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En un piso de menores varados en Canarias: "No les gusta que hablemos con sus familias"
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En un piso de menores varados en Canarias: "No les gusta que hablemos con sus familias"

El Archipiélago tiene a 5.477 menores acogidos en 76 centros repartidos por la geografía canaria. El 99% de ellos, al cumplir la mayoría de edad, siguen su tránsito migratorio para encontrarse con su familia

Foto: Un grupo de menores no acompañados en Tenerife. (EFE/Alberto Valdés)
Un grupo de menores no acompañados en Tenerife. (EFE/Alberto Valdés)

La vida en un centro de acogida de menores no acompañados es como la de cualquier casa con una familia grande, solo que, en esta ocasión, no son de sangre, muchas veces la procedencia no es la misma, las edades son distintas y conviven más de 30 personas. Una realidad de los miles de menores no acompañados que han llegado a Canarias en los últimos años y que esperan viajar a otros países para reencontrarse con su familia o crear un futuro en las Islas para crecer profesional y económicamente.

El incremento en el número de llegadas de este año, que ya quintuplica la cifra del año pasado por estas mismas fechas y está alrededor de 14.500 personas, según los datos del Ministerio, vuelve a poner contra las cuerdas a los 76 centros de acogida de menores no acompañados. Durante el último mes la ocupación estuvo por encima de los 5.484 menores, pero es una cantidad que puede variar en función de horas si una nueva embarcación arriba a costa y tiene alguno en su interior.

Foto: Los seis activistas en huelga de hambre en Tenerife. (EFE/Alberto Valdés)

La Asociación Coliseo, en Tenerife, se especializa en la gestión de Centros, Pisos y Residencias de acogida a menores, especialmente adolescentes, tanto de protección como de ejecución de medidas judiciales. Tras la constante llegada de menores a Canarias, pusieron en marcha 11 Dispositivos de Emergencia para Menores Extranjeros No Acompañados (DEMENA). Se trata de casas donde acogen en torno a 30 niños en cada una.

Pedro García es el coordinador y afirma, con certeza, que todos los centros están sobre ocupados: "Donde antes había una habitación grande que cabían dos literas, ahora hay tres". "No es lo mismo trabajar con 36 menores que con 25 porque, aunque se contrata más personal, la atención que se le da a cada uno no es la misma y el objetivo debe ser este por el bien de todos ello", corrobora.

Foto: Una mujer extranjera observando un mapa en la playa de Las Canteras, en Canarias. (REUTERS/Borja Suarez)

Esta asociación trabaja con casas pequeñas que tengan capacidad para 30 chicos, aunque el ideal para ellos está en 25. "La realidad es la que es, los chicos están bien a pesar de la sobreocupación que hay, pero sería fundamental ir bajando el número haciendo traslados o abriendo nuevos centros", añade.

La distribución de los niños cuando llegan es compleja porque las niñas van a centros distintos: "Cuando llegan a costa, nos llaman a las asociaciones desde la Dirección General para ver las plazas libres e ir ocupándolas". Ahí comienza otro protocolo y varios criterios porque, por ejemplo, cuando llegan hermanos tienen que ir juntos y hay que valorar todas las posibilidades para que no se separen. "El resto de menores, dependiendo de la afinidad que tengan, que es la Policía quien nos informa y lo detecta, se reparten y convivirán juntos", señala.

Foto: El ministro de Política Territorial, y expresidente de Canarias, Ángel Víctor Torres. (EFE/Kiko Huesca)

Este periódico ha podido visitar DEMENA Las Galletas II, en Tenerife, donde hay 36 menores, los últimos acogidos tras llegar el pasado fin de semana en distintas embarcaciones a otras islas. Se respira felicidad, alegría y vitalidad. Muchos de ellos hablan en un perfecto castellano, otros lo intentan y hay quien desiste a pesar del intento de los educadores. Por Ley todos los menores tienen que estar escolarizados, así que, salvo los mayores de 16, todos van al colegio. De 16 a 18 años intentan hacer una Formación Profesional (FP). García aclara que "tienen el hándicap de los idiomas, así que les insistimos en dar apoyo para que aprendan y, después, comienzan una rutina donde tienen tiempo de ocio, de salidas individuales, de quedar con amigos del colegio… en definitiva, de hacer vida como cualquier niño de su edad".

