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Mañana se cumple el quinto aniversario del pinchazo de la ‘burbuja tecnológica’, el mayor crash bursátil de la historia
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Mañana se cumple el quinto aniversario del pinchazo de la ‘burbuja tecnológica’, el mayor crash bursátil de la historia

Diez de marzo de 2000. El desastre empezaba a consumarse. El Nasdaq cerraba por segundo día consecutivo por encima de los 5.000 puntos y tocaba sus

Diez de marzo de 2000. El desastre empezaba a consumarse. El Nasdaq cerraba por segundo día consecutivo por encima de los 5.000 puntos y tocaba sus máximos históricos: 5.048 al cierre, 5.132 intradía. A partir de ahí, nada volvió a ser igual. Hoy, ninguno de los grandes índices, ni casi ningún ‘blue chip’, ha recuperado las cotas de hace cinco años. La criba de empresas tecnológicas ha sido espectacular y el Nasdaq, el que llegó a ser el mercado más importante del mundo, está un 60% por debajo de sus máximos de entonces.

En España, ese 10 de marzo, Indra subía un 12%, Terra un 11%, TPI un 7%, Sogecable un 3%... y perdían terreno Santander, Repsol, Mapfre, FCC, BBVA... El presidente de una de estas empresas tecnológicas comentaba ayer a El Confidencial que, en aquella época de locura, “si no subías un 6% en Bolsa cada día, se te quedaba cara de g...”. Eran jornadas en las que, gracias al milagro de la productividad, se aceptaba que las empresas pudieran subir continuamente.

El estado de euforia duró algún tiempo más. El colmo del despropósito llegó en enero del año siguiente. En el Ibex entró Picking Pack. Sólo duró un semestre. En esos meses también se solicitaba que ingresara Jazztel. Mientras, el Nasdaq ya había perdido alrededor del 50% de su valor. Hoy, está un 60% por debajo de los máximos de entonces, a pesar de que ha subido más de un 100% desde octubre de 2002. El S&P 500 todavía está a un 12% de los precios del gran crash.

Aunque los mercados ya acumulan dos años consecutivos de ganancias, aún se encuentran lejos de poder decir que han superado esta crisis. El Ibex y muchos valores clave, como Telefónica, están claramente por debajo de los precios de principios de 2000. La operadora, concretamente, está a 14 euros y en esos tiempos se decía que, “por debajo de 30, es compra segura”. Por su lado, Terra, que el 14 de febrero de aquel mágico 2000 fijaba unos escalofriantes 157 euros, agoniza en espera de su fusión con su matriz, dejando atrás un reguero de inversores amargados. Casi todas las empresas están en máximos de tres o cuatro años... pero tardarán mucho en estar en máximos desde 2000.

El modelo de valoración ha cambiado radicalmente. En aquellos tiempos, una simple compañía que desarrollara páginas web, con apenas una veintena de empleados, podía valer cifras millonarias. Los expertos lo justificaban arguyendo exponenciales posibilidades de crecimiento o, en su caso, su futurible compra por parte de una gran compañía a precios de oro. Hoy, en cambio, se tienen en cuenta otros criterios como los flujos de caja, los balances saneados y el Ebitda.

Los inversores ahora apuestan por el dividendo y la recurrencia. Si una compañía anuncia una inversión u operación corporativa, el castigo bursátil está asegurado. Todo lo contrario que en el 2000. De una ‘burbuja tecnológica’ se ha pasado a una ‘burbuja defensiva’.

Para llegar a esto, no sólo han sufrido los minoristas. Las grandes firmas de banca de inversión, en especial en EEUU, también se han convertido en protagonistas de escándalos financieros de lo más diverso: recomendaciones interesadas, insider trading, ingeniería financiera... Símbolos como Quattrone, Ebbers o Martha Stewart han pasado por la cárcel o los juzgados. Imperios como WorldCom o Enron han quebrado...

En Europa, estos escándalos llegaron de manera más suave y con retraso. El mejor ejemplo ha sido Parmalat. En España, otros casos similares han sido Avanzit o Jazztel.

Diez de marzo de 2000. El desastre empezaba a consumarse. El Nasdaq cerraba por segundo día consecutivo por encima de los 5.000 puntos y tocaba sus máximos históricos: 5.048 al cierre, 5.132 intradía. A partir de ahí, nada volvió a ser igual. Hoy, ninguno de los grandes índices, ni casi ningún ‘blue chip’, ha recuperado las cotas de hace cinco años. La criba de empresas tecnológicas ha sido espectacular y el Nasdaq, el que llegó a ser el mercado más importante del mundo, está un 60% por debajo de sus máximos de entonces.