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Estos colegios canarios "salvan" barrios y pueblos pero están en decadencia: "Son los grandes olvidados"
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"MÁS TIEMPO PARA EL ALUMNO"

Estos colegios canarios "salvan" barrios y pueblos pero están en decadencia: "Son los grandes olvidados"

En los últimos años, Canarias ha cerrado 48 escuelas unitarias por ausencia de alumnado o carencia de servicios como transporte o comedor. En estos colegios, habituales del rural, comparten aula alumnos de distintas edades

Foto: Un alumno completa su tarea en un colegio de Canarias. (EFE/Ángel Medina)
Un alumno completa su tarea en un colegio de Canarias. (EFE/Ángel Medina)

La compleja orografía de Canarias complicó el acceso de los más pequeños de la familia a centros escolares cercanos, por lo que las escuelas rurales, o también conocidas como unitarias, hicieron que muchos padres y abuelos canarios estudiaran relativamente cerca de casa. Se trata de colegios ubicados en entornos donde las poblaciones no alcanzan los 1.000 habitantes y en los que hay un grupo reducido de niños y niñas de distintos niveles y edades que conviven en la misma clase.

En Canarias se organizan en torno a los Colectivos de Escuelas Rurales (CER), que cuentan con profesorado especialista en todas las áreas. Los profesores acuden a las diferentes escuelas que componen el CER teniendo la condición de "docentes itinerantes" disponiendo de media hora para desplazarse, en horario escolar, a otro centro.

Según datos del Gobierno de Canarias, en el archipiélago hay 24 CER y 121 CEIP (Colegio de Infantil y Primaria), quedando 32 CEIP en Gran Canaria; 27 CEIP en Tenerife; 27 en La Palma; 13 en Lanzarote; 10 en Fuerteventura y 5 en La Gomera y El Hierro. Unas cifras que cada año disminuyen por no alcanzar el mínimo de alumnos, estipulado en un mínimo de 6. En los últimos diez cursos, cerraron 48 CEIP en las islas por falta de estudiantes o carencia de servicios, como el transporte o el comedor. Y este es un problema que preocupa, especialmente en la Canarias más rural.

Foto: Visto de Los Cristianos, en Tenerife.

Luisfer Cabeza estudió en una escuela rural en Genovés, en Garachico, al norte de la isla de Tenerife, y afirma que "son colegios que acabarán desapareciendo con el tiempo". Pero indica que es un problema que va más allá: "Muchas veces, la existencia de esos colegios supone la supervivencia de los barrios".

Recuerda con nostalgia su época de estudiante: "Se dio la casualidad que un año solo nació una persona en el barrio, así que un curso quedó desierto porque justo ese niño repitió y estaban cuarto, quinto y sexto en una misma clase". Señala que "la educación unitaria no es deficiente si se compara con otras": "Recuerdo estar en quinto de Primaria en la misma clase con compañeros de cuarto, escuchando y repasando lo que ya sabía, pero también viendo lo que se daba en sexto", por lo que, a su juicio, es una ventaja que en otros colegios no se tiene y ayuda en el aprendizaje. Además, valora la "atención personalizada que te puede dar el profesor y que depende mucho de que se sepa, o no, adaptar a una clase unitaria".

"Mucho más que una clase"

De sus casi 70 años de edad, Juana María Hernández dedicó 37 años de su vida a ser profesora en su isla de El Hierro natal, desde 1978 hasta su jubilación en 2015. De esos, 31 años fueron en la Escuela Unitaria de El Mocanal, centro que hoy lleva su nombre. "Los profesores especialistas no llegaron hasta avanzada la década de los ochenta, así que nosotros impartíamos de todo. Además, a día de hoy aún tienes que hacer de secretario, tesorero, coordinador o director, incluso avisar de averías al Ayuntamiento", recuerda.

"En la unitaria luchábamos para que los alumnos fueran bastante autónomos y práctico para los alumnos, que ellos tuvieran relación con el entorno y el medio fuera de la escuela", valora. Recuerda con añoranza cómo al llegar las fechas navideñas, iban a la panadería del pueblo "a hacer dulces": "Los de Infantil marcaban dibujos con los moldes; los de Primaria hacían polvorones o mantecados y el día de la fiesta de Navidad, lo compartíamos todo". Ahí, señala que "no solo conocías una profesión, sino también conocimientos prácticos como cuántos gramos componían un kilo, la multiplicación contando galletas… Los alumnos veían lo práctico que era aprender y les encantaba". A día de hoy, alumnos e incluso hijos de estos, que también les dio clase, se lo recuerdan.

"Las grandes olvidadas"

Alba Martín, por su parte, es una joven profesora de 25 años cuya primera experiencia laboral llegó este curso en 4 centros del CER Guía de Isora, en el Sur de Tenerife. "Cuando llegas a una unitaria por primera vez, y más en mi caso, se hace muy duro, te das de frente con la realidad y en un aula tienes niños de 3, 11 o 7 años a los que hay que atender y adaptar todo el material", comenta. "Estos colegios son los grandes olvidados porque, a pesar de tener buenas instalaciones, en cuanto a materiales, los presupuestos son muy ajustados. Si queremos contratar una guagua y tenemos ocho alumnos en un centro, nos limitamos a hacer salidas, incluso las cancelamos, porque no salen al mismo precio que para otro centro", añade.

Martín lanza un mensaje y pide quede se promocionen las escuelas unitarias para que puedan seguir hacia adelante y se evite, así, su desaparición. Lamenta que, con la tendencia actual, se pueda "perder esa tradición, que es algo muy enriquecedor para los niños: aprenden a ser autónomos".

El estigma

Raico Báez sabe lo que es ejercer la docencia en centros convencionales y, este año, lo hace en el CEIP Nuestra Señora del Buen Viaje, en Granadilla de Abona, en el sur de Tenerife. Imparte clase de Religión y en una misma clase tiene hasta seis niveles distintos. Por ello, explica sus trucos: "Es fundamental la organización y preparación de las clases porque no es lo mismo estar en un aula con 25 alumnos de un mismo nivel que con 8 de distintos".

Báez hace valoración sobre el estigma social que muchas veces recae sobre las escuelas unitarias. "Cuando conoces el funcionamiento real de estos centros, es un auténtico lujo para los padres, porque que tu hijo esté con 7 compañeros y que el profesor le pueda dedicar el quíntuple de tiempo que en cualquier otro cole, se nota", reivindica. Además, expresa que "el ambiente es mucho más familiar y los niños se sienten mucho más cómodos".

La compleja orografía de Canarias complicó el acceso de los más pequeños de la familia a centros escolares cercanos, por lo que las escuelas rurales, o también conocidas como unitarias, hicieron que muchos padres y abuelos canarios estudiaran relativamente cerca de casa. Se trata de colegios ubicados en entornos donde las poblaciones no alcanzan los 1.000 habitantes y en los que hay un grupo reducido de niños y niñas de distintos niveles y edades que conviven en la misma clase.

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