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Toros de la Feria de San Isidro | Correr delante de los grises
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Toros de la Feria de San Isidro | Correr delante de los grises

Tarde de compromiso en las cuadrillas, sobre todo para los banderilleros que tuvieron que aguantar las reticencias y paradas de los toros, poniéndoles en serios aprietos

Foto: El diestro Borja Jiménez da un pase durante la Corrida de la Asociación de la Prensa. (EFE/Juanjo Martín)
El diestro Borja Jiménez da un pase durante la Corrida de la Asociación de la Prensa. (EFE/Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 5 de junio de 2024

23ª de la Feria de San Isidro. Tradicional corrida de la Asociación de la Prensa. Lleno de no hay billetes en tarde muy calurosa y con poco viento. Corrida de máxima expectación en la semana torista de la feria, único mano a mano anunciado, con pretensiones de gesta...

Acudió al palco real su majestad Felipe VI, en cuyo honor sonó el himno nacional precedido y rematado con una fuerte ovación y gritos de identidad nacional. Le acompañó la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y Francisco Rivera, como asesor taurino. Los dos matadores anunciados brindaron la faena de su primer toro al jefe del Estado.

6 toros de Victorino Martín, de entre 526 y 590 kilos. Muy bien presentados en el tipo de la casa, serios, astifinos y amenazantes, largos y en ese toque Albaserrada que sube de grado a los Saltillo. Todos cárdenos y cinqueños, muy en Victorino, sin terminar de aburrir, ni lucieron ni facilitaron triunfos. Primero, cornivetelo, de buena hechura, desarrolló sentido desde el principio, sin pasar en la muleta, dificultó la estocada parándose sin vergüenza, fue pitado en el arrastre. Segundo, cárdeno más oscuro, un tío, cuajado y serio por delante, largo y atemorizante. Acometidas al relance impidieron ver su verdadera condición en el caballo. Cortó en banderillas poniendo en serio peligro a la cuadrilla de Borja. A la muleta embistió humillado, con bravura, pero quedándose peligrosamente corto, por el izquierdo no tuvo ni un muletazo. Tercero un galán, negro entrepelado, cornivuelto, cuesta arriba, largo de impresionante trapío, también fue ovacionado de salida. Embistió con genio y con poco recorrido, aunque fue a más transmitiendo siempre emoción. No permitió el toreo clásico, más bien el de pelea, fue aplaudido en el arrastre. Cuarto, aún más alto, largo, serio y cinqueño que sus hermanos. El más flojo del encierro tampoco dio ninguna opción en la muleta. Quinto, serio y agresivo, sin tener tanto pitón, pareció embestir con más nobleza, pero se desentendía echando la cara al final del muletazo lo que deslucía los embroques. Sexto en la misma línea probablemente fue el peor en conjunto de la corrida.

Paco Ureña, de rosa salmón y oro, silencio tras dos avisos, vuelta al ruedo tras fuerte petición y aviso y silencio tras aviso.

Borja Jiménez, de verde oliva y oro, silencio tras aviso, silencio y silencio.

Álvaro de la Calle actuó de sobresaliente.

Tarde de compromiso en las cuadrillas, sobre todo para los banderilleros que tuvieron que aguantar las reticencias y paradas de los toros, su capacidad de cortar, poniéndoles en serios aprietos que resolvieron con profesionalidad y torería.

Foto:  El torero Damián Castaño da un pase durante la corrida de toros de la Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)
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Juan José Cercadillo

Hoy demostró Victorino que no todo es blanco o negro. Lo gris prevaleció con claridad en estos tiempos de extremos. Desgraciadamente, el Pantone predominante en esta corrida de la prensa no define solo un rango del amplio abanico de tonalidades que pueda presentar el toro bravo en su variopinto pelaje, define también una categorización del resultado de la tarde. Lo digo sin paliativos para no resultar grisáceo: tarde gris plomo, por la capa de los toros, por lo oscuro y lo pesado. Me cuesta decir esto con toros que en la balanza dieron su justo peso. Pesado por lo monótono del mismo comportamiento, que, con el interés indiscutible de la A de Albaserrada grabada a fuego en su lomo, ni remató ni ayudó a despejar una tarde que acabó encapotada, sin que terminara de brillar prácticamente nada.

