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Toros de la Feria de San Isidro | Apreciar el reggaetón
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Oreja barata para Talavante

Toros de la Feria de San Isidro | Apreciar el reggaetón

Faenas con molinetes, genuflexiones seguidas, estocadas decaídas, retos a los tendidos, animan la pista de baile, pero me dejan frío

Foto: El diestro Alejandro Talavante durante el festejo. (EFE/Kiko Huesca)
El diestro Alejandro Talavante durante el festejo. (EFE/Kiko Huesca)

Plaza Monumental de Las Ventas, 29 de mayo de 2024

17ª de la Feria de San Isidro. Un nuevo lleno de no hay billetes en uno de los carteles de relumbrón de la feria, de los llamados artísticos que tanta expectación despiertan también en Madrid, aun con toreros sevillanos anunciados. Tarde calurosa y con menos viento que otros días. Ausente la lluvia hasta ahora, climatológicamente también está resultando en ese aspecto, una feria de éxito.

Seis toros de Juan Pedro Domecq de entre 578 y 672 kilos. Todos cinqueños. La corrida que ha promediado más kilos hasta ahora, incluida la de Miura. Cuajados, montados, muy serios por delante, aleonados. Seria corrida de toros por encima del nivel habitual de Juan Pedro los últimos años. Algo faltos de casta y fuerza en general no llegaron al final de las faenas de muleta con fuelle que permitiera triunfos. El primero brusco y dificultoso, no desarrolló al cortar la faena Morante. El segundo resultó un manso sin opciones. Tercero, alto y sorprendentemente protestado, permitió un bello tercio de quites, pero nunca humilló en la muleta, se apagó pronto y se rajó sin paliativos al final. Cuarto, un precioso castaño capirote, de imponente trapío, topó en el capote mostrando más su falta de fuerza que su mansedumbre, brusco en la muleta, cabeceaba desluciendo los muletazos. Quinto, el de más peso lidiado hasta ahora en la feria, alto y corto de cuello, fuera del tipo Veragua que tantos éxitos dio a esta ganadería. Trotón, acometió al caballo con fijeza, rompió a embestir largo, repitiendo, aunque algo rebrincado y permitió una faena larga y con transmisión. Sexto, otro colorao precioso, ojo de perdiz, cuajado, serio y en tipo, permitió el mejor toreo a la verónica en mucho tiempo en Madrid. Embistió con son al comienzo de la faena de muleta, pero la falta de fuerza, y de raza, apagaron un prometedor trasteo.

Se desmonteró Antonio Joao Ferreira tras banderillear al primero. Grandísima lidia de Javier Ambel en el quinto.

Morante de la Puebla, de tabaco y oro. Bronca tras abreviar de forma sorprendente y silencio con algunos pitos.

Alejandro Talavante, de blanco y oro. Silencio y oreja tras unánime petición.

Pablo Aguado, de verde botella y oro. Silencio tras aviso y silencio.

Me siento como ese día que disfruto el reggaetón. Días de traicionar tu formación ochentera tratando de disimular tus concepciones más clásicas. Cuando ves esa sonrisa, entre luces, entre brumas de cenas largas y alcoholes, y asumes que, lo de renegar de las canciones de Maluma te dejan fuera de juego, del juego de la conquista. Las miras, y la felicidad que transmiten sus vaivenes entregados ponen en duda los sones de flamenco y pop antiguo. No la vas a conquistar con El último de la Fila y jaleas a C. Tangana en la ilusoria esperanza de sentirte algo integrado. Tiras de imaginación, de habilidades de ventrílocuo que simulen afición a música que no es de tu tiempo. Y tratas de poner en duda los datos del DNI con muecas de felicidad y sincronización vocal forzada. La poca dicción, la vulgar rima, superan a Quevedo -al original, no al de Bizarrap-, y lo celebras por facilitar el trampantojo, en la voluntad inequívoca de integrarte en una década, en una generación que se vuelve inalcanzable al ritmo que, día a día, se va sincerando tu báscula.

Tratas de disimular repitiendo los diptongos que al final de cada estrofa son más sonido que letra. Es esa vulgar sensación de que me sé las canciones que más suenan en TikTok. No veo complicado entregarte a la tendencia conjunta de valorar los estilos, las modas, lo popular, lo sencillo, lo llamativo, lo evidente, lo comprensible, lo que aplauda el que está al lado. Cuando al lado tienes muchos y jalean tan contentos no es fácil lo de quedarse parado.

placeholder El diestro Morante de la Puebla. (EFE/Kiko Huesca)
El diestro Morante de la Puebla. (EFE/Kiko Huesca)

Están caras las orejas en este largo San Isidro. Este miércoles se pidió una con fuerza. Bienvenido sea el criterio, democrático, indiscutible, de pañuelos que saludan y exigen al presidente. Oreja de valor por su actuación conjunta, por su disposición y su temple, al renacido Talavante al que deseo discos de oro, léase ferias de máximo prestigio, y premios Grammy, léase orejas, pedidas por los más entregados.

No digo que la música actual sea menos meritoria, suene peor ni fatal, sino que no me gusta. Faenas con molinetes, genuflexiones seguidas, estocadas decaídas, retos a los tendidos, animan la pista de baile, pero me dejan frío. El toro de Talavante me inspiró poca confianza. A kilos no hay quien lo gane. Cercanos a setecientos, conformados cuesta arriba, esa proporción de cuello no prometía embestidas. Sin embargo, otro misterio, fue que el más feo del baile sacó más y mejor ritmo. Y embistió desde el principio al temple de Talavante. No digo que reggaetón, pero algo de indie sí hubo. Odio los populismos en manos de grandes artistas. Pases buenos entre otros que perseguían olés. Los Olés no se persiguen, resuenan sin previo aviso. Me pareció que este miércoles el público andaba un poco distraído como cuando celebran al grupo que es cabeza de cartel en un festival de moda aunque suene como el culo. Ahora aplauden a Viva Suecia o Arde Bogotá. Juro que son grupos, no declaraciones de principios o propuestas inspirados en esa versión cinematográfica y canalla de Tokio la de la Casa de Papel.

placeholder El diestro Pablo Aguado. (EFE/Kiko Huesca)
El diestro Pablo Aguado. (EFE/Kiko Huesca)

Pero, como en esos días de regresión pretendida, que disfruto hasta de Bad Bunny por alargar madrugadas, reconozco que la oreja fue pedida y celebrada al margen de mis miserias. Otorgo, por tanto, una duda a mi visión tan viejuna y trataré de componer un análisis actualizado a estas faenas compuestas con acordes diferentes, con estructuras distintas, con rimas que no me riman, con voces que me saben a poco y distorsionan mi criterio.

Si esto resultara una crítica que sea a mi clasicismo, a mi incapacidad de ver que el toreo evoluciona. Me ha resultado claro, con los pitos al académico quite de Morante en el tercero, que están cambiando las modas. Descorazonador y casi hasta preocupante el ver que nadie se ponía en pie tras el recibo del sexto con las verónicas de Pablo.

“Pál carajo te mandé… y a tu amiga me clavé….” Bad Bunny dixit. Si tanta gente lo celebra debo revisitar a Góngora.

Plaza Monumental de Las Ventas, 29 de mayo de 2024

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