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La prima de riesgo urge a un plan fiscal del Gobierno y dispara el coste de la deuda
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CON EL GIRO DEL BCE

La prima de riesgo urge a un plan fiscal del Gobierno y dispara el coste de la deuda

La AIReF estima hasta 34.000 millones de coste adicional de la deuda por las subidas de tipos. El Tesoro tendrá que captar inversores privados ante el cambio del BCE

Foto: El presidente, Pedro Sánchez, con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/Alvarado)
El presidente, Pedro Sánchez, con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/Alvarado)
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España está ante un desafío no visto en una década. El Banco Central Europeo (BCE), aunque diseñe una herramienta para tratar de frenar las primas de riesgo, ha dejado claro su giro de política monetaria, que consiste en tipos de interés más altos y el fin de las compras netas. El Tesoro deberá captar inversores privados y hay más urgencias para que el Gobierno tenga un plan fiscal con el que establecer una senda creíble de descenso sostenido del déficit y del endeudamiento.

Este es el principal mensaje de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), compartido también por otros organismos como el Banco de España. En realidad, la petición es ya lejana en el tiempo, pero cobra ahora más importancia que nunca. El supervisor ya decía hace año y medio que durante la crisis del covid la prioridad era apoyar la economía para evitar el colapso primero e impulsar la recuperación después, pero que era necesario establecer un plan de reducción de apalancamiento a medio y largo plazo.

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La AIReF también aboga por este punto, como recordó este martes su presidenta, Cristina Herrero, en unas jornadas organizadas por la APIE, la UIMP y BBVA en Santander. Si no hay cambio en las políticas económicas, la deuda pública alcanzará el 140% del PIB en 2045. Ya ha alcanzado un nivel récord de 1,45 billones, cerca del 120% del PIB. Y eso que la inflación ha reducido el déficit por debajo de las previsiones iniciales del Gobierno al aumentar la recaudación, pero Herrero advirtió de que este efecto se diluirá según se incremente el gasto de contratos que se actualicen o, especialmente, por las pensiones.

La necesidad de tener un plan de sostenibilidad fiscal ya era importante hace meses, y ahora es crucial ante la subida de tipos de interés. El bono español empezó el año en el 0,5% y ahora cotiza en el 2,8%, tras haber sobrepasado el 3%, con la prima de riesgo en torno a los 110 puntos. Ha habido un alivio por el anuncio del BCE de evitar la fragmentación financiera. Esto es, mantener a raya las primas de riesgo mientras eleva de forma generalizada los tipos de interés para frenar la actividad económica y controlar la inflación, para la que espera una media del 6,8% en la eurozona este año y del 3,5% el próximo.

La inflación aprieta al BCE, que aun así ha apostado por anunciar flexibilidad por geografías y duraciones de los vencimientos del programa especial de compras contra la pandemia (PEPP) y el diseño de una nueva herramienta antifragmentación. No hay detalles todavía, y hay dudas en las grandes casas de inversión, aunque el mercado ha dado tregua a los bonos periféricos, incluidos los españoles, tras varias sesiones de ataques entre la reunión ordinaria del 9 de junio y la extraordinaria que celebró la institución que preside Christine Lagarde el 15 de junio.

Pero aun con esto, los tipos de interés han subido y encarecen la deuda. Por una parte, porque el Tesoro tiene emitidos 65.000 millones ligados a la inflación, y cada punto de inflación adicional cuesta 700 millones al Estado. Aunque el impacto más evidente se produce por el aumento del coste de la deuda. La AIReF estimó a principios de mayo que el servicio de la deuda se elevó en 20.000 millones respecto al año pasado, pero desde hace mes y medio el bono ha seguido subiendo, y la institución ha advertido de un coste adicional de entre 12.000 y 14.000 millones de aquí a 2025. Es decir, entre 32.000 y 34.000 millones más.

Esta estimación es buena si el bono se mantiene en los niveles actuales. Para ello, tiene que funcionar el plan antifragmentación del BCE, que está por diseñar y definir, y el Tesoro debe atraer a los inversores privados, dado que el banco central, que estaba adquiriendo casi la mitad de las emisiones y ya cuenta con más del 30% de la deuda emitida, se retira.

En los últimos dos años ha habido un efecto expulsión de los inversores españoles ('crowding out'). Los tipos bajos ante la demanda del BCE habían reducido el apetito de los compradores españoles, y no parece que vayan a volver a corto plazo. Ni los bancos ni las aseguradoras están por la labor, según fuentes financieras, ante la volatilidad del bono y la incertidumbre sobre la cotización del precio.

El Tesoro sabe que debe atraer a los grandes inversores internacionales, como fondos de inversión y de pensiones o soberanos del norte de Europa. Desde la AIReF, Herrero pide al Gobierno que se dé prisa en tener planes fiscales para mostrar a los inversores. “Con el fin de la compra de activos hay que ir al mercado, y necesita certidumbre, garantías y confianza, en ese marco se necesita planificación”, argumentó este martes la economista.

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El Tesoro confiaba antes de la reunión del 9 de junio en que el mercado ya había descontado el ritmo de subidas de tipos que pretende tener el BCE, pero no ha sido así, teniendo en cuenta el ‘rally’ posterior del euríbor y de los bonos. El banco central ha telegrafiado una subida de 25 puntos básicos en julio, otra en septiembre, que puede ser de 50 puntos básicos, y una senda posterior de alzas para frenar la inflación. Aunque el crecimiento de los precios se explica principalmente por el ‘shock’ energético, que va a peor, según reconoció el lunes la vicepresidenta Nadia Calviño, ya hay efectos de segunda ronda (inflación que genera inflación) y las previsiones de inflación subyacente (sin energía ni alimentos perecederos) también son al alza.

Además, aunque las reglas fiscales están suspendidas, no será siempre así. Desde el Gobierno, confían en que no se establezca ningún mensaje de condicionalidad por los fondos europeos en cuanto a déficit y deuda pública mientras estén en suspenso las reglas fiscales, pero si no lo estuvieran, España volvería al protocolo de déficit excesivo y, por lo tanto, a supervisión desde Bruselas.

En cualquier caso, se da por hecho que en algún momento habrá que negociar con la Comisión Europea planes de reducción de déficit y deuda de forma sostenida, seguramente de forma cualitativa y diferenciando por países. Pero es importante tener autodisciplina, defendió Herrero este martes, en un contexto de incertidumbre y con riesgos continuos de revisiones a la baja sobre el crecimiento y al alza sobre la inflación.

España está ante un desafío no visto en una década. El Banco Central Europeo (BCE), aunque diseñe una herramienta para tratar de frenar las primas de riesgo, ha dejado claro su giro de política monetaria, que consiste en tipos de interés más altos y el fin de las compras netas. El Tesoro deberá captar inversores privados y hay más urgencias para que el Gobierno tenga un plan fiscal con el que establecer una senda creíble de descenso sostenido del déficit y del endeudamiento.

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