Mi color hoy era el verde, el mismo de la impecable chaqueta que vi lucir a Escribano en el callejón de Las Ventas, preparándose, supongo, para su inminente turno. Verde esperanza de hoy que ambos, y muchos, guardamos para mañana. Al final hoy verde salvia, que nos dirían los sastres.

Nadie podrá discutir la abundante y acreditada materia gris con la que las dos generaciones de Martín han facilitado esta belleza de toros y de expectativas. Sin necesidad de hacer alusiones al tamaño de su cabeza, de los ganaderos en este caso, no existe hoy aficionado que no le reconozca que está muy claramente por encima de la media. Esa dehesa Monteviejo, criadero de alimañas, en su sentido más bello, ha visto esfuerzo, inversión, dedicación y cariño tan descomunal e impresionante como las anatomías que hoy han hecho el honor de poder representarles. Afición y vocación, respeto y tradición de décadas, de admiración sin fisuras a lo que es un toro bravo, alimentan la leyenda que aún hoy llena las plazas, ilusiona aficionados y encumbra a los toreros que aceptan o piden anunciarse con un hierro que sigue siendo referencia.

Marcaron el camino, abrieron todas las puertas, consiguieron con su fe doblegar aquellos grises

Hoy vi la corrida con mi padre. Me recordaba correrías en su 76 cumpleaños. Por cierto, felicidades y gracias por tanto. Me contaba, entre didáctico y nostálgico, que corría en sus años mozos por delante de los grises. Los cárdenos policías astifinos y engallados que perseguían juventudes ansiosas de nuevas vidas. Los que se quedaban quietos resultaban arrollados, heridos y trasladados a dependencias policiales en el mejor de los casos. Tenían que hacerles frente, exponerles sus barrigas, sus muslos, su propia vida, por una causa decente: vivir mejor que sus padres y que sus hijos vivieran las vidas que ellos soñaban. Lucha desigual y arriesgada, carente de posibilidades que solo su determinación, su generosidad e ilusión dio la vuelta a la tortilla.

Solo el cite y la carrera, el requiebro y hasta la brecha fueron lo determinante. Tan efectivos y valientes que nadie hoy les exigiría más de lo que entregaron. Nos marcaron el camino, abrieron todas las puertas, consiguieron con su fe doblegar aquellos grises. Luego vinieron los marrones que los “maderos”, ya hablamos de los ochenta, seguían generando en las calles. El azul de los noventa nos abrió el cielo a tantos que hoy no nos entra en la cabeza cornada de policía, reproche en forma de porra o calabozos sin réplica. Hoy visten de azul, son amables, desempeñan sus funciones al servicio del ciudadano, sean casi las que sean sus diarias pretensiones. La autoridad y los colores, debate para próximas décadas que nos debiera ilustrar un no tan colorido pasado…

Volviendo al cumpleañero que tuve el honor de invitar, pelear contra los grises exigió determinación, fe, voluntad y sueños en los tiempos de mi padre. Exactamente igual que hoy. Armados hasta los dientes los grises de Victorino miraban desafiantes conscientes de su autoridad y rango. Enfrente, ilusionados y entregados por una vida mejor, con la única arma de la fe, se plantaron los toreros buscando justicia divina, premios que cambiaran su mundo, que les convirtiera en el mito del devenir de la historia, del toreo en este caso.

placeholder El rey Felipe VI saluda a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
El rey Felipe VI saluda a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

Nada pudieron hacer ni Paco, ni Borja, ni Victorino por rentabilizar el esfuerzo de la cría de los toros, el de anunciarse con ellos, el de plantarse delante con valor y con decoro. Tarde de plomizos grises que apenas permitieron los claros de las ovaciones del público al aspecto de los morlacos. Hoy ha acabado la tarde con la tendencia de feria. De momento gris, o sea, ni del todo negro ni blanco.

Plaza Monumental de Las Ventas, 5 de junio de 2024

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