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El economista Jeffrey Miron en CNN: “Bancarrota, no rescate, es la respuesta correcta”
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El economista Jeffrey Miron en CNN: “Bancarrota, no rescate, es la respuesta correcta”

La solución correcta a la crisis no es el rescate, sino la bancarrota. Es la posición que defiende Jeffrey A. Miron en CNN. Miron es un

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El economista Jeffrey Miron en CNN: “Bancarrota, no rescate, es la respuesta correcta”

La solución correcta a la crisis no es el rescate, sino la bancarrota. Es la posición que defiende Jeffrey A. Miron en CNN. Miron es un conferenciante senior económico de la Universidad de Harvard. Libertario, fue uno de los 166 economistas académicos que dirigieron una carta la semana pasada a los líderes de Congreso en la que manifestaban su rechazo al plan de rescate del Gobierno.

 

“El Congreso ha rechazado el rescate a Wall Street de 700.000 millones propuesto por la Administración Bush. Bajo el paraguas de este plan, el Tesoro podría haber comprado los activos en problemas de las entidades financieras en su intento de evitar un estallido económico.

Este  rescate era una idea terrible. Veamos por qué.

El actual desbarajuste nunca debería haber ocurrido si no hubiera habido políticas federales enfermizas. El Gobierno Federal fundó Fannie Mae en 1938 y Freddie Mac en 1970; estas dos hipotecarias están en el centro de la crisis. El Gobierno prometió implícitamente a estas instituciones que respaldaría sus deudas, de modo que Fannie y Freddie adoptaron excesivos riesgos.

Peor, en 1977 e incluso más en los 90’s y a principios de este mismo siglo, el Congreso empujó a los prestamistas hipotecarios y a Fannie y Freddie a desarrollar los préstamos subprime. Éstos fueron algo más que una relajación de las guías de crédito existentes. Este tipo de préstamos era un completo abandono de las prácticas razonables, en las que los prestamistas con características de crédito insuficientes obtenían hipotecas de difícil cobro.

Una vez los precios de la vivienda empezaron a declinar y las condiciones económicas empeoraron, la morosidad y el impago ascendieron, dejando a la industria grandes sumas de activos hipotecarios severamente depreciados.

El hecho de que el Gobierno soporte tal responsabilidad en el actual desastre significa que ninguna respuesta debería eliminar las condiciones que crearon esta situación desde un primer momento, no intentar arreglar un mal gobierno con más gobierno.

La alternativa obvia al rescate es dejar que las entidades con problemas se declaren en bancarrota. La bancarrota significa que los accionistas típicamente desaparecen y que los acreedores poseen la compañía.

Bancarrota no significa que la compañía desaparece; sólo que cambia de dueño (como ha ocurrido con algunas aerolíneas). La bancarrota castiga a aquellos que adoptaron riesgos excesivos mientras preservaban aquellos aspectos del negocio que estimaban rentables.

En contraste, un rescate contagia la salud de los contribuyentes hacia aquellos que se comprometieron a sabiendas en los risky business de los préstamos subprime. Por tanto, el rescate anima a las compañías a tomar grandes e imprudentes riesgos y a contar con que pueden ser salvadas por el Gobierno. Este “moral hazard” genera enormes distorsiones en una economía.

Los graciosos abogados del rescate deberían observar esta perspectiva, pero ellos argumentan que un rescate es necesario para prevenir el colapso financiero. De acuerdo con este punto de vista, los prestamistas no están concediendo préstamos, ni siquiera para proyectos dignos, porque no pueden obtener capital. Este punto de vista tiene un poco de verdad; si el rescate no llega, no se descartan más bancarrotas y las condiciones crediticias empeorarán por momentos.

Los banqueros no venderán baratos sus activos tóxicos si el Gobierno les paga más

Hablar de Armageddon, sin embargo, es ridículamente monstruoso. Si las entidades financieras no pueden conceder préstamos productivos, existe una oportunidad de ganancia para otra. Esto no pasará instantáneamente, pero pasará. Es más, el actual congelamiento financiero es debido a que Wall Street confía en un rescate; los banqueros no venderán sus activos tóxicos por 20 céntimos de dólar si el Gobierno puede pagar 30, 50, u 80 céntimos.

Los costes del rescate, además, están siendo ciertamente subestimados. La petición de la Administración es que muchos activos hipotecarios son prácticamente ilíquidos, no que no valgan nada en realidad, lo que implica que los contribuyentes recuperarán bastante de sus 700.000 millones de dólares.

Si estos activos valen algo, sin embargo, las partes privadas querrían comprarlos, y ellos lo harían así si los dueños aceptaran su justo valor de mercado. Mucho más probable es que los actuales propietarios hayan barrido bajo la alfombra lo poco que vale de sus activos.

El rescate tiene más problemas. La legislación final incluirá probablemente numerosas condiciones y negocios especiales que recompensan los lobbystas de Washington y sus clientes.

La anticipación del rescate generará un comportamiento estratégico por parte de las entidades de Wall Street, ya que arrastra sus activos y posiciona sus balances para maximizar su posición. El rescate abrirá las puertas para una mayor intromisión federal en los mercados financieros.

Así que ¿Qué debería hacer el Gobierno? Eliminar aquellas políticas que generaron el caos. Esto significa, a un nivel general, abandonar el objetivo de obtener una vivienda independientemente de la capacidad de pago. Concretamente, deshacerse de políticas  como la Community Reinvestment Act, que empuja a los bancos hacia el préstamo subprime.

La correcta perspectiva de este desastre financiero es que una enorme fracción del préstamo subprime jamás debería haberse producido desde un primer momento. Alguien tiene que pagar por ello. Ese alguien no debería ser, y no necesita ser, el contribuyente norteamericano”.

La solución correcta a la crisis no es el rescate, sino la bancarrota. Es la posición que defiende Jeffrey A. Miron en CNN. Miron es un conferenciante senior económico de la Universidad de Harvard. Libertario, fue uno de los 166 economistas académicos que dirigieron una carta la semana pasada a los líderes de Congreso en la que manifestaban su rechazo al plan de rescate del Gobierno.

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