Para lograr la eficiencia en la gestión del agua internamente, lo primero que hace Coca-Cola antes de construir una fábrica es evaluar el estado de los recursos hídricos del territorio. Así, por ejemplo, se investiga para conocer la cantidad y calidad del agua disponible, la cantidad de lluvia que reciben los acuíferos y manantiales, así como los posibles riesgos derivados de fenómenos meteorológicos extremos o desastres naturales. Esta metodología, denominada Water Risk Assement, se basa en planes específicos de actuación orientados a las necesidades futuras, no solo del negocio, sino de la comunidad local y de los ecosistemas. Estos sirven para las nuevas fábricas, pero también para aquellas que ya están funcionando.
Asimismo, la empresa mide la cantidad de agua que necesita para producir un litro de producto. Su objetivo, según informan, "es reducir el ratio de agua un 20% en 2025 respecto a 2010. En 2021 ya se ha conseguido reducirla en un 15,91% vs. 2010, y el ratio de uso de agua por litro fue de 1,83".
En este sentido, también reconocen que "día a día seguimos innovando en proyectos que permitan la optimización del uso del agua, como los procesos de limpieza de envases, limpieza de los equipos o implantando medidas que permiten optimizar el proceso de tratamiento de aguas: el agua usada en las lavadoras de las botellas se emplea luego para lavar las cajas, reduciendo así el consumo total".