El peatón se 'come' al coche en la calle de Alcalá: "El verdadero atasco estaba en la acera"

Uno a cero para el peatón en una de las vías más céntricas de Madrid. El anuncio del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, de instalar un bulevar que una la Puerta de Alcalá con la Plaza de Cibeles se ha recibido con gusto entre vecinos, comercios y turistas. También con algunas dudas, por ejemplo cómo afectará a la carga y descarga de vehículos o si darán nuevas licencias para terrazas a los bares. No estará operativo hasta 2026, pero la aceptación es prácticamente generalizada.

"Es una buena noticia, aquí el verdadero atasco está en la acera", apunta Esperanza, que acaba de salir de trabajar y vuelve a casa por la calle protagonista del anuncio municipal. Claro que, para ella, "no todo puede ser dar espacio al peatón a costa del turismo", defiende señalando a uno de los bares de la zona.

Estos negocios abundan en el lugar. Lo dice, especialmente, por el detalle de que habrá arbolado y áreas verdes en el futuro bulevar, según el diseño. "Veo que muchas veces se inauguran proyectos para poner árboles en las calles y está muy bien, pero me temo que eso impide a los locales tener espacios para sus terrazas y ganar dinero", lamenta.

A su lado está el quiosco de Juani, que celebra algo de sol en un invierno que está en sus últimas. También se muestra contenta por el futuro bulevar. Aunque hay algo que no le termina de convencer: "Es verdad que esto se llena de gente y a veces hay atascos en la acera, pero a ver hasta qué punto lo soluciona. Así de primeras, y como es en un solo tramo, creo que puede estar bien".

Lo que piensan los bares

Quienes más dudas tienen son los bares y restaurantes. Un repartidor corre para llevar a tiempo unas cajas con bebida, que monta sobre una carretilla a algún local cercano. Tiene prisa y apenas se para, solo se pregunta antes de marchar qué pasará con ellos si les "quitan aún más espacio". La calle de Alcalá es uno de los puntos álgidos del entorno del Paisaje de la Luz, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco.

Hay cierto temor a que se acumulen vehículos para la carga y descarga o, simplemente, crezcan los atascos por carretera, con un espacio una vez concluya la reforma más reducido. Sobre esto mismo hablan otros dos hosteleros de la zona, Manuel y Borja. El primero es el encargado de un restaurante y señala los múltiples toneles de cerveza que se amontonan junto a la pared del local. "Dime si esto no cuesta ya traerlo en un sitio así", ironiza.

Eso sí, agradece que "por fin" vaya a acabarse –o al menos reducirse– el ruido ensordecedor de la cadena de coches al pasar. "Seguirá habiendo tráfico, pero nosotros que tenemos terraza oímos muchas veces a los clientes quejarse por los vehículos. Al final están justo al lado de la carretera", razona. Justo en frente hay un bar de cañas y tapas. Borja está revisando la caja antes de irse a otro de los locales que gestiona en esa misma zona. Está bastante contento y no lo oculta.

"En cuanto se sepa algo más pediré permisos para poner allí una terraza", confiesa, pues de momento se desconoce si el Ayuntamiento admitirá extender el área para restaurantes al bulevar. Sí que ve que podría ser un problema para quienes le traen la mercancía, pero cree que eso "es algo que tendrán que mirar y pelear ellos si al final tienen algún problema". El Ayuntamiento prevé que las obras comiencen a finales de este año y el nuevo paseo esté operativo en 2026, si nada cambia.

Más allá de la hostelería, otros negocios cercanos acaban de conocer la noticia. El anuncio se había hecho público ese mismo miércoles por la mañana, apenas unas horas antes, y en una galería de arte y cuadros prácticamente abrían sus puertas. Pero ya se habían enterado. Pedro, Raquel y Lupe llevan juntos una tienda y están hartos de las aglomeraciones de coches. "Ya hacía falta algo así", resopla la última de ellas. Se alegra de que el cambio se traduzca en un paseo extra para peatones y no en reconvertir toda la zona en un espacio para caminantes.

De ser así, cree que a ellos mismos les sería más complicado que un cliente viniera, por ejemplo, para recoger un cuadro. "Si ya el otro día un conocido lo tuvo difícil para llevarse el suyo porque no tenía un coche que pudiera entrar a esta parte...", explica. Los tres coinciden en que el cambio tal y como está planteado será para bien, "al menos" para negocios como el que regentan, pues asumen que otros comercios pueden tener complicaciones distintas. "Habrá que esperar a que esto pase del boceto a la realidad", concluyen.

El futuro bulevar, como ha informado este diario, contará con cuatro carriles para la circulación, dos por cada sentido, con otro para el bus y otro para las bicicletas. El paseo central, de 7,5 metros de ancho, estará trufado de árboles y plantas. Y el carril bici, ubicado en la dirección hacia Cibeles, será bidireccional y se ensanchará hasta los 2,6 metros, con una seguridad de resguardo de 0,7 metros con el paso del bus.