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La ONU llama a restaurar las tierras para mantener la agricultura y la naturaleza
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Día Mundial del Medio Ambiente

La ONU llama a restaurar las tierras para mantener la agricultura y la naturaleza

Bajo el lema "Nuestras tierras, nuestro futuro: somos la #GeneraciónRestauración", el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se centra en la restauración de las tierras y la regeneración de los ecosistemas

Foto: Cultivo ecológico de avena en una dehesa salmantina. (Jose Luis Gallego)
Cultivo ecológico de avena en una dehesa salmantina. (Jose Luis Gallego)

Los ecosistemas de todo el mundo están en regresión. Desde bosques y campos de cultivo hasta humedales y zonas esteparias, todos los espacios naturales de los que depende la existencia de la humanidad están llegando a un punto de no retorno. Por eso, la ONU dedica este Día Mundial del Medio Ambiente, 5 de junio, a actuar de manera urgente para restaurar las tierras, detener el deterioro de los ecosistemas naturales, hacer frente al avance de la sequía y la desertificación y preservar el agua.

Los expertos de la ONU aprovechan la celebración del día más importante de la agenda verde mundial para poner en valor los valiosos e irremplazables servicios que nos prestan los ecosistemas naturales del planeta, los llamados ‘servicios ecosistémicos’, sin los que nuestro modelo de desarrollo se vendría abajo. Y empiezan por la base de todo, el suelo: el tejido conductor que hace posible la vida en las tierras.

placeholder Cosechadora en un campo de cereal. (EFE/Jesús Diges)
Cosechadora en un campo de cereal. (EFE/Jesús Diges)

El suelo es algo más que la tierra bajo nuestros pies. Es el hábitat más biodiverso del planeta. Casi el 60% de todas las especies que lo pueblan viven en el suelo y el 95% de nuestros alimentos proceden de él. En el primer palmo de suelo habita la fauna edáfica, un variado entramado de pequeños invertebrados y microorganismos que dan forma al laboratorio de biogénesis más importante de la tierra, la base de la cadena trófica. De su buen funcionamiento dependen el resto de ecosistemas y la biodiversidad que albergan. Por todo ello, restaurar su equilibrio es la mejor forma de regenerar la naturaleza e impulsar la acción climática.

El alto valor de los suelos

Según la ONU se requieren más de mil años para generar las condiciones que hacen posible el buen funcionamiento de esa red biológica, esa trama vital que habita en los tres primeros centímetros de tierra. En cambio, cada cinco segundos se erosiona una superficie de suelo equivalente a un campo de fútbol. Además, un suelo sano actúa como sumidero de carbono, ya que retiene los gases de efecto invernadero (GEI) que de otro modo entrarían en la atmósfera, desempeñando un papel decisivo en la mitigación del cambio climático.

placeholder Los suelos agrícolas están agotados. (EFE/Morell)
Los suelos agrícolas están agotados. (EFE/Morell)

Restaurar los suelos es asimismo fundamental para afrontar la pérdida de biodiversidad que sufre el planeta. Una crisis íntimamente relacionada con la climática y que según todos los expertos debe ser afrontada a la vez, pues ambas están íntimamente unidas y se retroalimentan. A ese respecto, la recuperación del 15% de las tierras actualmente sobreexplotadas podría evitar el 60% de las extinciones estimadas.

Más allá de generar el humus, sustento de la vida en la tierra, principio y final de la cadena trófica, los expertos de la ONU resaltan la importancia de los microorganismos del suelo para la producción de algunos de los medicamentos más importantes para la salud humana. Así, además de las 28.000 especies de plantas registradas actualmente por la farmacopea como de uso medicinal, la penicilina, por ejemplo, procede de un pequeño hongo que habita en ese primer palmo de suelo.

Pero si hay algo que depende en buena medida del suelo es nuestro modelo alimentario. La fertilidad de la tierra es la base de la agricultura, por eso el modelo de producción de alimentos que nos ha traído hasta aquí está tan agotado como los suelos que cultivamos.

Foto: El alza de precio de los fertilizantes amenaza la producción de alimentos. (EFE/Alaa Badarneh)

Como nos recuerda la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), actualmente un tercio de la superficie agrícola del planeta está agotado y en proceso de degradación debido a la intensificación de los cultivos, el agotamiento de los recursos naturales, la salinización y sobreexplotación de los acuíferos. Así como a la contaminación química por el exceso de plaguicidas y fertilizantes o el avance de la desertificación como consecuencia del calentamiento global, al que la agroindustria contribuye con el 23% de las emisiones globales de GEI.

Más población, menos producción

Por contra, para antes de final de siglo deberemos alimentar a una población de 10.000 millones de personas. Para conseguirlo va a ser necesario pasar de los 8.500 millones de toneladas de alimentos que producimos anualmente a más de 12.000: ¿cómo lo haremos? Según todos los informes, el 80% de ese incremento en la producción de alimentos deberá salir de tierras que ya están siendo cultivadas, pues la posibilidad de poner más tierras en producción agrícola es cada vez menor. Por eso es imprescindible avanzar hacia una agricultura más sana y sostenible.

placeholder Cartel de la ONU en el Día Mundial del Medio Ambiente 2024. (PNUMA/ONU)
Cartel de la ONU en el Día Mundial del Medio Ambiente 2024. (PNUMA/ONU)

Si no acometemos una reforma integral, basada en los principios de la agricultura regenerativa y en coexistencia con la naturaleza, nuestro actual modelo agrícola acabará extenuando los recursos naturales del planeta, suscitando la extinción de especies y acelerando la crisis climática.

La ONU no olvida el papel que pueden y deben desempeñar las ciudades en la regeneración de las tierras y la restauración de los ecosistemas. Hoy en día las zonas urbanas ocupan el tres por ciento de la superficie terrestre del planeta, y, sin embargo, albergan a más de la mitad de la población mundial. Representan el 75% del uso mundial de recursos y de energía, producen más de la mitad de los desechos mundiales y generan al menos el 60% de las emisiones de GEI.

Pero las ciudades no tienen por qué ser desiertos de asfalto y hormigón. Las arboledas urbanas pueden mejorar la calidad del aire, dar más sombra y mitigar las consecuencias de las olas de calor, cada vez más severas y recurrentes. Conservar el verde de parques y jardines, mantener los canales, estanques y otras masas de agua en el medio urbano o instalar tejados verdes y jardines verticales en nuestros edificios puede aumentar la biodiversidad y mejorar los servicios ecosistémicos que presta la naturaleza urbana y que van mucho más allá de sus valores meramente paisajísticos.

Por último, a todas las razones que justifican esa #GeneraciónRestauración a la que apela Naciones Unidas en este Día Mundial del Medio Ambiente, hay que unir las estrictamente económicas. Y es que cada euro invertido en la restauración de los suelos, las tierras y los ecosistemas naturales, genera hasta 30 euros de retorno en servicios ecosistémicos, contribuyendo de manera directa a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): el plan de la humanidad para un futuro mejor.

Los ecosistemas de todo el mundo están en regresión. Desde bosques y campos de cultivo hasta humedales y zonas esteparias, todos los espacios naturales de los que depende la existencia de la humanidad están llegando a un punto de no retorno. Por eso, la ONU dedica este Día Mundial del Medio Ambiente, 5 de junio, a actuar de manera urgente para restaurar las tierras, detener el deterioro de los ecosistemas naturales, hacer frente al avance de la sequía y la desertificación y preservar el agua.

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