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Las claves del tipo de sequía del que nunca hablamos: el campo no aguantará al otoño
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Las claves del tipo de sequía del que nunca hablamos: el campo no aguantará al otoño

Más allá del descenso continuado de los embalses, que están a una cuarta parte de su capacidad en varias comunidades, la escasez de agua amenaza las cosechas y puede arruinar al campo

Foto: La sequía ha arruinado las cosechas de secano, como la almendra. (EFE/Morell)
La sequía ha arruinado las cosechas de secano, como la almendra. (EFE/Morell)

“España vive la primavera más seca de los últimos quince años”. La frase parece describir la situación que vivimos actualmente, pero no, en realidad, es mucho peor, ya que corresponde a un comunicado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de la primavera de 2021.

Peor porque, teniendo en cuenta de dónde venimos, resulta aún más alarmante que la Aemet señale esta primavera como “especialmente seca”, incluso más aún que la de entonces. Y en verdad lo es. Hasta el punto de que, a pocas fechas de que acabe, este mes de abril va camino de convertirse en el más seco desde que se tienen registros fiables. Y no por poco margen.

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Los mapas de precipitación acumulada en toda España que elabora la propia Aemet revelan que, en lo que llevamos de abril, en más de la mitad del país no ha caído ni una sola gota de agua. En conjunto, tan solo se han registrado cinco litros por metro cuadrado (l/m²), concentrados básicamente en los Pirineos y algunos puntos de la cornisa cantábrica. Eso apenas representa el 15 % de la media para un mes de abril, el de las aguas mil. La situación es tan excepcional que, aunque se lleguen a dar algunos chubascos en los próximos días, es muy difícil que se alcance dicha media, y mucho menos que se supere y lleguemos a recuperar el déficit de lluvia que venimos padeciendo de manera más o menos acentuada dependiendo de los territorios.

placeholder Un campo, casi yermo por los efectos devastadores de la sequía. (EFE/Morell)
Un campo, casi yermo por los efectos devastadores de la sequía. (EFE/Morell)

De hecho, desde que empezó el año, las lluvias acumuladas en el conjunto del país apenas alcanzan la mitad del promedio habitual, mientras que en buena parte del sur peninsular, Cataluña y amplias zonas de levante, el nivel de precipitación acumulada no representa ni la cuarta parte de lo normal. Una proporción que coincide casi por exacto con los niveles de agua embalsada.

Así, las reservas de nuestros pantanos están exactamente a la mitad (50,23%), más de 17 puntos porcentuales por debajo de la media de la década, mientras que los embalses de las cuencas internas de Cataluña están al 26%, cuando deberían estar al 80%, y los de la cuenca del Guadalquivir se sitúan esta semana en el 25, 21%, lejos del 63,20% que señala la media de los últimos diez años para estas mismas fechas.

Sin nubes en el horizonte

Respecto a lo que nos espera en las siguientes semanas y los próximos meses, las previsiones de nuestra agencia meteorológica (una de las más prestigiosas a nivel internacional) no permiten albergar demasiadas esperanzas. Hace un par de días alertaba a través de su cuenta en las redes sociales que, aunque no está claro lo que aunque mayo resulte especialmente lluvioso, lo más probable es que se mantenga, o incluso se refuerce, el déficit de precipitaciones que venimos arrastrando hasta que llegue el otoño, ya que durante los meses de verano registra la pluviometría más baja del año, y nada hace prever que junio, julio y agosto vayan a ser especialmente lluviosos este año.

De hecho, si miramos hacia junio, hay una mayor probabilidad de que la precipitación acumulada se sitúe como máximo en torno a la media, siendo ligeramente superior en el oeste peninsular. Mientras que, respecto a las temperaturas, los pronósticos señalan de manera mucho más clara que nos espera un resto de primavera y sobre todo un verano que pueden ser de nuevo muy cálidos.

