Revolución en la noche madrileña: los dueños de Florida Park y Lula cogen Posada de las Ánimas

Una de las discotecas más reconocidas de la noche madrileña cambia de manos. Se trata de La Posada de las Ánimas, histórico club ubicado en la confluencia de las calles Goya y Lagasca, en el cotizado barrio de Salamanca, que nunca llegó a recuperarse del golpe que supuso para este negocio la pandemia del covid.

Tras meses cerrado, este icónico templo de la fiesta capitalina reabrirá sus puertas bajo los mandos de otros tres nombres propios de la industria del ocio nocturno: Ramón Matoses y Nacho Fernández, dueños de Florida Park, y el empresario Pablo Marín, uno de los socios de Íñigo Onieva en Lula Club. Los tres han constituido una nueva sociedad que se ha hecho con la famosa discoteca, que reabrirá el próximo otoño bautizada como Blondie.

Lo que se traspasa es el negocio, ya que la propiedad del inmueble sigue en manos de un empresario asturiano que posee varios locales, y que ha firmado con los promotores un contrato de alquiler a largo plazo. La operación ha estado asesorada por Torit Allocation, que también está detrás de las nuevas salas de fiesta de Princesa 1, Goya 79 y Miguel Ángel 9, entre otras recientes operaciones.

Con mil metros cuadrados de superficie distribuidos en cuatro plantas (sótano, baja, entreplanta y primera), Blondie aspira a convertirse en referente del ocio nocturno para el público de mayor poder adquisitivo, en línea con la clientela habitual de los restaurantes y hoteles de la zona.

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"Madrid está creciendo mucho en el sector del lujo en restauración y hoteles, pero creemos que esta tendencia todavía no ha llegado al ocio, y eso es lo que queremos hacer. Buscamos ser más parecidos a un restaurante con estrella Michelín que a una discoteca", explica Pablo Marín. Para conseguir este objetivo, "la gran ventaja que tenemos con este local es que estamos en la mayor concentración de restaurantes premium de Madrid, de manera que todo el público objetivo al que nos dirigimos puede venir caminando", añade.

Aunque Goya 25 es el edificio donde se encuentra el local, su entrada es por el número 31 de Lagasca, que está a apenas 150 metros de distancia, o dos minutos andando, de Jorge Juan en su tramo más fuerte, donde se dan la mano templos de la gastronomía como Amazónico, El Paraguas, Lobito de Mar, La Máquina o La Bien Aparecida, mientras que en un radio de menos de diez minutos se encuentran Zuma, Chambao, Ten con Ten o Kabuki, entre otros.

El segmento de poder adquisitivo al que se dirigirá Blondie conlleva una que el público objetivo tendrá una edad media superior a la de una clásica discoteca. De hecho, Marín estima que el 60% de la clientela estará entre los 30 y los 40 años, mientras que un 20% se situará por encima de esta franja, y otro 20%, por debajo. Además, habrá un importante peso de público internacional.

Las cuatro plantas del local tendrá diferentes usos. La baja será almacén, la de altura calle contará con una coctelería, que el fin de semana operará desde las cinco de la tarde y entre semana a partir de las ocho, y al fondo estará el club principal, donde se escuchará todo tipo de música internacional. La entreplanta se habilitará como un palco con vistas a la sala principal, mientras que la planta primera será un club independiente, donde, sobre todo, habrá música house y disco.

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Todos estos espacios contarán con su propia barra y numerosos reservados que serán "una parte importante del negocio", según explica Marín. Además, como el local cuenta con salida de humos, los nuevos dueños prevén organizar eventos, privados y corporativos, donde también habrá oferta de restauración. El local cuenta con licencia de sala de fiestas, que permite abrir hasta las cinco de la mañana.

La insonorización, un punto siempre crítico, pero que ha saltado a primera plana por los problemas que está ocasionando a los vecinos los conciertos del Santiago Bernabéu, es una línea roja tanto para los promotores como para el dueño del local, lo que lleva a Marín a mostrarse convencido de que, en este caso, no va a haber ningún problema de ruido que pueda molestar a los vecinos.