El BCE deja los tipos sin cambios, en el 4,5%, aunque ya ve a la inflación cerca del objetivo

El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido los tipos de interés en el 4,5%, sin cambios, tal y como se esperaba, y ha rechazado dar pistas sobre los próximos pasos. La autoridad presidida por Christine Lagarde sigue sin especificar cuándo iniciará el ciclo de bajadas de tipos que espera el mercado, aunque ve avances con la inflación.

Los tipos de interés de referencia continúan en el 4,5%; los tipos de facilidad marginal de crédito, en el 4,75%, y los de facilidad de depósito, que marcan la remuneración del exceso de liquidez que la banca deposita en el BCE y están más vinculados con el euríbor, en el 4%. El mercado ha interpretado como dovish el mensaje. Es decir, favorable a futuros recortes de tipos. Aunque los movimientos de los activos han sido muy leves.

La institución con sede en Fráncfort señala que, "desde la última reunión, celebrada en enero, la inflación ha seguido reduciéndose". De hecho, el BCE ha revisado a la baja las perspectivas de inflación para 2024 por "una menor contribución de los precios de la energía". El banco central proyecta ahora que el IPC de la eurozona promedie un 2,3% en 2024, un 2% en 2025 y un 1,9% en 2026. En tres meses, la previsión de inflación para este año se ha reducido en cuatro décimas. Pero no ha bastado para tocar los tipos. "Tenemos más confianza, pero no la suficiente", ha dicho Lagarde en rueda de prensa. También ha comentado que tendrán más datos para analizar en abril, y "muchos más en junio", señalando a este mes como posible para el inicio de recortes de tipos. Lagarde ha asegurado que en la reunión "no se ha discutido sobre recortes de tipos", aunque sí acerca de dejar la política restrictiva atrás.

Si se cumplen estos pronósticos, la inflación ya estaría cerca del 2% este año, y en el umbral durante los dos próximos años. Pero Lagarde ha recordado que aún no se ha conseguido el objetivo. El crecimiento de la economía de la eurozona seguirá desacelerándose y, con ello, reduciendo la presión sobre los precios, según pronostica el BCE, que espera que el PIB se expanda un 0,6% este año, dos décimas menos que lo proyectado hace tres meses, con un ritmo "moderado" de actividad. Para los dos próximos años, prevé un crecimiento del PIB del 1,5% y del 1,6% respectivamente. Aunque el crecimiento podría acelerarse si la inflación baja más de lo previsto, ha señalado la presidenta del BCE.

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Pese a estos avances con el objetivo de moderar la inflación, el BCE rechaza telegrafiar los próximos pasos y no da la batalla contra el crecimiento de los precios como ganada. Y eso que la inflación subyacente, sin energía ni alimentos, también se desacelera. Las proyecciones se han revisado a la baja desde Fráncfort hasta el 2,6% este año, el 2,1% el próximo y el 2% en 2026.

Pero sigue mandando mensajes de alerta: "Aunque la mayoría de los indicadores de la inflación subyacente han continuado descendiendo, las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas, debido en parte al fuerte crecimiento de los salarios", señala el comunicado del BCE. Lagarde ha destacado que la inflación salarial se está moderando. También admite que las condiciones de financiación son restrictivas y continúan frenando la demanda, "lo que está contribuyendo a reducir la inflación".

Sobre futuros movimientos, el BCE insiste en que tendrá un enfoque "dependiente de los datos", y que tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en el objetivo del 2% a medio plazo. Por ello, considera que los tipos "están en niveles que, mantenidos durante un periodo suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial a este objetivo".

El BCE subió los tipos por última vez en septiembre, hasta el 4,5%. Desde entonces, los inversores han especulado sobre la intensidad de las bajadas de tipos y sobre cuándo empezarán, aunque no han acertado. Una y otra vez, Lagarde y otros miembros del banco central han enfriado las expectativas, obligando al mercado a recalcular sus proyecciones.

No obstante, en el seno del BCE hay miembros que hablan abiertamente de la necesidad de afrontar el debate. Los últimos datos de inflación confirman una ralentización en el crecimiento de los precios. En febrero, el IPC de la eurozona se situó en el 2,6%, dos décimas menos que en enero y acercándose al objetivo del 2%.