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Botánicas, la exposición donde la historia de la fotografía conversa con la naturaleza
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Botánicas, la exposición donde la historia de la fotografía conversa con la naturaleza

La muestra, compuesta por los fondos de la fundació Per Amor a l’art y comisariada por Vicent Todoli, encuentra un espacio idóneo en el Real Jardín Botánico madrileño

Foto: Pierre Verger. (Per Amor a l'Art)
Pierre Verger. (Per Amor a l'Art)

Los primeros usos a los que se destinó el pabellón de Villanueva fueron los de invernadero. Se puede apreciar en una de sus alas, donde entra la luz de forma torrencial. Visitar una exposición en estas instalaciones es uno de esos pequeños placeres que el madrileño puede darse. Un tiempo que casi siempre asociamos a la primavera y el verano, pero que debido al cambio climático ahora también es posible hacerlo.

A ello acompaña, además, una exposición como ‘Botánicas’, perteneciente a la colección fotográfica de la fundación valenciana "Per Amor a l'Art". Es decir, una de las instituciones privadas más prestigiosas de la península, que atesora una colección de más de 2.600 obras, asociadas a 200 autores. Su principal función, que también es pública, permite que de sus fondos se hayan rescatado aquellas series que juegan y muestran la relación del arte con la naturaleza. Detrás de la selección se encuentra un peso pesado, Vicent Todolí, patrono de la fundación, director de museos como el IVAM valenciano, la Tate de Londres o la Fundación Serralves de Oporto, y gran amante de todo aquello que esté asociado a la botánica.

placeholder Karl Blossfeldr. (Per Amor a l'Art)
Karl Blossfeldr. (Per Amor a l'Art)

Un jardín fotográfico

Esteban Manrique, director del Real Jardín Botánico, destacaba el día de su inauguración que la muestra es “una mirada fotográfica y estética que pone en valor las plantas como elemento de inspiración artística y a la biodiversidad vegetal como elemento a proteger ante la continua agresión por las actividades humanas”.

Sin embargo, ‘Botánicas’ va mucho más allá de ese perfil social y activador que comenta Manrique. En las dos salas que se han utilizado de este palacete podemos viajar en el tiempo y recorrer las diferentes maneras en las que la fotografía, el cine (ahí están los fotogramas ampliados de Jonas Mekas) y la pintura (con las litografías sobre papel de Richard Hamilton de los años 70 como principal reclamo) han utilizado las plantas y flores en su beneficio.

‘Botánicas’ no deja de lado su carácter de inventario que permite clasificar y ordenar el mundo

“La representación de la naturaleza está en el origen del arte de la pintura, pero también en los orígenes de la práctica fotográfica, cumpliendo uno de los máximos ideales del romanticismo, el de la imagen como materialización del absoluto”, recordaba Nuria Enguita en el catálogo de la muestra, donde citaba a Paola Cortés-Rocca.

La nómina de autores, que recorre la historia del arte, es apabullante: Nobuyoshi Araki, Thomas Ruff, Richard Hamilton, Karl Blossfeldt, Imogen Cunningham, Hans-Peter Feldmann, Eikoh Hosoe, Juan del Junco, Jochen Lempert, Jonas Mekas, Mathieu Mercier, Albert Renger-Patzsch, Alessandra Spranzi y Pierre Verger. ‘Botánicas’ no deja de lado su carácter de inventario, aquel que permite editar, clasificar y ordenar el mundo que tenemos delante.

Las piezas fotográficas, mostradas a modo de series, permiten que por nuestra cabeza pasen temas como la apropiación o el colonialismo, tan actuales hoy día. También reflexionar a partir de las diferentes variantes para las que ha servido apuntar con una cámara. “La fotografía posibilita la ilusión de evitar la muerte de la flor, ese instante bello y dramático de la vida de una planta que tiene un tiempo finito”, decía Carles Àngel Saurí, otro de los autores del catálogo que reúne una muestra de las láminas que pueden verse hasta el 20 de marzo en el Botánico.

placeholder Nobuyoshi Araki. (Per Amor a l'Art)
Nobuyoshi Araki. (Per Amor a l'Art)

“La fotografía congela ese instante y lo hace eterno; es, de una manera poética, una victoria frente a la muerte”. Resulta llamativo tener presente estas palabras cuando se pasea delante de la pared donde está completa la serie del fotógrafo japonés Nobuyoshi Araki, ‘Flower rondeau’, que registra flores en su última etapa, marchitándose. Una mirada que hace que ese instante sea eterno, haciendo que dudemos del final al que estamos destinados todos.

Algo parecido ocurre con el trabajo de Hans-Peter Feldmann, donde se apropia de coloristas imágenes deliberadamente kitsch. “Las flores de Feldman borran la línea que separa lo objetivo de lo deseante y funden en una misma forma toda una historia de representaciones”, escribe Saurí.

Por otro lado, es necesario mencionar la conversación tan rica que se establece entre las fotografías de Imogen Cunningham, Pierre Verger y Karl Blossfeld, al inicio de una de las habitaciones. El último de ellos, máximo exponente del movimiento Nueva Objetividad, “un estilo documental que, como la Fotografía Directa en Estados Unidos, pretendía representar lo real sin ningún tipo de subjetividad”, es el vivo ejemplo de esa intención que consiste en convertir la naturaleza en arte. O al revés, la naturaleza que crea arte.

Por amor al arte

“La exposición se pudo ver por primera vez en Valencia, en la sede de la fundación, en la antigua fábrica rehabilitada Bombas Gens”, comenta por teléfono Sandra Guimaraes, directora artística desde hace año y medio de la institución. Desde la creación de este espacio se ha intentado siempre que la colección de Jose Luis Soler y Susana Lloret esté al alcance de todos, recalca insistentemente. Haciendo ver ese perfil público y filantrópico que el matrimonio valenciano ha intentado transmitir.

placeholder Juan del Junco.
Juan del Junco.

Todoli comentaba recientemente que este camino abierto, ampliado en el botánico, donde la muestra ha crecido en número de obras, ha hecho que el intercambio sea mucho más rico y fructífero. "Se trata de un nuevo hilo conductor, el botánico, para seguir presentando la colección. Este surgió con la adquisición de varias obras con motivos vegetales de los años 20, de Imogen Cunningham, a las que se sumarían otras piezas de la época firmadas por Karl Blossfeldt o Albert Renger-Patzsch”, indica. “Buscaban la abstracción de las plantas, el arte que crea la naturaleza... y nosotros hemos reunido sus obras y las de otros autores posteriores y hemos generado un diálogo entre ellas".

Un diálogo que ahora nos toca a nosotros continuar, en la medida de lo posible, saliendo al jardín botánico y tomando nuestras propias fotografías de los árboles y plantas que hay en el exterior. Un giro tan delicioso como ideal.

Los primeros usos a los que se destinó el pabellón de Villanueva fueron los de invernadero. Se puede apreciar en una de sus alas, donde entra la luz de forma torrencial. Visitar una exposición en estas instalaciones es uno de esos pequeños placeres que el madrileño puede darse. Un tiempo que casi siempre asociamos a la primavera y el verano, pero que debido al cambio climático ahora también es posible hacerlo.

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