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Otro verano de ruleta rusa con los incendios: bosques recargados de basura y combustible
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Otro verano de ruleta rusa con los incendios: bosques recargados de basura y combustible

La acumulación de residuos abandonados en el bosque no solo daña a los ecosistemas sino que eleva el riesgo de incendio. Retirarlos es, además, una oportunidad para promover el empleo rural

Foto: Arranca una nueva campaña de incendios con los bosques cargados de basura y combustible (EFE/ Óscar Corral)
Arranca una nueva campaña de incendios con los bosques cargados de basura y combustible (EFE/ Óscar Corral)

El impacto medioambiental que provoca el abandono de residuos en la naturaleza, la denominada 'basuraleza', no solo afecta al buen funcionamiento de los ecosistemas forestales, sino que aumenta el riesgo de propagación de incendios. Si a ello unimos la alta carga de combustible en forma de madera caída que siguen acumulando los bosques, la subida de las temperaturas vuelve a situarnos un año más ante un escenario de alto riesgo.

Además, las lluvias de esta primavera han provocado que el matorral medre mucho más que otros años. Basta con darse un paseo por el campo para ver hasta qué punto eso es así. Una fragosidad que con la aceleración del estiaje, debido al aumento de las temperaturas, acabará convirtiendo nuestros bosques en un inmenso pajar a punto de prender a la mínima imprudencia. Por todo ello, y a las puertas del verano, es necesario apelar de nuevo a la responsabilidad compartida antes de empezar a sumar hectáreas calcinadas y lamentar daños mayores. Pero no solo eso.

Las administraciones deben adelantar las tareas de prevención y vigilancia, apoyando la gestión forestal, promoviendo el aprovechamiento de la biomasa y facilitando la retirada de residuos de los bosques. Además, con ello no solo actuarán en beneficio del medioambiente, sino que contribuirán al reto demográfico, al impulsar el empleo rural vinculado a la conservación de la naturaleza.

Foto: Proteger y regenerar los bosques autóctonos mitiga el cambio climático (EFE)

Contrariamente a lo que muchos piensan, el aumento de la densidad del sotobosque no significa que esté ‘sucio de maleza’. De hecho, sería oportuno definir lo que muchos llaman ‘maleza’. El diccionario da dos acepciones diferentes a esta palabra: "Espesura que forma la multitud de arbustos, como zarzales, jarales, etc." y "abundancia de malas hierbas". La primera acierta en la descripción; la segunda yerra en la interpretación, pues el concepto 'mala hierba' es del todo subjetivo.

La espesura no es suciedad

En cualquier caso, esa espesura a la que alude el diccionario no es suciedad, sino naturaleza. Una vegetación tan importante para el mantenimiento del ecosistema forestal como los propios árboles. De hecho, eliminarlo puede ser contraproducente, pues acaba provocando cambios drásticos en la estructura del piso forestal, reduciendo la humedad del suelo y la hojarasca, afectando a la arboleda en su conjunto, alterando la distribución de especies y aumentando el riesgo de incendios.

En el caso del matorral mediterráneo, está compuesto por un variado número de especies, entre las que abundan algunas de las flores silvestres más bellas, como la espectacular peonía, los arbustos de bayas y las plantas aromáticas. Un habitat que da cobijo a una rica biodiversidad. Por todo ello, definir al sotobosque como maleza, malas hierbas o directamente suciedad es totalmente desacertado.

placeholder Retirada de árboles secos en un bosque catalán (Jose Luis Gallego)
Retirada de árboles secos en un bosque catalán (Jose Luis Gallego)

La única suciedad que hallamos en el bosque es la que genera la 'basuraleza' abandonada por nosotros. Una suciedad que, pese a los esfuerzos de tantos, va a más cada año, pudiendo permanecer durante siglos: contaminando el suelo, afectando a la flora y la fauna y elevando el riesgo de incendio.

Desde el Proyecto Libera, la iniciativa social contra el abandono de residuos en el campo liderada por la organización conservacionista SEO/Birdlife en colaboración con Ecoembes, han elaborado un informe en el que se destaca que además de suponer una "fuente directa de contaminación y destrucción" de los espacios naturales, la basuraleza aumenta el riesgo de incendio.

Según los técnicos de Libera, el abandono de colillas, restos de cristal o aerosoles en el entorno natural son algunas de las conductas incívicas que pueden causar el origen del fuego. Por ejemplo, el abandono de aerosoles en el entorno natural puede ser el detonante de un incendio debido a su explosión cuando son sometidos a altas temperaturas. Lo mismo ocurre con las botellas o trozos de vidrio que, con el calor, pueden originar un incendio por el llamado 'efecto lupa'.

placeholder Recogida de basura en el campo (Libera)
Recogida de basura en el campo (Libera)

Hace unos días tuvo lugar una nueva jornada de limpieza en la que participaron 16.000 personas que retiraron 93 toneladas de basuraleza de cerca de mil espacios naturales repartidos por toda España. Entre la basuraleza más encontrada durante las recogidas destacan los envases, con un 70% del total. Brics, latas, botellines de plástico, cajetillas de tabaco, bolsas y envoltorios de todo tipo: aquí también hay mucho márgen para mejorar, tanto por parte de los envasadores como de los consumidores.

