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Puigdemont 'rompe' con Urkullu por el juicio del procés y aleja la coalición PNV-PDeCAT
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Puigdemont 'rompe' con Urkullu por el juicio del procés y aleja la coalición PNV-PDeCAT

El expresidente catalán arremete contra el lehendakari por su testimonio ante el Supremo: le acusa de ocultar "la integridad de las negociaciones" y de "faltar a una parte de la memoria o del relato"

Foto: Puigdemont y Urkullu durante una reunión el 19 de junio de 2017 en el Palau de la Generalitat para abordar el proceso independentista catalán. (EFE)
Puigdemont y Urkullu durante una reunión el 19 de junio de 2017 en el Palau de la Generalitat para abordar el proceso independentista catalán. (EFE)

Hubo un antes y un después en las relaciones entre el hoy expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el lehendakari, Iñigo Urkullu. El 26 de octubre de 2017 lo cambió todo. Ese día, el entonces líder del Gobierno catalán da marcha atrás en el último instante y rompe el acuerdo alcanzado –y ratificado apenas unas horas antes en una larga conversación telefónica– con el 'mediador' Urkullu para convocar elecciones y evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La huida hacia adelante de Puigdemont con la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) desembocó en la intervención del Estado en Cataluña y, de paso, dejó al presidente vasco 'descompuesto y sin novia', sin el anhelado reconocimiento internacional a su figura como mediador efectivo en el conflicto España-Cataluña, el cual se encaminaba de forma irremediable hacia un choque de trenes.

Urkullu había llamado a la puerta de la gloria en su papel de intermediario/negociador y Puigdemont, que le había pedido que intercediera ante el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para posibilitar una salida al 'conflicto', se la había cerrado en las narices. El lehendakari, que ya daba por seguras las elecciones, vio una traición en esta actitud después de una intensa y discreta labor de mediador a dos bandas para dar con una salida al desafío soberanista catalán y que supuestamente había dado sus frutos con el compromiso arrancado al presidente de la Generalitat para acudir a las urnas. Pero no hubo convocatoria de elecciones y apenas 24 horas después el Parlament certificó el desafío al Estado con la aprobación de la Declaración Unilateral de Independencia que, más allá de los posteriores efectos prácticos conocidos, vino a romper de facto las buenas relaciones que ambos dirigentes mantenían. La sintonía que mantenían, dentro de las diferencias entre ambos gobiernos por el proceso soberanista, se trasformó en distanciamiento y frialdad.

Foto: Captura de la señal institucional del Tribunal Supremo del lendakari Iñigo Urkullu. (EFE)

Con este sentimiento muy presente a raíz de su frustrada intermediación, el lehendakari acudió el pasado 28 de febrero al Tribunal Supremo en calidad de testigo en el juicio del procés, donde detalló con pelos y señales su actuación de “enlace” o “intercesor” con Rajoy a instancias del expresidente catalán con un minucioso relato de las gestiones realizadas que dejó en evidencia a Puigdemont –además de contradecir al presidente del Gobierno, que un día antes había desdeñado la labor del lehendakari como mediador–. Si el entonces presidente catalán no convocó elecciones fue, según declaró Urkullu en el juicio, porque él mismo le trasladó que “las personas que estaban manifestándose en la plaza Sant Jaume se les estaba rebelando y también tenía presión desde su grupo”. En cierto modo, Urkullu se había cobrado una especie de ‘vendetta’ casi año y medio después.

Su intervención ante el tribunal presidido por Manuel Marchena ha sido vista, a su vez, como un gesto de deslealtad por Puigdemont, que no ha dudado en arremeter duramente contra Urkullu, a quien ha acusado de ocultar “la integridad de las negociaciones” con su testimonio, donde, según ha denunciado, “le faltó una parte de la memoria o del relato”. "No fue así", ha corregido. Incluso, en declaraciones este martes a la radio catalana RAC1, ha venido a minusvalorar el papel del lehendakari al asegurar que el 26 de octubre de 2017 activó “todos los resortes de intermediación que tenía al alcance” y que no pasaban “solo” por Urkullu, a quien le dijo “lo mismo” que al resto.

Puigdemont minusvalora el papel del lehendakari al asegurar que la intermediación no pasaba "solo" por Urkullu, a quien le dijo "lo mismo" que al resto

Ante al testimonio del presidente vasco, Puigdemont ha replicado que Urkullu, cuando se preste a explicar “la integridad” de las negociaciones, “sabrá que al único acuerdo que yo estaba dispuesto a llegar era convocar elecciones si había garantías explícitas de que no se aplicaría el 155, si se retiraba la Policía enviada extraordinariamente a Cataluña para dar miedo, si se levantaba la intervención de las finanzas de la Generalitat y si se paraba la represión”. Estas, según ha aseverado, “eran las condiciones” exigidas para convocar elecciones y “no se daban”, frente las aseveraciones de Urkullu.

