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El coste del miedo: invertir en activos libres de riesgo provoca pérdidas del 5% en 3 meses
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El coste del miedo: invertir en activos libres de riesgo provoca pérdidas del 5% en 3 meses

La huida al bono alemán como activo refugio hundió el retorno a mínimos del -0,7% en agosto. Desde entonces, el precio se hunde un 4% con la pérdida adicional del cupón

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Incertidumbre política y económica, amenaza de guerra comercial, falta de munición para los bancos centrales… Los agoreros encontraron en agosto la tormenta perfecta para advertir del riesgo de recesión y justificar el movimiento de flujos de renta variable a renta fija, con mínimos históricos para los principales bonos europeos —el 'bund' cotizó por debajo del -0,7%—. Desde los mínimos del 7 de agosto, los que apostaron por seguridad sufren pérdidas de hasta el 5% y se han perdido un ‘rally’ en las bolsas del 11,5% de la bolsa europea (Euro Stoxx 50).

Estar en el mercado conlleva riesgos de pérdida de parte del dinero invertido, aunque sea de forma temporal. Pero si el inversor se deja llevar por el miedo, la amenaza a las pérdidas se dispara por dos razones: por vender cuando el precio ha bajado y volver a comprar cuando se ha recuperado, y por el coste de oportunidad de no estar expuesto a revalorizaciones relevantes para la cartera.

Justo esto es lo que ha sucedido a muchos inversores, particulares e institucionales, en los últimos meses. La visión de los expertos se volvió negativa en verano, con el enésimo repunte de las hostilidades comerciales entre Estados Unidos y China, sumado a datos macro y dudas sobre las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal (Fed). Sin embargo, tres meses después, los riesgos se han atenuado: tanto es así, que la curva de los bonos de EEUU —profecía de la recesión avalada por la historia— se desinvirtió a principios de octubre después de siete meses de anomalía.

Esto no quiere decir que la recesión esté descartada. De media, la contracción de la economía estadounidense ha tardado en ocurrir entre seis y 18 meses tras la inversión de la curva, pero, mientras, ha dado importantes ganancias a los inversores. Por ahora, desde el 22 de marzo, el S&P 500 sube un 11%; el Euro Stoxx, un 12%, y el Ibex 35 con dividendos, un 4%.

Foto: Una 'trader' en Nueva York. (Reuters)

Los resultados empresariales siguen sorprendiendo al alza y apuntalan las subidas bursátiles. El 80% de las cifras de beneficios publicadas en el tercer trimestre por empresas del S&P 500 se situó por encima de lo previsto por el consenso de mercado. “En Estados Unidos hay desaceleración pero sin estancamiento, que sí se da en Europa, pero sin recesión”, apunta Jesús Sáez, responsable para mercado de capitales para sector público y financiero en España de Natixis. “Los datos macro no son tan negativos como se siente a veces. El mercado ya se ha adaptado a unas perspectivas diferentes”, agrega.

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A juicio del experto de Natixis, “la inflación baja [o su ausencia] sirve de excusa a los bancos centrales para seguir ofreciendo un soporte a los mercados mucho antes de vislumbrar la posibilidad de entrar en recesión”, alargando el que ya es el ciclo de crecimiento más largo en la historia de Estados Unidos.

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Mientras el pesimismo se ha dejado notar en algunas fases del año y ha castigado a la postre muchas carteras, otros inversores institucionales han aprovechado el ejercicio. Tanto en Estados Unidos, con un alza del 8% desde el 7 de agosto para el S&P 500, como en Europa, donde el Euro Stoxx se revaloriza en este periodo casi un 12%. Asimismo, en 2019 se ha incrementado la actividad de los emisores, aprovechando las condiciones del mercado. Según datos de IGM, ha habido entre enero y mediados de noviembre más de 1.400 emisiones, un 14% más que el ejercicio previo, por una cantidad de más de 175.000 millones, un 19% más.

