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El PNV alerta de que viene el lobo pero el 'miedo a Bildu' aburre a sus ovejas
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Arranca la campaña vasca

El PNV alerta de que viene el lobo pero el 'miedo a Bildu' aburre a sus ovejas

Sabin Etxea juega la baza del partido refugio para frenar a Bildu y pescar entre el electorado del PSE y PP, mientras sufre una seria desmovilización de sus bases. Sánchez promete ser fiel al PNV y Feijóo cotiza al alza

Foto: El candidato a 'lehendakari' y cabeza de lista por Bizkaia, Imanol Pradales, interviene durante el arranque de la campaña electoral del PNV. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
El candidato a 'lehendakari' y cabeza de lista por Bizkaia, Imanol Pradales, interviene durante el arranque de la campaña electoral del PNV. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
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La batalla de las elecciones vascas del próximo 21 de abril se juega en el campo soberanista, con PNV y Bildu empatados a fuerzas, según las encuestas. El viejo partido de Sabino Arana (128 años) intenta ahora utilizar la baza del miedo a Bildu, la joven y desmemoriada coalición de Arnaldo Otegi que desafía su hegemonía en el País Vasco por primera vez. Su objetivo, convertirse en el partido refugio y atrapar el voto útil del PP y del PSE de las zonas urbanas.

El PNV hizo sonar ayer las sirenas de alarma en el arranque de campaña y llamó a "despertar a la sociedad vasca" para explicarle que "el actual bienestar está en juego" y que "todo lo construido puede agrietarse". “El modelo Bildu es incertidumbre. Existe una agenda oculta”, alertaba esta semana en una entrevista con El Confidencial Imanol Pradales, el desconocido candidato del PNV que ha sustituido a Iñigo Urkullu para taponar la pérdida de apoyos por el desgaste acumulado de gestión. “Es el mismo lobo de siempre con piel de cordero”, denunció también el líder socialista, Eneko Andueza, que cada día debe negar con la mano en el pecho que vaya a pactar con Bildu en el País Vasco. Sánchez ha jurado fidelidad al PNV en las últimas horas.

El problema es que ese discurso del miedo ya no es creíble en boca de quienes han contribuido a clarear a la coalición heredera de Batasuna y la han asimilado como un socio parlamentario más en Madrid y en Navarra. La asociación con ETA se pierde en la bruma de la memoria: las nuevas generaciones apenas saben quién fue Miguel Ángel Blanco y los abertzales dominan entre los más jóvenes. Y esa “agenda oculta” que denuncia Pradales -intervencionismo, control, Venezuela- es un concepto difícil de descifrar para un electorado acostumbrado a ver a Bildu pactando las políticas sociales del Gobierno de Pedro Sánchez en Madrid… con el apoyo del PNV. No es que Bildu asuste a las ovejas, es que el viejo pastor de Sabin Etxea no es capaz de movilizar a su rebaño.

Foto:  El candidato del PNV al lehendakari, Imanol Pradales, posa para El Confidencial. (J. G. O.)
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Itziar Reyero. Bilbao Fotografía: Jon Garate Ondarre

Su candidato alimenta desde el lunes el riesgo de una traición socialista. “Con Sánchez, como Santo Tomás: ver para creer”, dijo Pradales en este periódico. Es un mensaje inverosímil, que infunde el temor a lo desconocido en el cuerpo social del PNV, de incierto éxito. Porque en realidad nadie duda de que PNV y PSE volverán a gobernar juntos, aunque ganase Bildu, y la única incógnita es si lo harán con mayoría suficiente o si necesitarán apoyo exterior. Desde la cúpula del partido lo ratifican: "No va a haber cambio de socios, dentro de cuatro años ya será otra cosa porque Bildu habrá completado el viaje y dependiendo de quién esté en el PSOE, ellos se sentirán libres".

De saque, Bildu tiene un índice de voto fiel altísimo (87,7%), mientras que el PNV (63,2%) no halla el modo de agitar la campaña electoral, que arranca soterrada por otro gran acontecimiento social: el Athletic se juega la final de la Copa del Rey. Si el club vasco gana y saca la mítica gabarra por la Ría de Bilbao (los fastos están preparados para el jueves 11), entonces el foco se perderá hasta el ecuador de la campaña, reducida a apenas una semana de atención, al menos en Vizcaya.

"Bildu es como un boxeador que se desliza alrededor del ring, buscando las cuerdas y esquivando el guante", se desespera el PNV

En Sabin Etxea se desesperan porque su contrincante rehúye la confrontación. “Es como un boxeador que se desliza alrededor del ring, buscando las cuerdas y esquivando el guante”, describe un dirigente del PNV. “De momento no se está moviendo nada, nos lo vamos a jugar todo en los últimos días”, confirma otro estratega nacionalista.

