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Una tarde en el primer refugio climático: sillones, ajedrez y... una temperatura compatible con la vida
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hasta el 31 de agosto

Una tarde en el primer refugio climático: sillones, ajedrez y... una temperatura compatible con la vida

En la segunda planta del Círculo de Bellas Artes se podrá huir del calor de la calle al estar rodeado de vegetación, con Wifi, enchufes y agua fría. Incluso te cuidan las plantas si te vas de vacaciones y no hay nadie para regarlas

Foto: Dos personas visitan el refugio climático del círculo de Bellas Artes. (Guillermo Martínez)
Dos personas visitan el refugio climático del círculo de Bellas Artes. (Guillermo Martínez)

El reloj termómetro de la parada de autobús de la entrada marca las 16:53 horas, 42 grados centígrados de temperatura ambiente. Salir a la calle y andar 20 metros al sol sin que el cuerpo comience a sudor parece tarea imposible. También es difícil, sin que te cobren por ello, encontrar un lugar en el que poder estar sentado, tranquilo, a la sombra, rodeado de naturaleza, con agua fría a tu disposición. Difícil, pero no imposible. Durante casi dos meses, el Círculo de Bellas Artes ha convertido parte de su segunda planta en el primer refugio climático de Madrid.

El espacio da la bienvenida al visitante con grandes maceteros que a su vez guardan otras macetas de diversos tamaños con diversas plantas. También hay mesas, enchufes y una suerte de banda sonora ambiente cercana a lo que se podría denominar música celestial. En realidad, la pieza musical se denomina “Permanencia vegetal” y está creada específicamente para el refugio por la artista Sayaka Fujio de la Escuela SUR.

placeholder Plantas en el Círculo de Bellas Artes. (Guillermo Martínez)
Plantas en el Círculo de Bellas Artes. (Guillermo Martínez)

Varios son los rincones de lectura, con sillones individuales y de dos plazas, mesas alrededor. Cerca de ellos, unas siete sillas típicas de colegio, verdes, en cuyas patas han ensamblado dos piezas de maderas curvas. Si alguien afilara su imaginación, podría llegar a decir que son caballos esperando a que algún pequeño jinete los monte. Los pupitres escolares también juegan su papel: con tres de sus tableros han conformado una tumbona. Apenas unos metros más allá, varias mesas preparadas para disputar una partida de ajedrez, todavía no estrenadas. Aquí seguirán, esperando, en horario de 11:00 horas a 21:00 horas.

Unas 300 plantas ocupan el espacio central

Ubicado en el Salón de Baile, tal y como lo concibió Antonio Palacios a principios de la década de 1920, los altos techos y ventanales cobijan un espacio llamado a convertirse en la referencia de Madrid en lo que a refugios climáticos se trata. “Un refugio climático es un espacio accesible que nos protege frente a las altas temperaturas del verano. Está destinado especialmente a las personas más vulnerables al calor, pero está abierto a toda la ciudadanía”, explica el Círculo de Bellas Artes en su web. Y añaden: “El calentamiento global es un hecho innegable, como también lo es el efecto de “islas de calor” que se produce en los entornos urbanos. Así que adaptarse al calor es una necesidad urgente para las ciudades”.

placeholder También hay música en directo. (Guillermo Martínez)
También hay música en directo. (Guillermo Martínez)

En este espacio del imponente edificio ubicado en el número 42 de la calle Alcalá también se encuentran unas 300 plantas prestadas por el Vivero de Estufas del Retiro, y la instalación y el mobiliario proyectados por Basurama, en colaboración con Germinando. Algo más curioso a los servicios ya mencionados es la guardería para plantas, y es que cualquier persona puede dejar en el refugio climático las suyas en el caso de irse de viaje y no tener a nadie que las cuide.

Un punto malo: el internet

Melina Aiello es una de esas personas que ha decidido usar las grandes mesas blancas con enchufes. Apostada en ella, esta estudiante del máster de Artes y Profesiones Artísticas de la Academia SUR saborea los primeros minutos del refugio climático. “Me enteré de que se abriría hace unas dos semanas por las redes sociales. Me parece una idea espectacular, sobre todo para mí, que me concentro mejor si hay gente estudiando a mi alrededor”, cuenta mientras la organización del espacio prueba el hilo musical.

placeholder Zonas para trabajar. (Guillermo Martínez)
Zonas para trabajar. (Guillermo Martínez)

Esta bonaerense de 36 años es la primera de su grupo de amigos que ha venido hasta el Círculo de Bellas Artes hoy. Preguntada por qué mejoraría, Aiello propone potenciar la red Wifi, ya que actualmente en el refugio climático se utiliza la misma que para el resto del edificio. “Cuando cierre el 31 de agosto voy a querer llevarme alguna planta de las que hay aquí, eso estaría bueno”, desea.

Neomar González merodea por la zona. Este venezolano de 55 años es otro de los curiosos que se ha acercado hasta el refugio para echar un vistazo. “Siempre vengo a las conferencias que organiza el Círculo de Bellas Artes y me parece una idea excelente. Si ves el calor que hace fuera y entras aquí, la diferencia es espectacular”, comenta. Para él, que el espacio esté protagonizado por una infraestructura de plantas “da mucha vida, mucho colorido y frescura, y eso es importante de transmitir. Además, los techos altos proporcionan una mejor ventilación”.

Repensar la ciudad ante el calor

En frente de él está sentada Ángela de la Torre, quien vio en X que el refugio climático abriría hoy. Coincidiendo con varias reuniones por la zona, ella y su compañera Elvira Giménez se han animado a descansar en la segunda planta del edificio ideado por Antonio Palacios. “Con esta flama que cae en la calle, hemos aprovechado. Me he encontrado algo mejor de lo que me esperaba, sobre todo por las plantas, que me parece una idea fantástica”, subraya De la Torre a sus 43 años.

placeholder Todas las plantas que se acumulan en el espacio central. (Guillermo Martínez)
Todas las plantas que se acumulan en el espacio central. (Guillermo Martínez)

Si estuviera en manos de estas dos periodistas cambiar algo en el espacio, añadirían una zona algo apartada para niños, para así hacer extensible el espacio a sus padres sin que las molestias sean un impedimento para los demás. “Y quizá una parte para intercambiar libros o algo así, con prensa para leer”, añade Giménez a sus 56 años, quien afirma que traerá sus plantas para que se las cuiden cuando marche de vacaciones.

Desde su punto de vista, deberían abrirse muchos más espacios así en grandes capitales como Madrid. “Y no solo en verano, sino en invierno también, con calefacción, para que la gente se pueda guarecer de las inclemencias climáticas, porque muchas personas no podrán poner el aire acondicionado o la calefacción en sus casas”, desarrollan. Sobre todo, espacios no asociados al consumo, reivindican, donde poder estar cómodamente.

El reloj termómetro de la parada de autobús de la entrada marca las 16:53 horas, 42 grados centígrados de temperatura ambiente. Salir a la calle y andar 20 metros al sol sin que el cuerpo comience a sudor parece tarea imposible. También es difícil, sin que te cobren por ello, encontrar un lugar en el que poder estar sentado, tranquilo, a la sombra, rodeado de naturaleza, con agua fría a tu disposición. Difícil, pero no imposible. Durante casi dos meses, el Círculo de Bellas Artes ha convertido parte de su segunda planta en el primer refugio climático de Madrid.

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