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¿Por qué no se desploma Wall Street? El gran éxodo de los bonistas salva a los ‘bolsistas’
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PANORAMA ECONÓMICO CAMBIANTE

¿Por qué no se desploma Wall Street? El gran éxodo de los bonistas salva a los ‘bolsistas’

Los inversores en bonos que dan un paso atrás a raíz de la preocupación por los tipos de interés encuentran pocas alternativas a las acciones

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Los inversores en bonos que dan un paso atrás a raíz de la preocupación por los tipos de interés encuentran pocas alternativas a las acciones.

Las malas noticias en el mercado de bonos han sido una bendición poco común para las acciones.

Según Refinitiv Lipper, durante las primeras siete semanas del año, los inversores retiraron casi 160.000 millones de dólares de los fondos del mercado monetario y 17.500 millones de dólares de los fondos mutuos de bonos y los fondos cotizados en bolsa. El éxodo ya va camino de ser el mayor en al menos siete años.

Durante ese periodo, se han destinado unos 50.000 millones de dólares a fondos de acciones, incluidos casi 21.000 millones de dólares en lo que va de mes.

La redistribución masiva de activos se produce en medio de un panorama económico y monetario cambiante. La preocupación por el aumento de la inflación y el plan de la Reserva Federal de comenzar a subir los tipos de interés el próximo mes han hecho que los mercados de bonos y acciones empiecen el año bajo presión.

Foto: La Calle Wall Street en Nueva York. (Reuters/Carlo Allegri)

El rendimiento de los pagarés a 10 años del Tesoro rebasó el 2% a principios de este mes por primera vez desde mediados de 2019, y el S&P 500 ha bajado un 8,8% en 2022, incluyendo la caída del 1,6% de la semana pasada.

Los inversores acostumbran a utilizar los fondos del mercado monetario como un lugar relativamente seguro para aparcar el efectivo. Ahora que la inflación ha vuelto, su poder adquisitivo se ve mermado.

"No hay muchas opciones disponibles", explica Jonathan Waite, analista de inversiones sénior en Frost Investment Advisors. Cuenta que resumió la situación en una reunión reciente con su equipo sobre el marco macroeconómico con un trillado acrónimo de cuatro letras: TINA (de 'there is no alternative'). 'No hay alternativa' a las acciones.

En otras palabras, según Waite y otros analistas, incluso cuando el mercado de valores lucha por ganar impulso, los inversores tienen pocas opciones atractivas en las que emplear su dinero en efectivo.

Los analistas advierten de que el tumulto continuará mientras haya incertidumbre sobre Ucrania y la política monetaria de EEUU

Esta semana, los inversores se fijarán en una nueva tanda de datos económicos, como las medidas de confianza del consumidor, las ventas de viviendas nuevas y los gastos de consumo personal, para evaluar la trayectoria del mercado. Los mercados estarán cerrados el lunes por el Día de los Presidentes.

No cabe duda de que el sentimiento de los inversores se ha deteriorado en las últimas semanas. La proporción de individuos que sostienen que esperan que las acciones estadounidenses suban en los próximos seis meses cayó a cerca del 19%, su nivel más bajo desde 2016, según la última encuesta de la American Association of Individual Investors (asociación estadounidense de inversores individuales).

Los analistas advierten de que el tumulto continuará mientras los inversores sientan incertidumbre sobre el curso de los acontecimientos geopolíticos en Ucrania y el futuro de la política monetaria. Esta es en parte la razón por la que Goldman Sachs recortó la semana pasada sus perspectivas para el S&P 500, reduciendo su previsión de final de año de 5.100 a 4.900. El nuevo objetivo representa un aumento del 12% respecto a los niveles actuales.

Hasta ahora, algunos inversores se han mostrado dispuestos a comprar la caída de la bolsa, suavizando el retroceso. En lo que va de año, han entrado unos 18.000 millones de dólares en el ETF S&P 500 de Vanguard, junto con unos 11.000 millones de dólares en un fondo similar gestionado por la unidad iShares de BlackRock, según datos de FactSet.

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Además, los inversores parecen haberse vuelto más exigentes. Prefieren las acciones 'value' baratas y las que pagan dividendos, antes que las acciones más caras de las empresas de crecimiento rápido, o acciones ‘growth’. Las acciones 'value' son las que se negocian a bajos múltiplos de su valor contable, o valor neto, mientras que las 'growth' tienden a exigir múltiplos más altos basados en las perspectivas de grandes beneficios en el futuro.

