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Las fotos de los fugitivos venezolanos que sembraron la alarma en Valdebebas
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Las fotos de los fugitivos venezolanos que sembraron la alarma en Valdebebas

Dos hermanos han sido detenidos como presuntos autores de un delito de exhibición pornográfica de niños. Las imágenes en Instagram delatan su presencia en este barrio de Madrid. Esto desató el miedo entre vecinos

Foto: Una imagen del barrio de Valdebebas. (Getty/Gonzalo Arroyo Moreno)
Una imagen del barrio de Valdebebas. (Getty/Gonzalo Arroyo Moreno)

Cuando los residentes de Valdebebas, al norte de Madrid, se enteraron de que tenían nuevos e inesperados vecinos, en los grupos de Telegram del barrio no se hablaba de otra cosa. Abundaban los mensajes de prevención, los padres preocupados y la inquietud generalizada en una zona poco acostumbrada a la delincuencia. Los recién llegados eran una pareja de hermanos venezolanos; ella, de 33 años, él, de 28. ¿Qué ocurría con estos parientes latinoamericanos, apenas instalados en una urbanización de nueva construcción, para que estallase el pánico? Lejos de tratarse de unos inquilinos al uso, la realidad es que existía una orden de búsqueda internacional para dar con su paradero.

A Rebeca y Francisco García se les detuvo el pasado martes en Alcobendas como presuntos autores de delitos de exhibición pornográfica infantil, acoso e incitación al odio. "Dichos sujetos se dedicaron por más de siete años a acosar y hostigar a mujeres y niños, causando terror y zozobra en las víctimas", explicó el fiscal general del país caribeño, Tarek William Saab. Y desde su llegada a España —huyendo de la justicia venezolana—, fuentes policiales confirman que residieron en este barrio madrileño.

Foto: Los dos hermanos venezolanos, en el momento de ser detenidos. (Cedida)

El miedo en las calles de Valdebebas arrancó por unas imágenes. "Se les veía en parques, en el rocódromo, dentro de la urbanización…", reseñan los residentes sobre las instantáneas que llamaron su atención. El problema es que fueron los propios fugitivos quienes se delataron sin querer. El varón, Francisco García, recurría a Instagram para subir fotografías de su día a día en su nueva residencia en Madrid. Y estas se cargaron de comentarios de ciudadanos anónimos alertando del peligro: "¡Este depredador buscado en Venezuela está aquí en Madrid! Hagan algo antes de que le haga algo alguna persona", reseñó una cuenta el pasado lunes. Para entonces, los agentes policiales ya habían identificado en la comisaría de Hortaleza a ambos.

La investigación para dar con ambos hermanos comenzó en su país de origen. A ambos lados del charco, los servicios de seguridad en colaboración con la Interpol trabajaron mano a mano para arrestarles. Se les localizó el pasado martes en un Hotel de Alcobendas y se solicita una pena máxima de 15 años para él y 30 años para ella. Ahora permanecen en prisión provisional hasta que se resuelva el procedimiento de extradición. Las denuncias contra ambos comenzaron a hacerse virales por la difusión en redes sociales de sus supuestas víctimas.

"Todo empezó cuando se hizo la inspección de su vivienda [de Rebeca] en Venezuela", relatan fuentes de la asociación vecinal a este diario. Según el Ministerio público del país latino, el registro del domicilio se llevó a cabo el pasado nueve de mayo. "Se encontró un libro dedicado a Cocoaguirre", informó el fiscal. Esta última es una de las presuntas víctimas que denunció a García.

Mientras la investigación oficial seguía su curso, los vecinos de Valdebebas descubrieron las redes de Francisco García. En su cuenta de Instagram, puede apreciarse una fotografía de un autobús de la EMT que circula por el barrio. En otra, aparecen en una terraza ubicada en una promoción de viviendas de la calle José Antonio Fernández Ordóñez. Los vecinos sospechan que pudo ser la tía de ambos quien les acogiese en dicho domicilio una temporada. "Aquí hay muchos niños, por eso los mensajes iban relacionados con estar pendientes de los parques infantiles", comentan desde la zona. El agobio por la presencia de ambos detenidos terminó, por fin, cuando se confirmó su arresto.

La polémica en torno al caso comenzó la pasada semana. Varias jóvenes venezolanas reconocieron públicamente el acoso e intimidación que sufrían por parte de la detenida. "Desde el 2020 aproximadamente, esta mujer me ha llamado de diferentes números de teléfono, escrito por Instagram, insiste en mandarme regalos a mi trabajo e incluso me dejo un graffiti de bello monte", acusó Andreina De Trindade, una de las víctimas más reconocida. El caso no tardó en provocar una reacción en cadena entre la población civil latinoamericana, contagiando después a los españoles que habían reconocido a los dos hermanos en Madrid.

Fue entonces cuando el fiscal general venezolano, Tarek William Saab, anunció que habían solicitado la extradición de los detenidos. El lunes 13 de mayo, la Policía Nacional les identificó y les dejó en libertad horas después. La Sección de Localización de Fugitivos llevaban dos días tras la pista de ambos, pero ese lunes no pudieron proceder con el arresto porque carecían de una reclamación oficial de las autoridades venezolanas. Fuentes oficiales confirmaron entonces a este periódico que no existía ninguna orden de arresto internacional contra ellos. Dicha solicitud llegó de manera urgente el martes a primera hora, lo que desembocó en la detención de los García.

Según los hechos denunciados, y tal y como informó la Dirección General de la Policía, Francisco García habría difundido sin consentimiento "fotografías de niños, niñas y adolescentes, con connotación sexual explicita e implícita, publicando las capturas de pantallas" en múltiples cuentas que posee a su nombre en redes sociales. Y lo hacía con la complicidad de su hermana, dedicada "a perseguir, acosar y hostigar a varias víctimas valiéndose de plataformas de mensajería instantánea, redes sociales y llamadas telefónicas", llegando a entrar incluso a sus domicilios y espacios de trabajo y amenazarlas de muerte.

Cuando los residentes de Valdebebas, al norte de Madrid, se enteraron de que tenían nuevos e inesperados vecinos, en los grupos de Telegram del barrio no se hablaba de otra cosa. Abundaban los mensajes de prevención, los padres preocupados y la inquietud generalizada en una zona poco acostumbrada a la delincuencia. Los recién llegados eran una pareja de hermanos venezolanos; ella, de 33 años, él, de 28. ¿Qué ocurría con estos parientes latinoamericanos, apenas instalados en una urbanización de nueva construcción, para que estallase el pánico? Lejos de tratarse de unos inquilinos al uso, la realidad es que existía una orden de búsqueda internacional para dar con su paradero.

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