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Alcachofas, tomates, ajos, habas y humo... El hombre que montó un huerto en la M-30
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Alcachofas, tomates, ajos, habas y humo... El hombre que montó un huerto en la M-30

Hace seis años que Julián comenzó a trabajar un pedazo de tierra junto a una de las carreteras con más tráfico de España. Se convirtió en su 'hobby' después de la jubilación, pero admite que no tiene permisos

Foto: Julián, en su huerto al pie de la M-30. (L.B.)
Julián, en su huerto al pie de la M-30. (L.B.)

Julián lleva seis años viendo el amanecer desde el mismo sitio. Cada mañana se levanta temprano, sale de casa en la avenida de Manoteras y recorre unos ocho kilómetros para llegar hasta su huerto, que está en un lugar muy particular del norte del distrito de Chamartín. Se trata de una humilde instalación que levantó con sus propias manos y esfuerzo. Eso sí, no está en ningún descampado, sino al pie de una de las carreteras con más tráfico de España: la M-30.

Alcachofas, tomates, ajos, habas, girasoles, parras de uvas, higos… A sus 77 años y desde que se jubiló, le picó el gusanillo de cultivar todo tipo de productos agrícolas. Antes, había trabajado como obrero en la construcción, pero al verse con más tiempo libre del habitual, tuvo que buscar otras aficiones. "Si no fuera por esto, me pasaría el día tumbado en el sofá como un amargado", confiesa el hombre, en un descanso de su mañana de labranza.

"Todo lo que produzco es para mi casa y para mis amigos. Ni siquiera me pagan, tan solo me invitan a unas cervezas de vez en cuando", agrega este hortelano, que quizá tenga el huerto más extraño de todo Madrid. Pero no es sol todo lo que reluce. Julián no cuenta con una autorización oficial para desarrollar su afición. Es más, el terreno donde ha plantado sus hortalizas ni siquiera es su propiedad: asegura que empezó poco a poco a cultivar en un rincón donde "daba bien el sol" y la cosa fue a más.

placeholder Vista del huerto de Julián, junto a la M-30. (L.B.)
Vista del huerto de Julián, junto a la M-30. (L.B.)

Pese a ello, el jubilado asegura que nunca ha sido regañado por ello. Reconoce, eso sí, que, a principios de este año, apareció un agente de policía y le llamó la atención, pero no ha vuelto a verle por allí. "Yo no duermo aquí, vivo en un piso, estoy empadronado en Madrid", se defiende este hombre. Fuentes municipales detallan que el vergel, pese a su cercanía con la carretera, no es propiedad de Madrid Calle 30.

Un rudimentario vallado formado a partir de unos palos de fregona con calcetines es todo cuanto delimita el perímetro de su huerto

Un rudimentario vallado formado a partir de unos palos de fregona con calcetines es todo cuanto delimita el perímetro de su huerto, que tiene vistas a un río de diez carriles por el que fluyen, salvo cuando hay atascos, miles y miles de vehículos a diario.

El agricultor utiliza métodos poco ortodoxos, más propios de las huertas del campo que de los huertos urbanos de las azoteas de la gran ciudad, y sostiene que le son muy útiles. Por ejemplo, para fumigar utiliza botellas de plástico, botes o vasos de cartón que llena de agua e incluso colillas de cigarros. Así es como trata de deshacerse de los bichos o plagas que puedan poner en peligro su cosecha: "A mí me funciona", sentencia.

Peligros y virtudes

Pero ni la forma de fumigar, ni el estar al lado de la autovía, con su cultivo expuesto a los tubos de escape de los coches, ha echado atrás a Julián. "Esparcir cenizas es una fórmula muy común que antes se utilizaba para evitar moscas e insectos. Son actividades tradicionales que pasan de padres a hijos", explica el presidente del Consejo de Ingenieros Técnicos Agrícolas, Carlos Gutiérrez Alameda, al ser preguntado por El Confidencial por estos métodos tan particulares.

placeholder Recursos caseros para plantar semillas. (L.B.)
Recursos caseros para plantar semillas. (L.B.)

El presidente del Consejo de Ingenieros Técnicos Agrícolas, trasciende de este caso y señala que hay dos perfiles muy dispares de gente que siente la llamada de la naturaleza en las grandes ciudades antes de montar su huerto. "Lo vemos mucho en gente mayor, jubilados que se quedan sin nada que hacer y que encuentran un nuevo estatus al cultivar. Pero también en jóvenes con problemas de todo tipo, como familias desestructuradas", aclara. "Estos proyectos lúdicos cada vez son más frecuentes", continúa Gutiérrez Alameda sobre la proliferación de los huertos urbanos en las grandes ciudades, de los que el de Julián quizá sea el más raro de todos.

"No creo que pongan en peligro el sistema productivo ni la salud de las personas en condiciones normales, un huerto en un entorno urbano no tiene por qué ser un problema", detalla el experto, quien indica que, en estos casos, y aunque pueda parecer increíble, el punto más delicado es el estado del suelo, que puede estar contaminado: "Cuando hacemos algo de forma empresarial, analizas el suelo y el agua, porque sabes que alguien comprará tu producto. Si no es así, lo que haces es confiar en tu tierra".

El experto recomienda, a todo aquel que como Julián, decida empezar a cultivar un huerto por su cuenta, que busquen "zonas próximas a la vega de un río". Y, ante todo, que pidan permiso, ya que "muchos ayuntamientos ceden terrenos para destinarlos a esta actividad". En cualquier caso, el presidente del Consejo valora positivamente que surjan iniciativas similares. "Estamos viendo una vuelta al mundo rural, incluso dentro de las zonas urbanas", sostiene.

placeholder Los palos de pregona con los que se delimita el huerto. (L.B.)
Los palos de pregona con los que se delimita el huerto. (L.B.)

Antes de despedirse, Julián agarra una jarra y la llena de agua de una fuente que está al lado. "Mi abuelo era vaquero, sacaba vacas al pasto", rememora encontrando las diferencias entre su historia y la de su familiar. Acto seguido, retoma la labor y empieza a regar los tomates. "Tan solo se limitaba a trabajar, pedía a la gente del pueblo un trozo de tierra y ya". En su caso, no le hace falta pedir: algunos jardineros de la zona le proporcionan abono. “Me dejan un poco en un lado, y yo lo recojo con el carrito y luego lo esparzo”, concluye.

Por el momento, este jubilado seguirá cultivando a escasos metros de una de las carreteras más transitadas de España. Echa un vistazo a las alcachofas, que "en dos años no han terminado de crecer", y pone sus últimas esperanzas en los fresones cuyas semillas compró en un mercado de Tetuán. Mientras los coches circulan, Julián no pierde la fe y riega las plantas en su pequeño rincón de paz.

Julián lleva seis años viendo el amanecer desde el mismo sitio. Cada mañana se levanta temprano, sale de casa en la avenida de Manoteras y recorre unos ocho kilómetros para llegar hasta su huerto, que está en un lugar muy particular del norte del distrito de Chamartín. Se trata de una humilde instalación que levantó con sus propias manos y esfuerzo. Eso sí, no está en ningún descampado, sino al pie de una de las carreteras con más tráfico de España: la M-30.

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