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Toros de la Feria de San Isidro | Disfraces en San Isidro
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Casi lleno en tarde agradable

Toros de la Feria de San Isidro | Disfraces en San Isidro

En un ambiente festivo, con gente a favor de obra, no se dieron circunstancias, ni pases, ni rondas, que convirtieran en héroes toreros de poco nombre

Foto: El diestro Miguel Ángel Perera faena al primero de su lote. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
El diestro Miguel Ángel Perera faena al primero de su lote. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

Plaza Monumental de Las Ventas, 15 de mayo de 2024.

5ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno en tarde agradable, algo fresca cuando el sol se ocultaba y con viento. Día del patrón de san Isidro, feriado en Madrid, y de tradición de ir a la plaza aún los algo menos aficionados. Se confirma la tendencia de grandes entradas esta feria 2024.

Seis toros de El Parralejo de entre 542 y 628 kilos, bien presentados, serios, amplios de sienes, imponen todos, aunque algo desiguales, con romana, pitones y altos de cruz como para asustar al tendido y al de a pie. Cinco de ellos cinqueños, lo que empieza a ser una tendencia en la feria. Ninguno facilitó un triunfo de recordar con su embestida. Fueron difíciles y cortos de raza como para que los toreros remataran sus faenas, aunque alguno con sus arrancadas pueda confundir al tendido. El primero, de menos a más por las capacidades de Perea. El segundo, de condición mansa, distraído y suelto en el caballo. El segundo aparentó mejor condición de la que tenía, incluso galopó en el segundo tercio, pero se vino abajo enseguida y acabó incluso peligroso. Tercero y cuarto, con buen inicio, se vinieron abajo, faltos de raza, con poca transmisión y poca casta, no permitieron el triunfo. Quinto y sexto, los más serios de la corrida, parados y complicados, no dieron opciones a los matadores que lo intentaron sin posibilidades reales dada su manifiesta condición de desclasados.

Miguel Ángel Perera, de verde botella y oro. Palmas tras aviso y silencio tras aviso.

Paco Ureña, de barquillo y oro. Silencio y silencio

Alejandro Fermín, que confirma alternativa, de nazareno y oro. Silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Se desmonteraron Fini y Vicente Herrera tras parear al cuarto con más mérito que lucimiento dadas las condiciones del astado.

Busco aún la causa de debilidad tan manifiesta. Me puse chaqueta chulapa para asistir a una fiesta. Fue sin querer queriendo. Sin pretender o intentarlo. Amigos que ahora analizan elecciones catalanas con precisión demoscópica de las de toro pasado, pretenden arreglar el mundo enarbolando bandera basada en ojo de perdiz, visera y pata de gallo. Contra los nacionalismos, convicciones de mi barrio. Justo todo lo contrario de lo que deber sería. Me quejo de sus provincianismos, pues con clavel lo potencio que yo no quiero ser menos. Flaco favor que le hago a quien por separarse detesto. Tengo chaleco chulapo, gorra de 'te tomo el pelo', pretensiones de moderno y pose de 'somos algo'. No me gusta disfrazarme ni en casa de mis amigos. Vistas inigualables, 'catering' de tronío y marca, invitados de renombre y por si había dudas a esas horas del ensalzamiento patrio, cocido de gran tronío y de tres vuelcos muy largos. Gran parte del pib autonómico mojando el pan sin prejuicios en la tierna grasa porcina que con precisión sin igual doméstica los garbanzos, doblega repollo y pollo y dispone tuétano y magro en arcoíris culinario y festival de calorías. Morcilla que emula butifarra para rematar unionismos y jamón que entendí menos, pero que gusto cedía a plato que es melodía de españoles con complejos.

A pesar de la confianza de un cartel tan pinturero, tan técnico y entregado, el resultado en silencios fue contundente y unánime

Traduzco. Comida previa para honrar a san Isidro en casa de un buen amigo. Fiesta pocas veces vista en mi entorno y en mi agenda que enfrentan nacionalismos expuestos en telediarios. Somos de Madrid, la marca que nunca fue necesaria, hoy torna moda y 'dress code' antes de ir a los toros. Y yo con chaqueta chulapa, cómo le explico a mi padre… Solo fuimos unos pocos los que abandonamos la fiesta, amenizada y mojada con licores de primera, y confiados en El Parralejo por sus rendimientos previos y la presencia de sus astados, los que encaramos la cuesta que Alcalá nunca aparenta tomada desde el Retiro, pero que al ritmo que fuimos te quita la borrachera, la panza llena y el complejo de expeatón o viandante. El resto se quedó bebiendo con mejor o más etílico criterio o afición de menoscabo hacia nuestra fiesta patria. Decayeron esperanzas de los fieles al toreo según salieron los toros. Y a pesar de la confianza de un cartel tan pinturero, tan técnico y entregado, el resultado en silencios fue contundente y unánime. Casi un set, o seis a cero. Menos toros que toreros, de eso no hay controversia. Luego comprobé que aquellos que decidieron quedarse en comida de festejo, festejaron su deseo de no acercarse a Las Ventas. Bebieron y compartieron opiniones infundadas y ajenas a tanto viento. Cantaron, bebieron, bailaron sin paseo y sin los toros. Y nosotros al tendido que el compromiso nos manda y el bulto nos hace movernos para que no se acabe esto, para que no se pierda nada.

Aun así, envidiosos y serenos, con silencios y con mansos, no cambio estar en Las Ventas por un gin tonic barato, por un karaoke de pega ni por amigos chulapos.

En mis mismas circunstancias, miles de madrileños sacrificaron licores para acercarse a Las Ventas. En un ambiente festivo, con gente a favor de obra, no se dieron circunstancias, ni pases, ni rondas, que convirtieran en héroes toreros de poco nombre. Un día más en Las Ventas, donde el toro que te aturde, te pone a prueba y te reta pasa desapercibido en esas potentes muletas de matadores tan fuertes, tan técnicos y tan dinámicos que es mejor devolver un toro que pedir otro por si acaso.

Perera es un portento de criterio y de técnica. Hace pasar a los toros por líneas que no desean y ni él puede lucir cuando el bóvido flaquea. Ureña, más de lo mismo, se planta con una firmeza que debería traer fiesta o sangre, y que de milagro nos muestra opciones que no te esperas y que recuerdan a algo. Toreo a carta cabal a no mentir, a lo que sea.

placeholder Los diestros Miguel Ángel Perera (c), Paco Ureña (d) y Alejandro Fermín (i). (EFE/ Borja Sánchez-Trillo)
Los diestros Miguel Ángel Perera (c), Paco Ureña (d) y Alejandro Fermín (i). (EFE/ Borja Sánchez-Trillo)

Ha confirmado Alejandro en Madrid su alternativa. Con menos gloria que suerte, con más viento del deseado, no pasará su efeméride a la historia de esta plaza. La disposición se olvida cuando el toro no se muere, no embiste como un poseso, no transmite sus valores, no deja apenas recuerdos con su carácter de pega.

Tarde de paso en Las Ventas, paso de fiestas chulapas que disfrazan procedencias. Y yo chaleco y clavel. Espero que no me vean.

Plaza Monumental de Las Ventas, 15 de mayo de 2024.

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