrutar de un régimen de semilibertad. Gregorio Gorriarán participa en un programa de mediación financiera y Ricardo Pradas comparte clases como profesor universitario de laboral con programas de atención a indigentes, de forma que salen parcialmente de Soto del Real. Y por supuesto está el pionero de los cajeros en las labores sociales, Julio Fernández Gayoso, presidente de la caja que resultó de la fusión, que colabora desde agosto en la rehabilitación de toxicómanos a través de la Fundación Érguete.

Foto: José Luis Pego, ex director general de Novacaixagalicia, uno de los cinco condenados. (EFE)

Es muy posible que entre los necesitados que acuden al Banco de Alimentos en busca de ayuda más de uno se arruinara con una hipoteca de Caixanova. Al fin y al cabo, los negocios inmobiliarios estuvieron en el origen de todos los problemas que acabaron primero en la fusión con Caixa Galicia –otra adicta al ladrillo— y después en un rescate que costó 9.159 millones de euros de dinero público. Pero difícilmente se verán las caras, porque al menos de forma inicial, la institución solidaria ha destinado a ambos al almacén de Sárdoma (Vigo), donde su cometido consiste en clasificar y mover alimentos en las instalaciones centrales.

Su día a día transcurre entre palés con alimentos que ayudan a descargar, preparando pedidos y realizando otras tareas como ordenar la leche por su fecha de caducidad. “Como cualquier otro voluntario”, relata el presidente del Banco de Alimentos de Vigo, Pedro Pereira. En estas vísperas navideñas, casi 40 voluntarios trabajan codo a codo en el almacén alquilado para la ocasión, en su mayoría jubilados. En las dos semanas que llevan participando en esta recogida solidaria, el comportamiento de los dos banqueros ha sido intachable. “Llegan puntuales a las 9 de la mañana y están con nosotros hasta las 13,30, igual que todo el mundo, y sin problemas de ningún tipo”.

[Tres exdirectivos de NCG ofrecen de fianza sus pensiones pendientes]

Despojados de los elegantes trajes que vestían cuando manejaban los fondos de la principal institución crediticia de Galicia, Pego y Estrada no llaman la atención del resto de los trabajadores de la ONG. “Aquí se viene a trabajar, no a hacer amistades. Da igual que sean banqueros o albañiles: llegan, colaboran y se van”, relata Pereira. Aunque es cierto que allí también colaboran otros presidiarios en programas de reinserción con los que comparten tareas, como un taxista que cumple condena por una agresión que se ha convertido en uno de sus nuevos compañeros.

El Banco de Alimentos confirma diariamente a Prisiones que los ilustres cooperantes cumplen su horario, y cada dos semanas emite un informe con una evaluación de su trabajo. Es una rutina que la veterana institución viguesa conoce bien, ya que son ya muchos los años que lleva colaborando con la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. “Hemos llegado a tener hasta a 10 personas enviadas por el juez; la última, un condenado de la Operación Nécora que cumple 18 años de prisión”, afirma el director.

Hemos llegado a tener hasta a 10 personas enviadas por el juez; la última, un condenado de la Operación Nécora

Los primeros banqueros que entraron en prisión en España para cumplir una condena por fraude financiero recibieron a mediados de octubre sus primeros permisos carcelarios, concedidos por el juez central de Vigilancia Penitenciaria cuando habían cumplido nueve meses de condena. La labor de voluntariado les permite salir de prisión durante el día para realizar programas de reinserción social y dormir en sus domicilios los fines de semana.

Julio Fernández Gayoso fue el primero de los cinco banqueros de Novagalicia condenados en quedar en semilibertad, una vez cumplida la cuarta parte de la condena de dos años como cooperador en los delitos de apropiación indebida y administración desleal, y haber devuelto de forma solidaria con el resto de los exdirectivos de la entidad condenados los 10,4 millones de euros que percibieron indebidamente por prejubilaciones del banco y planes de pensiones. A sus 85 años, y aquejado de un severo problema de cervicales, debe presentarse diariamente en las oficinas que la histórica institución de ayuda al toxicómano Érguete, en la calle de Martínez Garrido de Vigo, como medida previa a la concesión de la libertad condicional.

Foto: Los exdirectivos de Novacaixagalicia, el exdirector general José Luis Pego (i), el gestor, Óscar Rodríguez Estrada (2i), el exdirector general adjunto Javier García de Paredes (2d) y el abogado Ricardo Pradas (d). (EFE)

“Aprovechamos su experiencia para que nos ayude con la contabilidad de la fundación. Revisa las facturas, supervisa las memorias de los proyectos, repasa las documentaciones…” Carmen Avendaño, presidenta de la fundación y conocida por su larga trayectoria en la lucha contra el narcotráfico, considera a Gayoso –con quien compartió durante años un puesto en el consejo de administración de Caixanova- un trabajador ejemplar, pero solo “en la medida en la que su estado de salud se lo permite”. “Contribuye como uno más, pero sus condiciones son las que son, por su edad y por su problema relativamente agudo de espalda”, añade Avendaño, que ha propuesto al juzgado que le reduzca la jornada de 9 a 14 horas que mantiene el exbanquero o que le exima de la obligación de acudir a diario.

Avendaño, la persona que propuso que el interno participara en sus planes ocupacionales orientados a la integración laboral de exdrogodependientes, habla de él con el respeto que en muchos sectores de la ciudad aún se le tiene a quien durante 41 años fue director general de Caixavigo y su sucesora Caixanova. “Siempre hizo una labor social importante: la primera guardería para madres trabajadoras, el centro social, la universidad. Puede que fuera su obligación, pero otras cajas no lo hicieron”, le defiende. Pero asegura la presidenta de Érguete que, pese a sus opiniones, en la oficina Gayoso es uno más.

La navidad llega con la mayoría de los banqueros de las antiguas cajas gallegas en regímenes de semilibertad, aunque ninguno de ellos disfrute todavía del tercer grado. José Luis Méndez, director general durante 30 años de Caixa Galicia –la más tóxica de las que se fusionaron–, observa el destino de todos ellos apaciblemente desde la calle, pese a haberse jubilado con 18 millones de euros tras arruinar la entidad.

José Luis Pego y Óscar Rodríguez Estrada han cambiado de banco. De aquellas cajas de ahorro de sueldos de escándalo, coches con chófer y jubilaciones millonarias que contribuyeron a arruinar han pasado al menos glamuroso Banco de Alimentos de Vigo, donde realizan trabajos en favor de la comunidad que les permiten dormir fuera de la cárcel. Tras nueve meses en la prisión de A Lama, los exdirectivos de las cajas gallegas disfrutan ahora de un segundo grado flexible, con el que pueden volver a sus casas con la obligación de realizar trabajos sociales hasta que cumplan la totalidad de la condena.

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