La caída de fidelidad de sus votantes preocupa en Sabin Etxea, donde dicen tener perfectamente detectados a quienes se quedaron en casa (mayores de 60 años y en la franja de entre 35 y 50). En este momento, según el último informe de Focus para EiTB, hay un 20% de indecisos y de ellos el 25% duda entre votar PNV o Bildu. Los de Ortuzar están convencidos de que, cuanta mayor participación, más posibilidades tienen. “Si vota el 60%, gana Bildu, pero si vamos al 65% de participación entonces ganamos nosotros”, afirman. Vizcaya es del PNV, Guipúzcoa es de Bildu y el factor diferencial es Álava, y en concreto, la ciudad de Vitoria, que condensa el 80% del censo. Se espera un repunte importante de la participación: en julio de 2020 se quedó por debajo del 50% del censo y con pueblos enteros todavía confinados por el covid.

Otegi sigue ahí porque es el pegamento con el submundo de los presos y el grupo minoritario que aún discute la vía política

La sanidad pública es la mayor debilidad del Gobierno de Urkullu, pero el País Vasco exhibe otros signos de agotamiento: la industria se desacelera, cuesta atraer talento de fuera, los jóvenes se van. “El mito de la gestión del PNV se ha derribado”, aseguran sus rivales. Sin embargo, el PNV mantiene un flotador mental de seguridad, ya que el 66% de los vascos cree que la situación política es buena o muy buena y un 79% coincide en que la economía va bien. Otro dato, casi el 30% de los votantes de Bildu creen que el PNV es el mejor gestor. Y a eso apela el partido de Sabino Arana, a mantener el orden establecido mejorando lo presente.

El discurso de orden

El PNV volverá a jugar el discurso de la seguridad para atraer a los indecisos y a los votantes no nacionalistas del PP y del PSE. Independencia, no; autogobierno. Bienestar, seguridad, okupación, ayudas sociales o la Ertzaintza han sido temas recurrentes en su precampaña.

En las municipales de mayo pasado, los de Andoni Ortuzar perdieron 86.000 fieles. Fue un aldabonazo serio que se repitió en las generales de julio, donde obtuvieron 101.000 votos menos, aunque en este caso hubo una fuga importante al PSOE. Voto útil para frenar a la “ultraderecha” en España que el PNV aspira ahora a recuperar. Es un deseo limitado, porque PSE y PP están en las raspas (diez escaños y seis, respectivamente, por uno de Vox). El 75% del Parlamento de Vitoria ya es soberanista.

"El mito de la buena gestión del PNV ha caído", dicen sus rivales. PSE y PP apuntan a una alianza PNV-Bildu que tampoco resulta hoy creíble

Socialistas y populares intentan combatir la excesiva polarización entre las dos formaciones soberanistas y cortarle al PNV el juego del partido refugio. Sus líderes advierten del peligro de una alianza independentista que tampoco resulta creíble. El PSE, que viene de ganar las elecciones generales en el País Vasco, aspira a ganar al menos un escaño más, aunque asume que la cita autonómica es su peor prueba. Ellos son, dijo Andueza anoche, la garantía de que no haya un Gobierno "identitario" en el País Vasco, y de que el PNV no se suba al monte.

El PP cotiza al alza con Feijóo tras el fiasco de la coalición con Ciudadanos en la era de Pablo Casado. Su candidato, Javier de Andrés, exdiputado foral de Álava entre 2011 y 2015, aspira a ser la "alternativa centrada" frente al "modelo caduco" del PNV. Están fuertes en la provincia donde se dirime casi todo: quién gana entre los nacionalistas, la pugna particular PSE-PP y si entran Vox y Podemos o Sumar.

La apertura de compás de Bildu

Bildu se esfuerza en no generar un discurso anti Bildu. Ya no hay presos en sus listas, ni habla de independencia, sino de autogobierno -ayer presentó su programa en el que dibujan una España confederal-, y las cuestiones identitarias han sido relegadas por las cosas del comer o la sanidad en busca de un nuevo electorado. Los estudios demoscópicos confirman su éxito: la coalición abertzale se ha convertido en la más transversal y atrae votantes de todas las formaciones, a excepción del PP. Según el informe de EiTB, el 7,7% de los que votaron hace 4 años al PNV aseguran que ahora elegirían la papeleta de Bildu. Un 4,7% de los votantes del PSE haría lo mismo y la cifra escala hasta el 16,3% en el caso de Podemos.

Otegi sigue ahí porque es el pegamento con el submundo de los presos y el grupo minoritario que aún discute la vía política. De cabeza de cartel ha puesto a un ingeniero de telecomunicaciones, Pello Otxandiano, que parece intercambiable con el del PNV. “Si te fijas, se ha puesto gafas y no se las quita”, señala un rival del PSE.

“No tenemos ansiedad ni excesiva prisa”, insisten desde las filas soberanistas, centrados en consolidar y expandir su base social para el “nuevo ciclo”, es decir, dejar atrás la negra sombra de ETA y primar los debates socioeconómicos al identitario. La clásica apertura del compás.

La batalla de las elecciones vascas del próximo 21 de abril se juega en el campo soberanista, con PNV y Bildu empatados a fuerzas, según las encuestas. El viejo partido de Sabino Arana (128 años) intenta ahora utilizar la baza del miedo a Bildu, la joven y desmemoriada coalición de Arnaldo Otegi que desafía su hegemonía en el País Vasco por primera vez. Su objetivo, convertirse en el partido refugio y atrapar el voto útil del PP y del PSE de las zonas urbanas.

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