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Toros de la Feria de San Isidro | Pedidas hincando rodillas
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18ª de la Feria de San Isidro

Toros de la Feria de San Isidro | Pedidas hincando rodillas

Respetó el viento hasta el tercer toro en el que se desató una brisa bastante molesta para los toreros que acompaño hasta finalizar el festejo yendo a más y a más molesta

Foto: El diestro Víctor Hernández, durante la jornada. (EFE/Juanjo Martín)
El diestro Víctor Hernández, durante la jornada. (EFE/Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 30 de mayo de 2024.

Lleno en tarde calurosa, al reclamo de la segunda tarde de Manzanares que finalmente no pudo actuar debido a una inoportuna neumonía. Calor de julio al sol, no pararon los abanicos. Respetó el viento hasta el tercer toro en el que se desató una brisa bastante molesta para los toreros que acompaño hasta finalizar el festejo yendo a más y a más molesta. Se empieza a echar de menos la lluvia que siempre se hace presente en esta feria.

4 toros de Alcurrucén y 2 de El cortijillo, el segundo hierro de la misma casa, lidiados en primer y segundo lugar, de entre 520 y 597 kilos. Todos cinqueños, lo que empieza a ser una tendencia en esta feria, seguramente por la influencia de la pandemia en 2020. Muy desigual corrida. El primero fue devuelto a los corrales avanzada la lidia por su manifiesta falta de fuerzas. Fue sustituido por un precioso toro de Juan Manuel Criado, injustamente protestado, que embistió con brío y bravura, aunque fue a menos en la muleta. Bien presentados en general, pero bajitos los cuatro primeros, lo que les dejaba al límite de la exigencia de esta plaza. Se protestaron casi todos. El segundo, un peculiar colorado sucio, melocotón, girón, calcetero, bociblanco y ojo de perdiz, corniveleto, pero con menos presencia que la mayoría de los toros lidiados esta feria. Lo que ocasionó algunas protestas. Embistió noble y sin codicia, duró, pero no transmitió con esa embestida a media altura. Tercero también colorado girón y lucero. Cuajado y armónico, galopó de salida con el morro por delante, también embistió con nobleza y duración. Cuarto, un imponente y engallado castaño oscuro, chorreado, también ojo de perdiz y bociblanco, badanudo y largo, más alto y serio que sus compañeros, aunque un poco barrigudo, pesó casi 600 kilos. El quinto más feo, como los alcurrucenes de los últimos años, altísimo, larguísimo, exageradísimo en todo, manseó desde el principio, dificultó lidia y banderillas, embistió descompuesto y sin clase. Sexto, cuajado y serio, emplazado de salida, acumuló el malestar del final de la tarde y se llevó protestas poco justificadas por su presencia. Embistió con la cara alta al caballo y no facilitó el triunfo.

Daniel Luque, de verde oliva y oro, fuerte ovación y silencio.

David Galván, que sustituía muy merecidamente a Manzanares tras su reseñable actuación con los toros del El Torero el pasado 22 de mayo, del mismo azul y plomo que el otro día, vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja que denegó el presidente sin ninguna justificación y silencio tras aviso.

Víctor Hernández, que confirmaba alternativa, de blanco y oro, ovación que recogió desde el tercio tras aviso y ovación tras aviso.

Foto: El diestro Alejandro Talavante durante el festejo. (EFE/Kiko Huesca)
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Puestos a pedir, tal y como va la feria, me quedo con la petición del abonado del cinco vestido de blanco y fiesta. Saludó, gorro de feria en mano de máximo dos euros sin IVA, tras percatarse el tendido de la importancia del evento, de la entrega de su cite. Se hincó de rodillas jugándose su futuro y jaleó, me quiero imaginar dada la gran distancia que me separaba del lance, la embestida de su fiera que respondió con nobleza con un más que sonoro sí que pasó de insoportable incertidumbre a preludiar feliz boda. ¿Quieres casarte conmigo, le gritó tras los clarines? La chica contestó que sí, antes de que empezaran timbales.

