Rafael del Pino, una vida dedicada a Ferrovial

El empresario Rafael del Pino y Moreno, fallecido anoche a los 87 años de edad, consagró su vida a Ferrovial, la empresa familiar que fundó a principios de los años cincuenta y que dirigió durante casi medio siglo hasta convertirla en una multinacional de la construcción y los servicios.

Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Del Pino (Madrid, 1920) comenzó su trayectoria profesional en el sector de la construcción en los últimos años de la década de 1940 en la compañía Vías y Construcciones.

En el otoño de 1952 fundó Ferrovial, una pequeña empresa que tuvo su primera oficina en un desván junto a la madrileña iglesia de los Jerónimos y que, a pesar de su crecimiento y expansión internacional posterior, nunca ha perdido su carácter de empresa familiar.

Centrada en sus comienzos a la renovación de las vías ferroviarias y la explotación de talleres de cambio de traviesas, aprovechó el desarrollo de los años 60 para diversificar su actividad hacia la construcción de carreteras, presas hidroeléctricas y plantas de tratamiento de agua.

En la década siguiente entró en el negocio de concesiones, la promoción inmobiliaria, el mantenimiento de infraestructuras y los servicios urbanos, y dio sus primeros pasos en los mercados internacionales hasta convertirse en un grupo empresarial con 100.000 empleados, una capitalización bursátil superior a los 6.000 millones de euros y presencia en más de 40 países.

Del Pino ha sido el mentor y artífice del crecimiento de Ferrovial, cuya gestión abandonó en 2000, un año después de culminar la salida a bolsa de parte de su capital (actualmente la familia del Pino controla el 58% de las acciones de la compañía) y después de dirigirla durante 48 años.

Ese año cedió el testigo a su primogénito, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, y fue nombrado presidente de honor de la fundación que lleva su nombre, institución que ha dirigido hasta su muerte.

Al margen de su trabajo en la empresa familiar, presidió compañías como Europistas, Enagás y Philips Ibérica y fue socio fundador del Círculo de Empresarios en 1977 y presidente de Seopan, la patronal de las grandes constructoras.

Asimismo, ocupó un puesto en la Comisión Permanente Ejecutiva del Banco Central Hispano Americano, presidió la Directiva del Instituto de la Empresa Familiar y fue consejero de la Asociación para el Progreso de la Dirección.

Durante su dilatada carrera empresarial, recibió algunas de las más altas distinciones públicas, como la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, la Medalla de Oro de la Real Academia de la Historia, la Placa de Oro de la Real Academia Española y el doctorado 'honoris causa' por la Universidad de Castilla-La Mancha.

El sector privado reconoció su trabajo con los premios "Mejor Empresario de la Construcción y Promoción Inmobiliaria", "Mejor Trayectoria Empresarial" o la Medalla de Oro de la Asociación Española de la Carretera. En 2006 recibió el XIX Premio Juan Lladó del Instituto de Empresa y la Fundación Ortega y Gasset.