Una vez cumplen 18 años se abren varias vías. "El 99% de ellos salen con permiso de residencia y permiso de trabajo, así que muchos consiguen un trabajo y comparten piso con otros chicos que ya han salido del centro", comenta García. Sin embargo, para ellos las islas son de paso porque muchos quieren ir a la Península, Francia, Bélgica, Holanda e Italia para reagruparse o reunificarse con sus familias. Pese a ello, "algunos cumplen la mayoría de edad y necesitan estar algún tiempo más aquí hasta que se les consigue una alternativa, no los dejamos en la calle", recalca el coordinador. Por este motivo, desde la asociación "se trata de conseguir un piso para menores tutelados o reunir un poco de dinero para que pueda alquilarse una habitación, o una casa, con algún compañero mientras le ayudamos con la reagrupación familiar".

Foto: Panorámica de La Orotava el Puerto de la Cruz, en Tenerife. (EFE/Alberto Valdés)

García comenta que mantienen contacto con las familias. "Nosotros tenemos mediadores y lo que hacemos con ellos es mantener contacto, de manera frecuente, cada 15 días o dependiendo del caso, contacto con la familia en el país de origen", añade. Lo hacen para solicitarles información, para dar un feedback de cómo están ellos o de cómo se comportan. Sin embargo, entre alguna sonrisa de los chicos, García concluye que "a muchos de ellos no les gusta que hablemos con la familia porque saben que le vamos a decir todo y a ellos no les interesa, pero son sus padres y sus madres y tienen el derecho de saber cómo están sus hijos".

Uno de los chicos no paraba de reírse, se trata de un adolescente de 17 años, de origen marroquí, que lleva un año en la casa de acogida. Sorprende que no se levantó del ordenador en ningún momento donde "está haciendo un FP para aprender informática". "Me gustan mucho las islas, son muy bonitas y nos tratan muy bien". Al ser preguntado por su futuro, sigue sonriendo y con esperanza dice "quiero ser futbolista, pero también voluntario y poder ganar dinero para ayudar a mi familia y a quienes están como yo".

Foto: Un alumno completa su tarea en un colegio de Canarias. (EFE/Ángel Medina)

Todos, una vez cogían confianza, hablaban español y se acercaban a comentar que querían ser futbolistas. En el rato que estuvo El Confidencial en la casa, no paraban de tener un balón en los pies y hubo hasta quien hacía de entrenador, "como Pep Guardiola". Destacó un niño de 12 años con una sudadera del Club Deportivo Tenerife, era de los últimos que habían llegado aunque el español era fluido. "Me gusta mucho ir al colegio y también el Tenerife. Tengo amigos con los que juego a fútbol y algún día lo haré en algún equipo", comentaba este niño senegalés que se integraba con sus compañeros como uno más pese a ser el más pequeño del centro.

Por último, se acercó otro chico senegalés, de 17 años, que tenía la rutina tan aprendida que sorprendía: "Nosotros nos levantamos, nos duchamos, desayunamos, vamos a clase, volvemos, almorzamos, después estamos haciendo nuestras cosas o estudiamos, merendamos y salimos algunos días: de lunes a viernes hasta las 8 y los fines de semana hasta las 9".

Una rutina que les marcará el futuro porque no solo jugaron a fútbol, nos damos la vuelta y había quien estaba barriendo, recogiendo la ropa de sus compañeros o cogiendo limones en un pequeño jardín que tenían limpio de malezas y perfectamente cuidados. Es la esperanza y la ilusión de esos niños que esperan, algún día, volver a fundirse en un abrazo con su familia, esa que dejaron atrás para buscar un futuro mejor.

La vida en un centro de acogida de menores no acompañados es como la de cualquier casa con una familia grande, solo que, en esta ocasión, no son de sangre, muchas veces la procedencia no es la misma, las edades son distintas y conviven más de 30 personas. Una realidad de los miles de menores no acompañados que han llegado a Canarias en los últimos años y que esperan viajar a otros países para reencontrarse con su familia o crear un futuro en las Islas para crecer profesional y económicamente.

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