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Luto en el Grupo del Cocido, el retrato de la generación de oro de los grandes despachos
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Luto en el Grupo del Cocido, el retrato de la generación de oro de los grandes despachos

El fallecimiento de Joaquín García-Romanillos deja sin uno de sus integrantes al grupo de comidas más relevante del sector legal, cuyas figuras son clave para entender la expansión de la abogacía de los negocios española

Foto: De izquierda a derecha: Joaquín García-Romanillos, Jaime San Román, Miguel Riaño, José María Alonso, César Albiñana, José María Segovia, Pedro Pérez-Llorca, Gonzalo Ulloa, Julián García Rubí y Manuel Martín. (Cedida)
De izquierda a derecha: Joaquín García-Romanillos, Jaime San Román, Miguel Riaño, José María Alonso, César Albiñana, José María Segovia, Pedro Pérez-Llorca, Gonzalo Ulloa, Julián García Rubí y Manuel Martín. (Cedida)
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El pasado 7 de febrero, falleció en Madrid, a los 79 años de edad, Joaquín García-Romanillos, un histórico de la abogacía española que, como otros de los ilustres juristas que alumbró su generación, participó activamente en la Transición —fue diputado por la UCD en la legislatura constituyente— para, posteriormente, desarrollar el grueso de su carrera en el ámbito de los grandes despachos. De profundos conocimientos técnicos, negociador que exhibía una inusual empatía y hábil e intenso litigador, García-Romanillos fue, además, un abogado comprometido con la profesión, los valores que esta representa y sus instituciones. Su carácter afable, sincera bonhomía y juicio siempre ponderado le hicieron ganarse una lista interminable de buenos amigos que, en los últimos días, han dado sentidas muestras de dolor por su pérdida.

Con García-Romanillos no solo se marcha quien fuera socio durante tres décadas de Gómez-Acebo & Pombo, vicepresidente y secretario general del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) y, en los últimos años, vicepresidente de la Mutualidad de la Abogacía. Su fallecimiento también supone la primera desaparición de uno de los integrantes del denominado Grupo del Cocido, el más ilustre grupo de comidas de sector legal. Fundado en 2009, estas reuniones están compuestas por algunos de los primeros espadas de los grandes despachos en Madrid de las décadas de los 90, 2000 y 2010; unas figuras esenciales para comprender la expansión y consolidación de la abogacía de los negocios en España. Todos ellos, cada dos o tres meses en los últimos 15 años, se han reunido en torno a una mesa para comer el plato más típico de la cocina madrileña.

Las afiladas pero amistosas conversaciones de estos almuerzos —en ocasiones, sustituidos por catas de vino— son un retrato inmejorable de la leal competencia establecida entre los bufetes de la época, en la que nadie regalaba un centímetro de negocio, pero en donde la dura pugna profesional era perfectamente compatible con el respeto y la buena relación personal. Casi desde su creación, ninguno de sus integrantes ha querido perderse una comida, admiten varios de ellos, pues faltar es sinónimo de convertirse en el destinatario de más chanzas y mofas por parte del resto. Incluso más que las que se dirigían entre los presentes entre sí, que ya era mucho decir.

placeholder Joaquín García-Romanillos. (Mutualidad)
Joaquín García-Romanillos. (Mutualidad)

Los integrantes del Grupo del Cocido, además del propio García-Romanillos, son el exdirector de Gómez-Acebo & Pombo Manuel Martín; el ex socio presidente de Uría Menéndez José María Segovia; el ex socio director de Garrigues y Baker McKenzie y exdecano del Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) José María Alonso; el ex socio director de Clifford Chance Jaime de San Román; el ex socio director de Herbert Smith Freehills Miguel Riaño; el socio codirector de CMS Albiñana & Suárez de Lezo, César Albiñana; el socio director de Pérez-Llorca, Pedro Pérez-Llorca, y el exdirector de la oficina de Madrid de Cuatrecasas Julián García Rubí. En la fotografía que ilustra este artículo, comparte mesa con ellos un invitado de excepción como Gonzalo Ulloa, el también ex socio director y expresidente de honor de Gómez-Acebo.

Arropar a Jaime de San Román

La primera convocatoria del Grupo del Cocido tuvo lugar en 2009, con motivo de la jubilación de Jaime de San Román en Clifford Chance. Manuel Martín y Joaquín García-Romanillos, conscientes de que se trataba de un momento delicado para De San Román, quien aún se encontraba en plena forma, planearon un almuerzo con amigos del sector para dar ánimos al letrado, por aquel entonces senior partner del despacho del Magic Circle. Para no herir sensibilidades, no obstante, pidieron permiso a Ignacio Ojanguren, socio director de Clifford y sucesor de De San Román, quien no mostró ninguna objeción. Aliviados, Martín y García-Romanillos siguieron con su ronda de llamadas al resto de primeros espadas de los bufetes madrileños.

