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La historia de los ultramarinos gourmet que sobreviven desde hace 90 años en el barrio de Salamanca
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MANTEQUERÍAS BRAVO

La historia de los ultramarinos gourmet que sobreviven desde hace 90 años en el barrio de Salamanca

Desde hace más de nueve décadas, estos particulares ultramarinos son uno de los comercios a conservar de la ciudad, con multitud de referencias y un nuevo público que sabe reconocer su valía

Foto: Una foto antigua de la tienda. (Mantequerías Bravo)
Una foto antigua de la tienda. (Mantequerías Bravo)

En el interior de Mantequerías Bravo, en un lugar destacado y elevado del interior del establecimiento, hay una vieja fotografía donde se puede ver cómo eran los ultramarinos primigenios. "La tenemos para que todo el mundo pueda saber cómo era entonces. Mucha gente nos pregunta por la disposición del mostrador y si tenía las mismas dimensiones que ahora", explica Elena Bravo, tercera generación de una de las tiendas señeras del barrio de Salamanca.

En algunas imágenes antiguas, en ese blanco y negro tan característico de hace casi un siglo, se puede observar a un hombre de gafas redondas y chaquetilla blanca; es Cruz Bravo, el abuelo de Elena y el hombre que fundó Mantequerías Bravo en 1931, hace 92 años. Detrás de un mostrador de madera, con miles de conservas a sus espaldas y un letrero que reza "Al contado", Bravo mira a la cámara con serenidad y seguridad. "Aún hay muchas señoras que le recuerdan", sigue contando Elena.

Más de 10.000 productores

Mantequerías Bravo se ha convertido en una referencia si hablamos de buen producto y trato ejemplar. Elena ha conseguido afianzar su nombre, también levantado por su padre Juan a finales de los ochenta, cuando llevaron a cabo la reforma del local y multiplicaron el número de botellas de vino que atesoraban. Hoy tienen más de 10.000 artículos diferentes. Hay de todo. Y todo de una calidad excelente.

"Hay productos que siempre están en la tienda porque hay gente que vuelve cada cierto tiempo y necesita encontrarlas", destaca sobre la diversidad de productos que hay a su alrededor. "Las dos marcas principales productoras de jamón que hay, Cinco Jotas y Joselito; algunas conservas, por ejemplo, que llevan desde que abrimos; o las galletas Birba, que están en la foto que tenemos de los años treinta de la tienda expuesta. Sale una lata de galletas igual que la que vendemos ahora, que es algo muy bonito para nosotros".

placeholder Ilustración. (Mantequerías Bravo)
Ilustración. (Mantequerías Bravo)

Bodegas legendarias

También algunas bodegas clásicas que no pueden faltar en ninguna tienda de vinos: "Me encanta todo lo que hace Telmo Rodríguez, o lo último que ha hecho Rioja Alta con 904, que acaba de salir al mercado. Es una barbaridad. Alión o Valbuena siempre son perfectos para vestir una buena mesa". La propietaria de Mantequerías Bravo se relame, a la vez que rememora los años en que su padre se juntaba con estos vinateros; eran los momentos en que los riojas y riberas comenzaron a despuntar: "Es un tiempo muy bonito, porque es también el momento de la gastronomía española".

Es una época en la que empieza a haber un despertar de las bodegas y de los productores de vino, que ya tienen un poquito más de formación y les apetece hacer algo mejor y vender el vino español de otra manera", destaca de esos años. Lo mismo le sucede al productor de quesos que ha empezado a viajar a ferias extranjeras, "que antes de todo era para nosotros y poco más". Elena escucha en casa muchas historias, contadas por su padre, al que a veces también se puede ver por la tienda. "Recuerdo al bodeguero Alejandro Fernández, el creador de Pesquera, charlar en casa con mi padre de cómo eran sus viajes al extranjero. También a Fernando Remírez de Ganuza o Pablo Peñalba Lopez, que fue uno de los fundadores de la denominación Ribera del Duero, por ejemplo. Era todo muy bonito para un amante del vino como era él", insiste.

placeholder Elena Bravo, frente al establecimiento. (Mantequerías Bravo)
Elena Bravo, frente al establecimiento. (Mantequerías Bravo)

El barrio de Salamanca

A los 14 años, Elena comienza a ayudar en la tienda. Primero son las campañas navideñas y luego todo el verano. Aunque sigue estudiando. Hace periodismo y ejerce su profesión en algunos periódicos, como ABC. También gestionando la imagen de instituciones como el Colegio de Montes, en Cristobal Bordiu, donde es jefa de prensa. No sería hasta hace cuatro años cuando decidió dejarlo todo para retomar nuevamente en el comercio. "Nunca me desvinculé del todo de Mantequerías, pero sí que es verdad que tenía mis trabajos. Lo que pasa que ya era el momento de decidir si queríamos continuar con esto. A mí es algo que me parece necesario", responde Elena sobre el porqué de continuar con Mantequerías Bravo.

