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Toros de la Feria de San Isidro | Heridas y amor propio
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Leal, Espada y Fonseca

Toros de la Feria de San Isidro | Heridas y amor propio

5 toros de Pedraza de Yeltes y uno, sexto, de Torrestrella, de entre 531 y 580 kilos. Dos de los tres matadores acabaron en la enfermería sin posibilidad de rematar sus toros

Foto: Isaac Fonseca recibe una cornada durante la corrida. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
Isaac Fonseca recibe una cornada durante la corrida. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

Plaza Monumental de Las Ventas, 2 de junio de 2024

21ª de la Feria de San Isidro.

Algo más de media entrada, en una de las de menos asistencia de la feria. Tarde primaveral, agradable, con viento molesto, pero que rebajó el calor en los tendidos.

5 toros de Pedraza de Yeltes y uno, sexto, de Torrestrella, de entre 531 y 580 kilos. Devuelto el segundo por evidente falta de fuerzas tras darse una monumental costalada y sustituido por un sobrero de Chamaco, feo y mastodóntico. Serios, bien presentados, cuajados, aunque no del todo armónicos y, sin embargo, astifinos los de Yeltes. Con trapío suficiente, en definitiva. Faltos en general de clase, destacó el sexto de Torrestrella por su presencia, un torazo. Por abajo el segundo, de más recorrido el tercero, le faltó, en general, fondo y clase a la corrida. Sin entregarse en el caballo acabaron planteando dificultades importantes en la muleta, protagonizando momentos de peligro, como acredita el traslado de dos de los tres matadores a la enfermería sin posibilidad de rematar sus toros.

Juan Leal, de rosa salmón y oro, silencio tras aviso, silencio tras aviso y silencio en el que mató sustituyendo a Espada y lo mismo en el que mató por Fonseca en el sexto. Acabó matando cuatro de los seis toros lidiados en la tarde

• Francisco José Espada, de blanco y oro, silencio tras aviso en el único que estoqueó. Resultó violentamente cogido en la faena de muleta.

• Isacc Fonseca, de verde botella y oro, oreja tras aviso y, en el toro que brindó a la puerta de la enfermería por el percance de Espada, resultó cogido de forma muy fea y en la espalda con claro peligro de cornada dramática, no pudiendo rematar la faena.

Se desmonteraron en la lidia del tercero toda la cuadrilla de Fonseca. Juan Carlos Rey y Jesús Robledo 'Tito' tras el tercio de banderillas y Raúl Ruiz por su lidia. Marco Leal saludó una gran ovación tras parear al cuarto.

Resultó volteado de forma violenta Espada en el quinto y tras varios minutos de espera retomó la lidia Juan Leal que incomprensiblemente fue pitado cuando se puso a torear.

Espada fue trasladado al hospital tras, según el parte médico del Dr. Maximo García Padrós, un fuerte y severo traumatismo craneoencefálico occipital. Se le trasladó de inmediato a la Fundación Jiménez Díaz para someterle a las pruebas pertinentes, pronóstico reservado.

Fonseca fue atendido según el parte facultativo de herida por asta de toro en cara posterior hemotórax izquierdo, con una trayectoria ascendente de 20 cm y que produce destrozos en músculos dorsal ancho y paravertebrales, alcanzando y contusionando parrilla costal y apófisis espinosas dorsales. Puntazo corrido en el tercio superior de muslo derecho. Es intervenido quirúrgicamente bajo sedación y anestesia local en la Enfermería de la Plaza de toros y trasladado posteriormente al Hospital Fraternidad Muprespa-Habana con pronóstico grave.

Sales por tu propio pie, como otros quedan en la enfermería por su amor propio. Los toros hacen mucho daño, cuando embisten y ponen tu valor a prueba, dando gritos, con su bravura, pregonando que es mucho más letal su entrega que la tuya. Te matan sin rozarte, te mandan a los infiernos, lo más benevolente son años en el purgatorio de casi ningún contrato, intentando demostrarte que dejar escapar esos torrentes de embestida fueron un despiste, no tu condición mediocre. Es ese dolor innegable de estar por debajo de un toro. Es peor que una cornada porque la herida nunca cierra. Temen los toreros más, mucho más, que te supere un toro a que puedan suturarte.

Hoy ha ocurrido lo contrario. La otra cara de la moneda es el dolor físico, no el del fracaso. Hoy dos toreros heridos dan prueba de la dureza que supone la osadía de querer domeñar a un toro. De tratar, contra tu vida, de demostrar que tu entrega es superior a la del toro. Aparentan equilibrio las fuerzas de toro y torero. Grandiosa mentira. Que salga venciendo el de luces la mayoría de las veces disimula el potencial de hacer daño del de negro. Un toro te roza y te revienta, te empuja y te manda lejos. Te busca y pobre de ti si te encuentra. Hoy con tres giros de cuello se pudo acabar con dos vidas. A Espada, con la mazorca, una de las partes inocuas del agresivo toro bravo, le asestó golpe certero en la sien y en su futuro, no dejando rematar una faena de entrega que la mayoría del público había empezado a jalear. Ese natural polímero de consistencia de acero, si te toca con la punta te llega hasta los adentros, pero si te da de lado nubla cualquier cerebro. Muy pocas cosas pasan para lo letal de semejantes herramientas: bravura, agresividad y esas testuces de acero…

Luego salió el sexto toro, un camión de varios ejes, con la mirada agresiva, con el destino evidente. Puso a prueba la quietud en las tres primeras tandas de un torero mexicano que acababa de atesorar para su esportón una oreja. Y la ambición de puerta grande te suele dar convicción, quietud y entrega. Pero se revolvió el morlaco, parándose en pleno pecho, miró y lanzó el pitón con tal acierto y criterio que enganchó al matador y le soltó atravesado, dolorido y preocupado por algún mal más mayor. Tardaron galenos y apoderados en dar parte y constancia del alcance de la herida. Nos preocupamos bastante visto el ángulo de entrada, lo largo de la acometida, la violencia de los derrotes y la interminable espera hasta que colgaron el parte facultativo. Más tranquilizador que fatal, aún seguimos a la espera de ver su alcance real.

El pitón que te atraviesa no es bisturí de cirujano. Incluso el más astifino es una estaca arrancando la carne como a dentelladas. Que te coja por la espalda, que atraviese tus costillas, que grites y te saque una mueca del dolor más inhumano suele ser un mal presagio. Y con ese susto y congoja acabó hoy el festejo. Con Juan Leal finiquitando cuatro de media docena. Con dos toreros tumbados en trance de la ambulancia. Con esas carnes abiertas, con esa cabeza machacada pendiente de ver qué pasa.

Sustos, milagros y toreo, cuando el arte es plantar cara… y sale cara la apuesta.

Plaza Monumental de Las Ventas, 2 de junio de 2024

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