Foto: José María Alonso, presidente del Centro Internacional de Arbitraje de Madrid (CIAM). (I. B.)

Todos los convocados respondieron encantados, cuentan, salvo uno. Para su sorpresa, José María Segovia, socio director de Uría Menéndez, en lugar de dar un sí rotundo, pidió más tiempo para confirmar su asistencia. La razón de su procrastinación la entendieron un par de días más tarde, cuando la prensa jurídica informó del fichaje de Jaime de San Román como nuevo socio de Uría. El anuncio de la contratación disipó las dudas de Segovia sobre la conveniencia de celebrar el almuerzo. El lugar elegido fue el restaurante Casa Paco, entre La Latina y la Plaza Mayor de la capital, una de las tabernas de referencia de la cocina tradicional madrileña.

Allí se celebró el primer cocido y allí han tenido lugar la mayoría de los siguientes. En dicha elección del local se vio la mano de Martín y García-Romanillos, pues Casa Paco es el local en el que Gómez-Acebo celebra desde hace décadas la comida de bienvenida de las nuevas promociones que se enrolan en la firma.

La resaca de la laboralización

La primera comida, cuentan, fue tan bien y resultó tan divertida que todos coincidieron en que no podía quedarse en algo puntual. Debían repetir. Y la repetición terminó por institucionalizarla. El Grupo del Cocido ayudó a José María Alonso a mover su candidatura entre los grandes despachos tras su salida de Garrigues en 2011. En algún momento, cuentan, se plantearon invitar a Fernando Vives, presidente de Garrigues, propuesta que no terminaron de concretar, pues temían que la relación con Alonso no hubiera quedado en las mejores condiciones tras el salto de este a Baker McKenzie.

También en estas reuniones han vivido en primera persona el espectacular crecimiento del despacho liderado por Pedro Pérez-Llorca, quien no se ha librado de su dosis de comentarios mordaces por ello, el integrante más joven del grupo. Todos los demás están, o bien ya fuera de los grandes despachos —los últimos en anunciar su salida han sido Manuel Martín y Miguel Riaño—, o bien en la cuenta atrás para ello.

Foto: Manuel Martín posa para El Confidencial. (A. B.)

No obstante, el Grupo del Cocido, con cuyas conversaciones podría escribirse la historia de la abogacía de los negocios en España, no podría entenderse sin las horas y horas de intensas negociaciones que protagonizaron los máximos responsables de los grandes despachos en los primeros años de los dos mil —entre ellos, primero, y con el Ministerio de Trabajo, después—, con el proceso de laboralización de la profesión. Conversaciones que culminaron con éxito, gracias al papel, entre otros, de Rodrigo Uría, Miquel Roca y José Pedro Pérez-Llorca, en el real decreto de 2006 que consagró la relación laboral especial de los abogados con los despachos y que salvó a las firmas de pagar las cuotas atrasadas de la Seguridad Social. Sin esa solución, más de una se hubiera visto en una situación financiera crítica.

Algunos episodios de esos meses de infarto para los bufetes no estuvieron exentos de momentos de máxima tensión, como la enérgica bronca según algunos, más o menos acordada de Rodrigo Uría a José María Alonso, tras filtrarse un correo electrónico interno de Garrigues en el que el segundo acusaba a sus competidores de obtener una ventaja competitiva injusta por estarse eximiendo de las cotizaciones sociales. Alonso se justificó diciendo que se trataba de una comunicación interna y, por tanto, privada. A lo que Uría le espetó que un mensaje remitido a medio millar de empleados no tenía nada de privada.

El pasado 7 de febrero, falleció en Madrid, a los 79 años de edad, Joaquín García-Romanillos, un histórico de la abogacía española que, como otros de los ilustres juristas que alumbró su generación, participó activamente en la Transición —fue diputado por la UCD en la legislatura constituyente— para, posteriormente, desarrollar el grueso de su carrera en el ámbito de los grandes despachos. De profundos conocimientos técnicos, negociador que exhibía una inusual empatía y hábil e intenso litigador, García-Romanillos fue, además, un abogado comprometido con la profesión, los valores que esta representa y sus instituciones. Su carácter afable, sincera bonhomía y juicio siempre ponderado le hicieron ganarse una lista interminable de buenos amigos que, en los últimos días, han dado sentidas muestras de dolor por su pérdida.

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