A su alrededor, muchos comercios, tiendas y establecimientos han desaparecido. "Recuerdo Mantequerías Olmedo o Mantequerías Leonesas, que además estaban muy cerquita", señala. "Todo el barrio estaba salpicado de pequeños ultramarinos. Había muy buena relación entre todos los comercios del barrio. Ahora sigue habiendo". Aunque han desaparecido muchos restaurantes. Los últimos, El lago de Sanabria ("se jubiló y no tenía quien continuará con el negocio") y Mesón Casar ("tenía mucho guiso y plato con cuchara"). Y es que aparte de La Jurucha, "no hay en el barrio comida casera ahora mismo. Algún lugar donde comerte unas lentejas, un plato caliente, un filete con patatas".

Foto: Los bodegueros franceses protestan contra las importaciones españolas. (EFE/Guillaume Horcajuelo)

En esos años, comienzos de los 80 y principios de los 90, Elena recuerda un barrio lleno de familias ricas. "Entonces contaban con servicio en la casa, bajaban ellos, bajaban las señoras, o bajaba el servicio a diario", comenta: "No había la cantidad de alimentos que podemos encontrar ahora. Se cocinaba de otra manera los alimentos. Y se bajaba al mercado todos los días. Cada tienda tenía su servicio de entrega, con sus propios chavales, que funcionaba a diario. Hoy en día muy pocos nos podemos permitir funcionar de esta manera".

Escaparates y cestas de Navidad

Una de las principales aficiones de Elena es preparar los diferentes escaparates que adornan Mantequerías Bravo. Ahora hay uno precioso de Juvé & Camps, que ya adelanta lo que está por venir: las Navidades. "Me gusta poner escaparates temáticos. De mis días favoritos del año es el cambio del escaparate", reconoce. "Y siempre hay cosas nuevas que no había antes, para que sepan que han llegado cosas diferentes. Se decoran según la temporada también, hay de otoño y de verano, cuando ponemos arena de playa, y de primavera, y entonces ponemos flores de muchos colores".

placeholder El abuelo de Elena fundó Mantequerías Bravo en 1931, hace 92 años. (Cedida)
El abuelo de Elena fundó Mantequerías Bravo en 1931, hace 92 años. (Cedida)

Y en nada está por venir el de las cestas de Navidad. Uno de sus sellos distintivos. "Hay gente que ya ha venido y escoge despacito lo que quiere meter en sus cestas. Lo hace con un cariño especial", comenta de estos objetos, que ya ha empezado a organizar. Las hay que oscilan entre los 80 euros y los 2.500 euros: "Tenemos un pequeño catálogo de cestas que es orientativo. Pero lo divertido es pararse y elegir cada artículo. Lo que más nos divierte es poder personalizarlos y que haya siempre algo que el que lo recibe vea que está pensado para él".

Lo último —con lo que lleva ya bastante tiempo Elena— son las catas que realiza en la tienda, con las que invita a muchos de los productores más importantes del país. Por el local han pasado algunos de los mejores queseros, bodegueros o productores de jamón de España. "El año pasado tuvimos a Nicoleta Negrini, una de las mayores expertas en trufa, que enseñaba a cómo utilizar sus productos en la cocina", comenta: "Es una fiesta para mí".

En el interior de Mantequerías Bravo, en un lugar destacado y elevado del interior del establecimiento, hay una vieja fotografía donde se puede ver cómo eran los ultramarinos primigenios. "La tenemos para que todo el mundo pueda saber cómo era entonces. Mucha gente nos pregunta por la disposición del mostrador y si tenía las mismas dimensiones que ahora", explica Elena Bravo, tercera generación de una de las tiendas señeras del barrio de Salamanca.

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