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Del tranvía tirado por mulas al bus eléctrico: la empresa de transportes coruñesa que sobrevive 120 años después

Hacia un futuro mejor por Ec Brands Tranvia en A Coruña

El abuelo de Ignacio Prada fundó Tranvías de A Coruña en 1906. Hoy, esta compañía continúa gestionando el transporte público en la ciudad y ya está incorporando vehículos eléctricos a sus flotas con la ayuda financiera de Banco Santander

La historia de Tranvías A Coruña S.A. es la de un viaje circular hacia la movilidad eléctrica. A través de la biografía de esta empresa y de esta ciudad del norte, que podría ser casi cualquier otra de España, reconstruimos los pasos de los traslados públicos urbanos y su papel crucial para permitir el crecimiento y la conectividad de la urbe, sus polígonos y zonas residenciales.

Lo hacemos montados en cinco transportes diferentes. Comenzamos a paso de mula de 1876 a 1909, con los carruajes tirados por ganado hasta que la electricidad da paso al tranvía eléctrico, entre 1910 y 1929. El periodo de entreguerras abre la puerta al trolebús (1930-1949) y los primeros autobuses urbanos de gasolina empiezan a desplazar al tranvía a partir de 1950 hasta convertirlo en una reliquia para nostálgicos a partir de 1980.

Hoy, son los buses eléctricos, los llamados a revolucionar el transporte en la transición energética hacia una economía descarbonizada.

“Subidos a estos vehículos, hacemos un viaje de 120 años de la firma desde 1903 hasta hoy”, exponen desde Tranvías de A Coruña, la compañía que se ocupa del transporte urbano por carretera en la ciudad herculina. Tras todos estos años de historia, hoy emplea a 290 personas y suma un centenar de buses con 16 horas de ruta cada día de lunes a domingo hasta sumar 5,5 millones de kilómetros anuales en una ciudad con 247.376 vecinos censados en 2023 y un enorme cinturón metropolitano.

A Ignacio Prada Vázquez (A Coruña, 1986), el gusto por el bus le viene de familia. Es la tercera generación al frente de un negocio familiar que pilotó su abuelo en 1903 con un capital social de dos millones de las antiguas pesetas (12.000 euros).

“Él y otros inversores vieron la necesidad y crearon unas cocheras en la zona del Orzán (playa urbana de la ciudad) donde colocaron la base de sus tranvías tirados con mulas, emulando lo que ocurría en Nueva York y que imitaron en España, en ciudades como Madrid y Barcelona”.

Tracción de sangre, le llamaron. Imitaban a las diligencias del Oeste y contaban con enfermería y veterinarios para el ganado, que eran la fuerza bruta, cuenta Prada, director de la compañía que preside su padre, José Prada Muradás.

La empresa acudió a Banco Santander para financiar la compra de buses eléctricos y cumplir con el doble objetivo: ser más eficientes y menos contaminantes

Entre 1900 y 1950, A Coruña pasó de 17.000 a 40.000 vecinos. Necesitó casas, colegios, carreteras y transporte para ir de un lado a otro en una ciudad que se expandía a toda velocidad con el Atlántico como límite. En 1965, la empresa llevó las cocheras al barrio de Los Rosales, donde hoy conservan sus oficinas centrales y la base logística para su flota.

Aunque operan con buses y no con tranvías, -cuenta Prada- optaron por mantener todo este tiempo el nombre original de la empresa -Compañía de Tranvías de La Coruña SA- y enfrentaron un bache complicado en los setenta cuando el coche privado puso al transporte urbano en jaque mate.

Hoy, la función del transporte público sigue siendo esencial pero necesariamente ha de reducir la huella de carbono para cuidar el planeta. Tranvías lo sabe, por eso acudió a Banco Santander, con quien tenía vínculos históricos a través del antiguo Banco Pastor, para financiar la compra de buses eléctricos y cumplir con el doble objetivo: ser más eficientes y menos contaminantes. Al igual que a esta compañía, a día de hoy la entidad apoya en España a cuatro millones de pymes a través de diferentes productos y servicios financieros para respaldar el crecimiento de sus negocios.

Tranvías trabaja por concesión del Ayuntamiento de A Coruña y facturan anualmente por el número de viajeros, que estiman en 1.906 millones de personas

“Vamos hacia la electromovilidad, eso es innegable”, expone Prada. Un bus eléctrico cuesta aproximadamente el doble que uno de gasoil -en torno a 500.000 euros- y necesitamos financiarlo y certificar que tienen una durabilidad óptima para amortizar la inversión”. Lo más curioso, señalan, “es que en los años 60, el transporte público ya era eminentemente eléctrico”. Los tranvías se desplazaban enganchados a pértigas sobre ruedas neumáticas. El mismo formato que ahora se propugna para reducir la huella de carbono.

Entre los conductores, se cuentan 14 mujeres -una de ellas inspectora- y una plantilla que completan administrativos y mecánicos propios. Tranvías trabaja por concesión del Ayuntamiento de A Coruña y factura anualmente por el número de viajeros, que estiman en 1.906 millones de personas en más de un siglo de historia atravesados por dos guerras mundiales, otra civil y su larga posguerra con enormes cambios tecnológicos y convulsiones políticas y sociales.

En estos 120 años, por los vehículos de la firma ha ido pasando un trocito de la vida de cada pasajero. A las cocheras de Rosales han llegado todo tipo de objetos perdidos, de dinero a llaves pasando por lo más inverosímil e incluso viajeros tan desorientados como dormidos. Las recogen en una publicación ilustrada con antiguas imágenes con motivo de sus 120 años de historia.

En este largo periplo, la empresa también ha hecho de ‘celestina’ para una pareja, Óscar y Elen, que se conocieron en el bus 1A y eligieron la misma ruta el día de su boda. A Tranvías le queda muchos kilómetros y rutas por delante con el reto de volver a sus orígenes y electrificar su flota -casi un centenar de vehículos- para una movilidad limpia y descarbonizada.

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