Los aplausos coronaron lo comprometido del acto y pareció salir bien la performance inolvidable de pedirle matrimonio a tu enamorada de fila. A punto estuve de renunciar a la entrada que la generosidad de Tarín, director del hotel Wellinton, me ubicó a escasos dos metros de la puerta de toriles. Ganas de salir corriendo y ser testigo directo de esa petición de mano que trascendió en los tendidos y recordó faenas propias y algunas putadas ajenas, vistas y leídas ciertas sentencias judiciales que traen a amigos, y a alguna amiga, de juzgados y cabeza.

Volviendo al valiente pedigüeño, al pretendiente ilusionado, le vi la sonrisa en la cara, aún separados seis tendidos. La ilusión brilla de lejos. La chica debió decir sí tras la rodilla en granito. El mozo, miembro de peña seguro vista su indumentaria, celebró con varios brindis el éxito de su conquista. Le faltó la vuelta al ruedo para despedir su soltería. La gente aplaudió dichosa y colaboró el evento, sorpresivo a la vez que preparado, para recordar una tarde que perseguía el olvido con tanta embestida fosca.

Pedirle a alguien que te acompañe por el resto de tus días me parece pedir mucho. Es cierto que correspondes, pero oficializar el compromiso de noches y desayunos, hijos, perros e hipotecas suena a gran salto al vacío que suele acabar en hostia cuando el paracaídas del sexo se despliega de otra forma. La gente que hoy se decide a ofrecer anillo, y ¿casa?, luego suele aguantar poco las escenas que no salen en las escenas de Netflix. Pero la supervivencia del ser humano hace siglos que se apuesta a la monogamia y al pacto, a la familia y al nos cuidamos con orden, que pactamos sea binario.

Saludaba con alegría el pretendiente de blanco, tranquilo tras confirmar que el primer ¡no!, se producirá en privado. Hoy la chica sonreía esperando ceremonias que ratifiquen gananciales. Es broma, es muy viejuno, quizá la chiza sea la que imponga la separación de bienes, la intervención inicial de despachos matrimonialistas y las condiciones explícitas de la futura custodia.

Fue la única petición de éxito que vimos en toda la tarde. Hubo otra más intensa, sin quitarle mérito al joven que sin saberlo renuncia hoy y para siempre a la totalidad de su vida, que fue la petición de oreja a Galván en el tercero. Faltó ponernos de rodillas los que admiramos el arte, los que entendemos un cite, los que nos enamoramos del aire cuando le roza a un torero.

Jose María Fernández, presidente designado, puso cara de soltera, de solitaria tristeza, de esa falta de sentimiento que da más pena que envidia. Galván dio otra lección aprovechando ser sustituto. Muleta plana, medio pecho, barbilla en el esternón, brazo tras la cadera. Sin que el de Alcurrucén entendiera lo más mínimo de esta ceremonia bella, dejó David tal aroma de lo bueno del toreo que esa novia que es las Ventas se quedó como esperando una petición de mano para su siguiente trasteo.

Un toro feo y altote, largo y con poco criterio impidió boda de ensueño de este torero gaditano con el templo del toreo. A las chicas que más quieres no las conquistas de a una, pero como ronda este toreo el gusto fino y delicado de la mayoría de esta plaza tendremos boda seguro, y pronto, y luna de miel que no dure una semana. Queda en el aficionado la convicción de reclamarlo y en la empresa la sensibilidad de que no pase mucho tiempo.

La confirmación de Víctor nos mostró un matador de fondo. Convencido igual que quieto, vertical, parsimonioso. Buenos momentos que hicieron albergar convicción de triunfo, que solo un lote tan malo arruinó desde el principio.

Daniel, torero cuajado, conocedor de Madrid, mostró su estilo sincero, su capacidad de acercarse, su muñeca salvadora con un envidiable temple. Lástima que tan poca casta no acompañara su suerte.

Quiero que vuelva Galván, quiero que me inviten a esa boda. Y aprovecho la oportunidad de confesar que di el paso de hincar rodilla en arena, de playa que no de ruedo, y decirle al pretendiente, al que espero que aún le dure esa sonrisa, que por mucho que le digan hay veces que surge el milagro y que dura para siempre. Ojalá que yo lo vea con Las Ventas y Galván, sin duda se lo merece.

Plaza Monumental de Las Ventas, 30 de mayo de 2024.

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