Las palabras del expresident huido en Waterloo (Bélgica) han sorprendido y molestado en la sede de la Presidencia vasca. Sobre todo porque existe una prueba documental de todas las gestiones que llevó a cabo Urkullu y que el propio presidente vasco ha depositado en tres instituciones diferentes –una copia en cada una de ellas–: el Archivo Histórico del País Vasco, la Fundación Sabino Arana y el Monasterio de Poblet (Tarragona). Esta documentación, que en sus más de 300 páginas incluye anotaciones de las conversaciones mantenidas con Rajoy y Puigdemont, cartas, emails o hasta mensajes de Whatsapp relacionados con su labor de “enlace” o “intercesor”, se hará pública cuando acabe el proceso judicial sobre el desafío independentista catalán.

Urkullu ha documentado "en su integridad" su labor de mediación y toda esta información se hará pública cuando acabe el proceso judicial

En esta próxima 'desclasificación' de la documentación recopilada sobre su papel como interlocutor en el proceso soberanista catalán ha incidido el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkorera, a la hora de valorar las duras críticas de Puigdemont a Urkullu. El ‘numero 2’ del Ejecutivo de Vitoria no ha querido entrar en el cuerpo a cuerpo, pero sí ha dejado constancia de que el lehendakari tiene “una memoria envidiable” y que su actuación "nunca descansa sobre fallos de memoria" para poner en entredicho al expresidente catalán. Además, ha incidido en que la labor de Urkullu "está perfectamente documentada en su integridad" con unos papeles que han "servido de soporte" a la declaración del lehendakari en el juicio del procés.

También el propio lehendakari ha salido al paso de las acusaciones de Puigdemont esta tarde. En declaraciones a los medios de comunicación en Bilbao, ha asegurado que en su declaración ante el Supremo dijo "la verdad". Según ha remarcado, "la verdad está documentada y la documentación podrá ser consultada cuando termine el proceso judicial", una vez el alto tribunal dicte sentencia. En este sentido, ha resaltado que su actuación "en todo el proceso se basó en el empeño de prestar una ayuda ante el bloqueo de una situación a requerimiento del propio president Puigdemont". "Tanto en principio como al final, mi actitud y mi actuación fue absolutamente honesta, sincera, de buena fe, transparente y leal para con las instituciones catalanes y para con todos los interlocutores con los que tuve ocasión de departir", ha subrayado. Y de cara al futuro, ha asegurado que su objetivo "va a seguir el intentar ayudar a lo que en su momento fue también el objetivo y el empeño de preservar el autogobierno, intentar que, desde el principio de realismo, también se evitaran riesgos de fractura social".

Las acusaciones de Puigdemont dificultan aún más si cabe la posibilidad de la alianza electoral entre el PNV y el PDeCAT, y de la que recelan los 'jeltzales'

Más allá de la cuestión personal, de la certificación de que las relaciones entre Urkullu y Puigdemont están rotas a la vista de los acontecimientos, las palabras de Puigdemont también tienen su efecto político, ya que han agrandado la brecha entre el PNV y el PDeCAT. Las acusaciones del expresidente dificultan aún más si cabe la posibilidad de que ambas formaciones cierren un posible acuerdo electoral para las elecciones europeas del 26 de mayo. De por sí, la formación presidida por Andoni Ortuzar no está por la labor de reeditar la alianza de 2014 tras conocerse la decisión de Puigdemont de liderar la lista de Junts per Catalunya al Parlamento Europeo –el PDeCAT se presentará con esta marca– y las acusaciones de este martes no hacen sino alejar un acuerdo que se antoja realmente complicado. Fuentes del PNV no ocultan su malestar por las declaraciones del expresident catalán en el actual contexto, donde las encuestas dicen que las opciones del PDeCAT en las elecciones europeas son escasas sin una alianza con los ‘jeltzales’. “Sus palabras no ayudan nada”, aseguran desde el PNV.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE)
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La alianza europea de EH Bildu, ERC y el BNG es un hecho. La del PNV con su tradicional socio catalán está en entredicho. La formación de Ortuzar no quiere ir de la mano de Puigdemont y de sus aliados porque no quiere verse arrastrada por la deriva independentista en la que siguen inmersos. Los 'jeltzales' recelan de las verdaderas intenciones del expresidente catalán y desconfían de sus próximos movimientos. A la espera de ver cómo avanzan los acontecimientos, el PNV ha abierto conversaciones para explorar la posibilidad de volver a acudir a los comicios europeos con Coalición Canaria o Compromiso por Galicia como ya hizo en 2014 dentro de una alianza política más amplia con fuerzas catalanas. La distancia personal y política con Puigdemont se antoja muy difícil de superar.

Hubo un antes y un después en las relaciones entre el hoy expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el lehendakari, Iñigo Urkullu. El 26 de octubre de 2017 lo cambió todo. Ese día, el entonces líder del Gobierno catalán da marcha atrás en el último instante y rompe el acuerdo alcanzado –y ratificado apenas unas horas antes en una larga conversación telefónica– con el 'mediador' Urkullu para convocar elecciones y evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La huida hacia adelante de Puigdemont con la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) desembocó en la intervención del Estado en Cataluña y, de paso, dejó al presidente vasco 'descompuesto y sin novia', sin el anhelado reconocimiento internacional a su figura como mediador efectivo en el conflicto España-Cataluña, el cual se encaminaba de forma irremediable hacia un choque de trenes.

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