Los fondos ‘value’ de gran capitalización han ingresado 5.200 millones de dólares en las últimas siete semanas, lo que supone ya más de la mitad de la cantidad que recaudaron el año pasado, mientras que los centrados en estrategias de dividendos han sumado 13.200 millones de dólares, según Refinitiv Lipper. Mientras tanto, los fondos ‘growth’ de gran capitalización han perdido 18.000 millones de dólares.

David Groman, estratega de renta variable global de Citi, predice que, mientras la diferencia de valoración entre las 'growth' y las 'value' siga siendo tan amplia, los inversores seguirán prefiriendo estas últimas, especialmente si se ajustan a la definición tradicional. Su último análisis mostraba que la ratio precio-beneficio de las 'value' se sitúa hasta un 40% por detrás de la de las 'growth'.

"La brecha es muy, muy amplia", asevera Groman. "Podríamos no haber hecho más que arañar la superficie de una rotación a favor de las 'value".

"Cuando llegue la temporada de ganancias y las acciones 'value' no alcancen las cifras estimadas, se llevarán un fuerte revés"

Los llamamientos a un resurgimiento de la inversión en 'value' no son nuevos tras más de una década de dominio de las 'growth'. Cualquier rendimiento superior de los sectores tradicionales de las 'value', como los bancos, las empresas energéticas y los fabricantes, ha tendido a ser efímero.

Julian Koski, director de Inversiones de la empresa de gestión de activos New Age Alpha, opina que el último resurgimiento de las 'value' tendrá un destino similar.

Indicó que era bajista con respecto a las 'value' porque las valoraciones de los bancos y otros valores relativamente baratos ya han subido y se necesitará un sólido crecimiento de los beneficios para justificar múltiplos más altos. Al mismo tiempo, añade que las valoraciones de las 'growth' siguen cayendo y acabarán por ser difíciles de dejar pasar, especialmente si la economía acaba debilitándose bajo el peso de unos tipos más altos y de la inflación.

Efectivamente, la ratio precio-beneficio de los bancos en el S&P 500 ha aumentado este año hasta casi 14, por encima de la media de cinco años del sector, que es de 13,3, según FactSet. Los valores de servicios de comunicación del índice de referencia se sitúan en un múltiplo de 18,8, aproximadamente el mismo nivel al que cotizaban a finales de 2019. Este último sector incluye las empresas matrices de Facebook y Google, entre empresas como Walt Disney Co. y AT&T Inc.

"Cuando llegue la temporada de ganancias y las acciones 'value' no alcancen las cifras estimadas, se llevarán un fuerte revés", explicó Koski, y agregó que el retroceso en las acciones 'growth' "hará que sea más fácil para las empresas alcanzar el crecimiento implícito en sus precios".

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (EFE)

Las previsiones de beneficios respaldan esta posibilidad. Se espera que los beneficios de las empresas financieras del S&P 500 se reduzcan un 11% en 2022, mientras que se prevé que los beneficios de las empresas de servicios de comunicación crezcan un 2,6%.

Independientemente de la forma en que los inversores repartan su presupuesto entre las acciones, varios analistas mantienen que el mercado de bonos se encuentra en una situación difícil que podría poner fin a la tendencia alcista que ha seguido durante varias décadas. Los recientes flujos de salida suponen un cambio radical con respecto a los últimos años. En cada uno de los últimos tres años, los inversores añadieron cientos de miles de millones de dólares a los fondos de bonos, alcanzando un máximo de ingresos por valor de 457.600 millones de dólares en 2021.

Ahora, los analistas de Deutsche Bank comparan la situación con 2013, cuando un gran aumento de los tipos en torno a la reducción de compras de bonos por parte de la Reserva Federal estadounidense hizo que más de 300.000 millones de dólares fluyeran hacia los fondos de acciones en los 12 meses siguientes y los fondos de bonos sufrieran salidas.

"Lejos de ser una anomalía, esta rotación está completamente en línea con el patrón histórico", afirman los analistas de Deutsche Bank.

Los inversores en bonos que dan un paso atrás a raíz de la preocupación por los tipos de interés encuentran pocas alternativas a las acciones.

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