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Larga vida al César Carlos, la factoría de ministros, catedráticos y altos cargos del Estado
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Pieza clave en la Transición

Larga vida al César Carlos, la factoría de ministros, catedráticos y altos cargos del Estado

El colegio mayor, dedicado íntegramente a la preparación de opositores a la Función Pública, cumple 75 años con su método intacto. "No hay mayor satisfacción que servir a la sociedad", dijo Felipe VI durante el acto conmemorativo

Foto: El rey Felipe VI, junto al ministro de Universidades, Joan Subirats, durante el acto del 75 aniversario del Colegio César Carlos. (EFE/Daniel González)
El rey Felipe VI, junto al ministro de Universidades, Joan Subirats, durante el acto del 75 aniversario del Colegio César Carlos. (EFE/Daniel González)

Tiene nombre de emperador y la fama del panteón de hombres ilustres. Está ubicado en el Madrid universitario, como tantos otros colegios mayores, aunque en ningún caso puede considerarse como uno más. El César Carlos, que celebra su 75 aniversario, continúa como el único centro para opositores a los cuerpos superiores de la Administración Pública y doctorandos. Su historia, sin embargo, trasciende de su método. Francisco Franco lo levantó a mediados del siglo XX para formar a las futuras élites del país, pero paradójicamente mutó en una especie de disidencia que desembocó en la Transición. Y esta particular factoría de tecnócratas, décadas después, sigue a pleno rendimiento.

Foto: El Rey ha vuelto a la Universidad Autónoma para el 30 aniversario de su licenciatura en Derecho. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El movimiento de este miércoles a las puertas del colegio, en la calle de Don Ramón Menéndez Pidal, advertía que no era un día cualquiera. El rigor y la disciplina de los opositores encontró un inciso por la efeméride. Veteranos colegiales se reencontraron y los aspirantes que todavía hincan los codos salieron del búnker (como lo llaman) y se unieron a las bodas de brillantes. Risas, recuerdos, sueños y un singular sentimiento de pertenencia.

El rey Felipe VI, que recibió el Botón de Oro del colegio, presidió el acto y se deshizo en elogios ante los servidores públicos del presente y el futuro. "No hay mayor satisfacción que servir a la sociedad. Y sirviendo a la sociedad, servir a España y a nuestros valores constitucionales", declaró. También estuvo presente el ministro de Universidades, Joan Subirats, y el actual rector de la institución, Antonio Valverde.

Nombres ilustres

Los ministros, catedráticos, embajadores, magistrados, fiscales, notarios, administradores civiles o abogados del Estado que pasaron por el Colegio César Carlos se cuentan por decenas y llegan hasta nuestros días. Sirvan algunos ejemplos para medir el alcance. Dos de los doce presidentes del Tribunal Constitucional desfilaron por el centro, Miguel Rodríguez Piñero y Álvaro Rodríguez Bereijo. El primer consejo de ministros de Adolfo Suárez contó con tres de sus alumnos, Jaime García Añoveros, Sebastián Martín-Retortillo y Luis Cosculluela. Y se calcula que en torno al 20% del cuerpo diplomático español ha pasado por el colegio.

Mercedes Caballero, titular de la Secretaría General de Fondos Europeos, también estudió allí. Lo cierto es que tres cuartos de siglo han dado para mucho y la lista es prácticamente inabarcable, con otros nombres como Pío Cabanillas, Inocencio Arias, Alberto Aza, Manuel Broseta o Torrente Ballester.

placeholder Antiguos alumnos y opositores del Colegio César Carlos, junto a Felipe VI, en el 75 aniversario del centro. (EFE)
Antiguos alumnos y opositores del Colegio César Carlos, junto a Felipe VI, en el 75 aniversario del centro. (EFE)

La constitución del colegio mayor durante el régimen contrasta con la naturaleza que adquirió, concebido como un lugar de refugio para el debate y el diálogo, lo que terminó por derribar los muros del franquismo desde dentro. "Era una isla de democracia en un sistema autoritario", declara a El Confidencial David Lafuente, rector del Colegio César Carlos entre 2008 y 2013 y ahora director gerente de su fundación. Nunca, ni siquiera con Franco, tuvo vinculaciones ideológicas.

El colegio está enfocado exclusivamente en la preparación de cátedras universitarias y las oposiciones de cuerpos superiores. Y las puertas están abiertas para todos. La comunidad que conforma la institución coincide en destacar su vocación pública, al margen de cualquier elitismo. El centro, dependiente del Ministerio de Universidades, está parcialmente subvencionado, con un coste de 700 euros mensuales para los internos, muy por debajo de otros colegios mayores. Lafuente, ahora administrador civil del Estado, reivindica esta labor. "Si no hubiera sido por eso, yo no habría podido estudiar las oposiciones", añade. Con un sistema basado en ocho horas diarias de estudio, incluyendo fines de semana y vacaciones, priman dos requisitos de admisión: la excelencia académica y la vocación social.

Dos de los doce presidentes del Constitucional pasaron por el César Carlos, igual que el 20% del cuerpo diplomático de España

El César Carlos funciona con un modelo de autogobierno casi inédito, donde el centenar de alumnos eligen al rector. Si bien las mujeres no estaban aceptadas al comienzo, en los años 80 se acordó su inclusión. Un extremo que define el papel de la institución y que abrió el camino a otros colegios mayores.

"Vivís aquí el universalismo de la cultura, la exigencia de vuestra responsabilidad, el espíritu de servicio, la solidaridad en la vida en común y la honradez y rectitud en las conductas. Algo que ha permanecido invariable en estos 75 años de trayectoria y en medio de realidades cambiantes de la historia de España", añadió don Felipe.

Es cierto que el centro conserva su aura especial a pesar del tiempo. La huella de la historia está en cada rincón o pasaje del colegio. El actual edificio, levantado en 1974, fue diseñado por el arquitecto Alejandro de la Sota. Y hasta el antiguo capellán del César Carlos tenía una historia que contar. Era Jesús Aguirre, que posteriormente se casó con la duquesa de Alba. Un cóctel muy particular que conforma lo que muchos de los colegiales llaman el "espíritu del César". "Esto es como un bolero, fácil de sentir, pero difícil de explicar", concluye el exrector y director de la fundación.

Tiene nombre de emperador y la fama del panteón de hombres ilustres. Está ubicado en el Madrid universitario, como tantos otros colegios mayores, aunque en ningún caso puede considerarse como uno más. El César Carlos, que celebra su 75 aniversario, continúa como el único centro para opositores a los cuerpos superiores de la Administración Pública y doctorandos. Su historia, sin embargo, trasciende de su método. Francisco Franco lo levantó a mediados del siglo XX para formar a las futuras élites del país, pero paradójicamente mutó en una especie de disidencia que desembocó en la Transición. Y esta particular factoría de tecnócratas, décadas después, sigue a pleno rendimiento.

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