Pero más allá de la sequía meteorológica, la referida a la falta de precipitaciones, y de la sequía hidrológica, la que concierne al estado de nuestras reservas de agua embalsada, los meteorólogos y los climatólogos aluden a una tercera variable de sequía a la que pocas veces prestamos atención desde el ámbito urbano: la sequía agrícola o hidroedáfica.

La sequía agrícola es la que viene provocada por un déficit de humedad en los suelos que puede impedir el correcto desarrollo de los cultivos en un lugar concreto y en una época determinada. Dado que la demanda de agua es diferente para cada tipo de cultivo, e incluso puede variar a lo largo del desarrollo de los árboles o plantas cultivadas, es difícil establecer umbrales de sequía agrícola similares a los de la sequía meteorológica o la hidrológica, que sí se pueden determinar en función de las precipitaciones anotadas o del volumen de agua que se almacena en los pantanos.

placeholder Los cultivos de secano se están viendo especialmente afectados por la sequía. (EFE/C. Zinn)
Los cultivos de secano se están viendo especialmente afectados por la sequía. (EFE/C. Zinn)

Lo que sí está claro es que, si hablamos de secanos, la sequía agrícola está directamente relacionada con la sequía meteorológica, con un pequeño desfase temporal vinculado a la capacidad de retención de humedad de los suelos cultivados, mientras que en el caso del regadío la sequía agrícola está directamente vinculada a la sequía hidrológica y las restricciones que puedan dictaminarse cuando las reservas de agua embalsada descienden y se prioriza el abastecimiento urbano.

"No caben más análisis"

En cualquier caso, tanto si hablamos de secano como de regadío, tras el largo período de escasez de lluvias que venimos sufriendo, ante la notable subida de las temperaturas para esta época del año, y teniendo en cuenta el déficit de agua embalsada, podemos asegurar que la sequía agrícola en España es grave, muy grave en buena parte de los territorios y en la práctica totalidad de los cultivos, por lo que, cómo se señala desde la COAG “no caben ya más análisis” y hay que emprender medidas urgentes de apoyo a los agricultores y ganaderos, no ya para salvar las cosechas, sino para mantener la propia actividad.

placeholder La sequía afecta también al ganado. (EFE/A. Valdes)
La sequía afecta también al ganado. (EFE/A. Valdes)

Porque la realidad es que, perdida la cosecha de este año, en muchos casos, como en el de los cultivos leñosos de secano, la atención de los agricultores se centra en intentar salvar a las plantas y los árboles para no tener que replantarlos, lo que en la mayoría de los casos significaría una ruina mayor. Y lo mismo ocurre en el caso de la ganadería, donde en algunas explotaciones se están enfrentando a la difícil medida de tener que sacrificar al ganado.

Ante esta medida, desde los sindicatos agrarios se está requiriendo al Gobierno a actuar de manera coordinada, creando una mesa sobre la sequía en la que participen los ministerios de agricultura, transición ecológica y reto demográfico, economía y hacienda, para poner en marcha medidas urgentes de apoyo al campo, pues como advierten desde la COAG, “en caso contrario los agricultores y ganaderos no vamos a llegar al otoño”.

Foto: Una plantación de girasol en la localidad sevillana de Gerena. (EFE/Fermín Cabanillas)

A todo ello cabe añadir el alarmante estado que presentan nuestros ecosistemas forestales, con los bosques convertidos en un inquietante paisaje de árboles enfermos como pasto de las plagas, en buena parte resecos, y con el matorral en severo estiaje mucho antes de lo normal, desde principios de primavera. Todo ello convierte nuestras arboledas, especialmente en el caso del bosque mediterráneo, en un gigantesco pajar a punto de prender a la más mínima imprudencia.

Se puede seguir la evolución de la situación a través del Monitor de seguimiento de la sequía habilitado de manera conjunta por el CSIC y la Aemet, con base en los datos recogidos por sus estaciones y observatorios y que se renuevan semanalmente.

“España vive la primavera más seca de los últimos quince años”. La frase parece describir la situación que vivimos actualmente, pero no, en realidad, es mucho peor, ya que corresponde a un comunicado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de la primavera de 2021.

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