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España, el tercer país más afectado por Madoff por nuestro modelo de banca privada
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LA RETROCESIÓN DE COMISIONES, FUENTE DE CONFLICTOS DE INTERÉS

España, el tercer país más afectado por Madoff por nuestro modelo de banca privada

Resulta sorprendente que, en una estafa global como la de Madoff, un país pequeño como España sea el tercero más afectado en términos absolutos -por detrás

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España, el tercer país más afectado por Madoff por nuestro modelo de banca privada

Resulta sorprendente que, en una estafa global como la de Madoff, un país pequeño como España sea el tercero más afectado en términos absolutos -por detrás de EEUU y Suiza- y el primero en relación a su tamaño como plaza financiera. Este fenómeno no se explica porque nuestros altos patrimonios tuvieran más deseos de invertir con el presunto gurú -y en realidad estafador- que los del resto del mundo, sino por cómo funciona el propio modelo de banca privada en España. Un modelo que se basa en la retrocesión de comisiones y en el margen de los productos que se venden a los clientes en vez del pago por asesoramiento, lo que es una fuente inevitable de conflictos de interés y de escándalos como el de Madoff o el de Lehman Brothers.

Según las cifras conocidas hasta ahora, la exposición de las entidades españolas a los fondos gestionados por Madoff se situaría entre los 4.000 y los 5.000 millones de euros, con la parte del león para el Santander (la segunda entidad más afectada del mundo, sólo por detrás de Fairfield). Es cierto que la mayoría de ese dinero son pérdidas de los clientes y no de las entidades, y que muchos de esos clientes lo son de las unidades de banca privada internacional -normalmente offshore-, aunque los créditos para que invirtieran en estos fondos y los productos garantizados sobre los mismos harán que buena parte de esas pérdidas reviertan en las entidades. Por otro lado, muchos de esos clientes con cuentas en paraísos fiscales también son españoles, y la cuantía real de sus inversiones con Madoff no se conocerá nunca.

¿Cómo se explica una exposición tan desproporcionada de nuestro país y nuestras entidades a la estafa? Los fondos de Madoff eran ideales para la retrocesión de comisiones, según un profesional del sector, porque este gestor no cobraba nada por la gestión ni por la rentabilidad obtenida por los fondos que le encargaban gestionar, sino tan sólo por la intermediación de las supuestas operaciones que hacía en bolsa. Al no tener comisiones en origen, los fondos podían dar una parte mucho más sustancial de sus márgenes a los bancos privados y gestoras que los vendían a sus clientes, añade.

Conflictos de interés inevitables

El modelo de banca privada español, parecido al suizo, se basa en que las entidades se quedan con una parte de las comisiones de los fondos y productos de terceros que colocan en las carteras de sus clientes -lo que se conoce como retrocesión-, que les ceden las gestoras o 'fabricantes' de estructurados. Esto da pie a conflictos de interés porque el banquero privado lógicamente prefiere colocar aquellos productos que le dejan más comisiones, lo que choca con su teórica obligación de seleccionar los mejores productos para cada cliente.

Y esas comisiones para el intermediario eran elevadísimas en el caso de Madoff, de ahí que las entidades españolas colocaran tales volúmenes de los fondos de Optimal, Fairfield, Morenés & Botín, etc. entre sus clientes. Si además el banco financiaba estas compras porque el cliente no tenía suficiente dinero, también ganaba el tipo de interés del crédito. Yendo más allá del escándalo Madoff, este sistema explica la enorme popularidad de los estructurados en los últimos años: aunque sus comisiones totales no son muy superiores a las de los fondos, se cobran de una sola vez al inicio de la vida del producto, en vez de anualmente. Rizando el rizo, si el bono subyacente en los estructurados era de una entidad sin la máxima calidad crediticia -léase Lehman Brothers-, éste ofrecía unos intereses más altos y los márgenes se incrementaban aún más.

Este modelo se basa en una especie de autoengaño de los clientes, del tipo ojos que no ven, corazón que no siente. Es decir, el inversor asume que paga una comisión por sus productos de inversión -aunque en muchos casos ni siquiera conoce su cuantía exacta, sobre todo en los estructurados- pero no sabe dónde va a parar, y no es consciente de que sale de ahí la remuneración de su asesor financiero. De esta forma, los bancos privados españoles pueden ofrecer unas comisiones bajísimas por gestionar sicavs y carteras, producto de la competencia brutal que reina en un sector con evidente sobrecapacidad. En otros países, las comisiones de gestión y asesoramiento son mucho más elevadas, lo que evita estas retrocesiones y los conflictos de interés consiguientes.

Los escándalos se suman a las pérdidas

Los escándalos de Lehman y de Madoff han minado gravemente los cimientos de este modelo, ya que han dejado muchos clientes indignados con unas pérdidas enormes en sus carteras. Estos clientes han perdido la fe en el prescriptor porque han comprobado que no invertían en lo mejor para ellos, sino para su banco, aseguran en una pequeña entidad independiente. Además, estos escándalos son la guinda de un descontento que se había larvado con las pérdidas sufridas no sólo por el derrumbe de la bolsa, que también, sino en productos teóricamente seguros como los fenecidos monetarios dinámicos o los fondos de retorno absoluto. Por no hablar de las inversiones inmobiliarias realizadas en el pico del ciclo, el capital riesgo o las energías renovables.

La situación no tiene remedio porque la gente no va a meter el dinero debajo del colchón, así que siempre va a necesitar entidades que le ayuden a invertirlo, protestan en una entidad extranjera. Ahora bien, admiten que otra cosa es que los productos que se han vendido fueran demasiado sofisticados y opacos, y ahora volvamos a inversiones más sencillas y transparentes. Otros profesionales son más contundentes: Lo único bueno que puede salir del escándalo de Madoff es que fuera un revulsivo para la industria y que nos pongamos a trabajar en serio como en el resto del mundo.

Resulta sorprendente que, en una estafa global como la de Madoff, un país pequeño como España sea el tercero más afectado en términos absolutos -por detrás de EEUU y Suiza- y el primero en relación a su tamaño como plaza financiera. Este fenómeno no se explica porque nuestros altos patrimonios tuvieran más deseos de invertir con el presunto gurú -y en realidad estafador- que los del resto del mundo, sino por cómo funciona el propio modelo de banca privada en España. Un modelo que se basa en la retrocesión de comisiones y en el margen de los productos que se venden a los clientes en vez del pago por asesoramiento, lo que es una fuente inevitable de conflictos de interés y de escándalos como el de Madoff o el de Lehman Brothers.

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