Miguel Sebastián intenta arreglar los “malentendidos” de ZP ante Sarkozy en el caso Iberdrola

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, se ha dedicado en las últimas semanas a “tratar de arreglar algunos de los malentendidos” producidos o dejados por el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, ante su colega francés, Nicolás Sarkozy, en la cumbre hispano-francesa celebrada en París a mediados de enero pasado, y en relación al supuesto interés mostrado por el Ejecutivo español sobre una eventual entrada de la eléctrica gala Électricité de France (EDF) en el capital de Iberdrola.

Las fuentes consultadas por este diario aseguran que el nuevo ministro se aplicó a esa tarea, por encargo personal del propio Zapatero, en las semanas previas a que se hiciera público su nombramiento como titular de Industria, Comercio y Turismo. Hay que recordar que Sebastián fue seguramente uno de los miembros del actual Gabinete que antes supo que iba a serlo, dada su relación de amistad personal con el presidente, y el papel relevante jugado en la conformación del nuevo Ejecutivo.

Esa cercanía al presidente y el conocimiento de su nuevo destino semanas antes de que se hiciera público le permitió, entre otras cosas, tratar de acotar el gigantesco embrollo montado por la impericia de Zapatero ante Sarkozy en la citada cumbre de París y en relación a Iberdrola. De acuerdo con las fuentes, el interlocutor de Sebastián en la Administración gala ha sido François Perol, actual secretario general adjunto de la Presidencia de la República para asuntos económicos, un equivalente a lo que el propio Sebastián fue cuando ocupaba la dirección de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno en Moncloa.

La mediación habría incluido uno o varios viajes a París, aunque este extremo no ha podido ser confirmado. Lo verdaderamente llamativo, sin embargo, es que nadie sabe a ciencia cierta a qué se refiere exactamente esa frase de “deshacer malentendidos” y, lo que es todavía peor, cuál es la naturaleza de los “malentendidos” en cuestión, aunque casi todo el mundo se los imagina. Conviene aclarar que Sebastián ha estado en los últimos meses muy cerca del patrocinador de la operación EDF en España, que no es otro que el presidente de la constructora ACS, Florentino Pérez.

Ayer mismo, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en el curso de un desayuno informativo celebrado en Madrid, mostró su preocupación por “los compromisos adquiridos y no explicados” por Rodríguez Zapatero ante su colega Sarkozy, en torno a esa eventual entrada de EDF en Iberdrola, cuestionándose, además, si dichos compromisos “no han sido suficientemente entendidos” por el líder francés. El peneuvista, un partido que tendrá mucho que decir en este asunto, apostó por que “Iberdrola sea un proyecto que siga manteniendo las raíces vascas”, en tanto en cuanto que “símbolo de empresa con raíces vascas”.

De acuerdo con las fuentes, Rodríguez Zapatero no habría puesto impedimento a la eventual entrada de la pública gala (EDF) en el capital de Iberdrola, y es posible incluso que hubiera contemplado la operación con simpatía (ver noticia al respecto aparecida en este diario) ante un sorprendido Sarkozy, teniendo en cuenta que este asunto no parecía estar en el frontispicio de dicha cumbre, al revés que asuntos tales como el viejo problema de la interconexión eléctrica entre ambos países, y el lío existente en torno a la inversión de Sacyr Vallehermoso (Luis del Rivero) en la constructora gala Eiffage.

Presiones del lobby empresarial español

Contando con la complicidad del Gobierno español puesta de manifiesto por Zapatero en esa cumbre, la gerencia de EDF no se ha cansado de reiterar que su eventual entrada en Iberdrola se haría contando siempre con el v/b de las autoridades españoles. Todo apunta a que la presión del lobby empresarial español, dirigido en este caso por los responsables de La Caixa y Repsol, partidarios decididos de una “solución española” para Iberdrola, fue haciendo variar de forma paulatina la opinión de Moncloa respecto a EDF.

Ya nadie pone en duda al sur de los Pirineos, sobre todo tras la pérdida de Endesa, la conveniencia de contar con un gran grupo energético español surgido de una fusión entre Iberdrola y Gas Natural (participada por La Caixa y Repsol). Para sorpresa de los responsables de EDF –que ha empezado a pensar en British Energy-, el Gobierno de Madrid se ha callado cual muerto. No solo eso, ha enviado a París a Miguel Sebastián a “deshacer malentendidos”. Ahora solo falta convencer a Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que es quien tiene la llave de la operación.