Los fondos de inversión también han notado este decalaje en la rentabilidad. Según los datos de Inverco, los de renta fija sufrieron en octubre pérdidas de entre el -0,53% y -0,04% (dependiendo de la categoría), mientras que los de renta variable ganaron entre un 0,51% a un 3,57% en el mes.

En el año, aun incluyendo los meses de caídas, la diferencia es aún mayor: los fondos de renta fija puros ganan entre un 0,59% y un 4,66%, mientras que los de renta variable se han apuntado subidas de entre el 14,13% y el 19,6% en lo que va de 2019.

Agosto queda atrás

Los mercados pasaron por su peor trago a principios de agosto, un mes difícil en los mercados debido al bajo volumen de negociación. El nerviosismo se vio desatado por las medidas comerciales tomadas por la Administración del presidente de EEUU, Donald Trump, después de que el yuan cayese ‘por encima’ de las siete unidades por dólar. Ante el incidente, los inversores empezaron a pensar que la guerra comercial iría para largo y ajustaron las carteras. Es tal el impacto emocional de Trump sobre los mercados, que JP Morgan ya ha creado el Volfede Index.

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La volatilidad escaló hasta alcanzar niveles de 24,59 puntos, según el índice VIX Cboe. El repunte, no obstante, fue mucho menor que los que hubo en años como 2012 y 2015 o, desde luego, que el que se vivió en el ‘crack’ financiero de 2008. Aunque es cierto que la volatilidad ha hecho acto de presencia este año, los expertos ya apuntaban entonces que la percepción de esta por parte de los inversores se veía agudizada por el precedente de un periodo inusualmente tranquilo entre 2017 y principios de 2018, cuando el crecimiento global estaba en fase de sincronización y los bancos centrales mantenían una hoja de ruta estable y clara.

En un escenario de guerra comercial, no obstante, el diagnóstico de la economía se vuelve difícil, por lo que los inversores temían por la respuesta de los bancos centrales. En el verano, Alemania anunció un trimestre de contracción en el PIB, mientras que EEUU presentó una creación de empleo más débil de lo esperado en agosto. Asimismo, los bancos centrales hacían sus malabarismos: el BCE reintrodujo un programa de expansión cuantitativa sin plazo de caducidad, mientras que la Reserva Federal ejecutó en septiembre el segundo recorte de tipos de interés.

Unas medidas que, junto con nuevos datos económicos más optimistas (Alemania, por ejemplo, consiguió al final esquivar la crisis), han llevado a desinvertir la curva de los bonos estadounidenses. Se trata de una anomalía en que las rentabilidades de los bonos de corto plazo superan a las de largo plazo, y que ha precedido a las ocho recesiones acaecidas desde 1960. En marzo, el indicador desató las alarmas de recesión entre los inversores, pero este octubre, con el anuncio de la primera fase del acuerdo comercial entre EEUU y China y con el apoyo de los bancos centrales, así como algunos datos macroeconómicos, la profecía se revirtió hasta volver a la ‘normalidad’.

De todas formas, aún queda un acuerdo por firmar. EEUU y China anunciaron el principio de entendimiento comercial en octubre, pero aún tienen que firmarlo y zanjar temas clave, como la propiedad intelectual. En los mercados, ruedan todo tipo de rumores al respecto; pero, de momento, la bolsa sube con fuerza.

Incertidumbre política y económica, amenaza de guerra comercial, falta de munición para los bancos centrales… Los agoreros encontraron en agosto la tormenta perfecta para advertir del riesgo de recesión y justificar el movimiento de flujos de renta variable a renta fija, con mínimos históricos para los principales bonos europeos —el 'bund' cotizó por debajo del -0,7%—. Desde los mínimos del 7 de agosto, los que apostaron por seguridad sufren pérdidas de hasta el 5% y se han perdido un ‘rally’ en las bolsas del 11,5% de la bolsa europea (Euro Stoxx 50).

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