Malditas colillas

Las colillas mal apagadas suponen un riesgo mucho mayor, por lo que tirarlas en el campo constituye un gesto tan temerario como irresponsable. No olvidemos que, en el caso de ser lanzadas desde el coche, esta castigado con 200 euros de multa, 4 puntos del carnet y posible pena de prisión en caso de provocar un incendio. La Asociación Reforesta publicó un informe en el que señala que los incendios provocados por colillas han sido los responsables del 3,25 por ciento del total de los siniestros producidos en los últimos diez años, unos datos que concuerdan con los del Ministerio para la Transición Ecológica.

placeholder Una vieja caja de refrescos tirada en mitad del bosque (Jose Luis Gallego)
Una vieja caja de refrescos tirada en mitad del bosque (Jose Luis Gallego)

En nuestro país, uno de los mayores expertos en análisis de incendios es el ingeniero forestal Celso Coco, responsable del portal divulgativo Educación Forestal. En conversación con El Confidencial coincide en señalar que, de manera natural, "los montes no están ‘sucios’ sino que en ocasiones la carga de vegetación no es la adecuada en según qué lugares". E insiste en dejar claro que "la vegetación es necesaria en todos los estratos ya que los seres vivos que lo habitan necesitan diferentes nichos".

Respecto al riesgo de incendio que representa la basura en el bosque matiza que "la inicidencia de los residuos dispersos es anecdótica o casi nula. No así los vertederos ilegales con mucha materia orgánica, donde se producen muchas igniciones por fermentación". En todo caso "las colillas sin apagar sí que son puntos de ignición cuando encuentran pasto seco; algo muy frecuente en márgenes de carretera y fundamentalmente en época estival".

Al inicio de la temporada de incendios (horrible concepto), y ante el más que previsible acelerón de las altas temperaturas (ya se han alcanzado los 40 grados), este experto defiende la necesidad de "romper la continuidad vertical y horizontal de la vegetación" para prevenir el riesgo. Aunque matiza: "Esto no quiere decir que todo tenga que estar desbrozado, sino que las actuaciones preventivas se deben centrar en puntos estratégicos o perimetrales a núcleos urbanizados por cuestiones de seguridad. Esos puntos o zonas estratégicas sirven además para que los equipos de extinción tengan zonas seguras donde anclar sus acciones".

placeholder Bomberos forestales en labores de extinción (EFE/112 Murcia)
Bomberos forestales en labores de extinción (EFE/112 Murcia)

De igual modo, "los desbroces y las quemas prescritas son medidas útiles para reducir el riesgo de propagación de un incendio, siempre y cuando se lleven a cabo en áreas justificadas mediante un plan técnico. La extensión de esas medidas, así como el lugar, la intensidad y cuándo realizarlas, deben estar previamente planificadas".

Unas tareas que, según coinciden en señalar todos los expertos, son mucho más efectivas que cualquier medida de extinción, por lo que deberían llevarse a cabo de manera prioritaria por parte de las administraciones. "En la gestión de los montes hay que tener en cuenta tres pilares fundamentales —añade Celso Coco— que son: el medioambiental, el económico y el social. Si se quiere tener éxito en la acción no hay que olvidar ninguno de los tres".

Preservar la salud de los ecosistemas forestales, proteger y conservar su biodiversidad, promover el aprovechamiento sostenible de sus recursos y favorecer el empleo local vinculado a la gestión forestal. A todo ello contribuiría una gran campaña nacional de retirada de ‘basuraleza’ y una política forestal más seria y rigurosa, basada en criterios científicos, técnicos y de gestión, no en vano somos el segundo país europeo con mayor superficie forestal (56%), solo por detrás de Suecia. En cambio, cada verano nos jugamos todo ese patrimonio a la ruleta rusa de los incendios y desdeñamos esa gran oportunidad contra el abandono rural.

El impacto medioambiental que provoca el abandono de residuos en la naturaleza, la denominada 'basuraleza', no solo afecta al buen funcionamiento de los ecosistemas forestales, sino que aumenta el riesgo de propagación de incendios. Si a ello unimos la alta carga de combustible en forma de madera caída que siguen acumulando los bosques, la subida de las temperaturas vuelve a situarnos un año más ante un escenario de alto riesgo.

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