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No hay burbuja en la bolsa… y la prueba es lo que ha pasado con Irán
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No hay burbuja en la bolsa… y la prueba es lo que ha pasado con Irán

Las oscilaciones del viernes y el lunes acallan por ahora la preocupación de que se esté formando una burbuja

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A los inversores se les da fatal evaluar los riesgos geopolíticos, por no hablar de las perspectivas de guerra. Pero la reacción del mercado al ataque de Irán a Israel nos dice algo sobre su estado actual: puede que los inversores estén valorando las acciones a unos múltiplos muy elevados, pero siguen siendo capaces de emitir juicios razonados. Y lo que es aún mejor, los inversores no están a punto de deshacerse de sus carteras, lo que se suma a la evidencia de que probablemente no estemos en una burbuja, al menos de momento.

Antes de entrar en las lecciones, tiremos de lógica. Las acciones y los rendimientos de los bonos cayeron y el petróleo y el oro subieron durante la jornada del viernes, ya que los inversores estaban preocupados por el movimiento de Irán en el ciclo de venganza con Israel.

Los inversores revirtieron sus movimientos a última hora del día y el lunes -con el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años el lunes por la mañana de vuelta a donde empezó el viernes por la mañana- cuando quedó claro que Irán no quería una escalada. Los mercados podrían equivocarse al concluir que no está a punto de estallar una guerra más amplia en Oriente Próximo. Pero los movimientos de los precios tenían una fuerte lógica interna.

Esto nos dice que los mercados no son totalmente irracionales. En una burbuja, las malas noticias o bien se ignoran -ya que la creencia en el poder casi mágico de los tulipanes, ferrocarriles, sitios web, coches eléctricos, tecnología verde supera todos los obstáculos- o bien tienen un enorme impacto, ya que amenazan con obligar a los inversores a volver a fijarse en las herramientas de valoración tradicionales. La lógica tiene poca cabida en un mercado que flota sobre la nada.

La magnitud de las ventas también fue pequeña. Sin duda, el S&P 500 registró su mayor caída en un día desde enero

La magnitud de las ventas también fue pequeña. Sin duda, el S&P 500 registró su mayor caída en un día desde enero. Pero una caída cercana al 1,5% una vez cada tres meses no es nada, y realmente nada comparado con lo que ocurre en una verdadera burbuja. En enero y febrero de 2000, cuando la burbuja de las puntocoms se acercaba a su plena inflación, las acciones cayeron un 1,5% o más en siete ocasiones, más de una vez cada dos semanas. Esto nos tranquiliza frente a la idea de que exista una burbuja en la actualidad. Pero también hay pruebas en sentido contrario.

La primera es la otra cara de la moneda: el repunte de la volatilidad. Los mercados efervescentes son volátiles por naturaleza. Durante el último año de la burbuja de las puntocoms, desde principios de 1999 hasta el máximo de marzo de 2000, el índice Vix de volatilidad implícita alcanzó una media de 24, muy superior a su media a largo plazo. El Vix también se mantuvo muy por encima de 20 durante la burbuja de las tecnologías limpias, el cannabis, las SPAC y los valores meme a finales de 2020 y principios de 2021, y los valores espumosos a menudo se encontraban entre los que más subían y bajaban cada día.

La segunda prueba es que el mercado actual vuelve a tener algunos movimientos extremos, como la salvaje negociación en Trump Media & Technology. Ha subido o bajado más de un 5% en todas las jornadas bursátiles menos en dos, desde que hace tres semanas anunció que su ticker sería DJT, iniciales de Donald Trump, expresidente y propietario mayoritario.

La proporción de newsletter de inversión en modo bajista es la más pequeña desde enero de 2018

Los inversores, entusiasmados con las posibilidades de la inteligencia artificial, han empujado a algunas pequeñas empresas de este tipo a cometer tonterías similares, mientras que el aumento de la negociación de opciones por parte de particulares es otro signo de exceso. Nada de esto significa que exista necesariamente una burbuja más amplia, ya que las miniburbujas en temas concretos han sido habituales en la última década. Pero sí son un signo de confianza por parte de los pequeños inversores.

La tercera prueba procede de las encuestas sobre cómo se sienten los inversores. En resumen: bien. Quizá demasiado bien. La proporción de newsletter de inversión en modo bajista es la más pequeña desde enero de 2018, justo antes del estallido del "volmageddon" de los productos estructurados, que tumbó un 10% al S&P, según Investors Intelligence. Los alcistas superan a los bajistas en 19 puntos porcentuales en la encuesta de la Asociación Americana de Inversores Individuales, una brecha que ha persistido todo el año y es elevada, pero nada que ver con la de 62 puntos de enero de 2000.

Foto: Un mural antiisraelí en una calle de Teherán. (Reuters)

Citigroup combina múltiples medidas del sentimiento de los inversores en su índice Levkovich, llamado así por el fallecido estratega de Wall Street, Tobias Levkovich , y dice que apunta a "eufórico". Es un motivo de cautela, porque cuando los inversores ya están exultantes, es difícil que se pongan aún más contentos. Pero no es imposible: todavía estamos a tiempo de que pueda inflarse una burbuja de verdad.

Aunque puede parecer extraño tratar de encontrar buenas noticias en un mercado marcado por una posible guerra en Oriente Medio, que sería enormemente destructiva en vidas y medios de subsistencia, los inversores que consideren que la escalada es un escenario probable deberían comprar petróleo, acciones petroleras, oro o bonos. Sobre todo después de que el rendimiento de los bonos a 10 años subiera al 4,6% el lunes tras las fuertes ventas minoristas. Pero tenga en cuenta que es increíblemente difícil ganar dinero apostando por la geopolítica. Para los inversores, los acontecimientos del fin de semana son más útiles como forma de reflexionar sobre si hay demasiados síntomas de burbujeo en las bolsas.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

A los inversores se les da fatal evaluar los riesgos geopolíticos, por no hablar de las perspectivas de guerra. Pero la reacción del mercado al ataque de Irán a Israel nos dice algo sobre su estado actual: puede que los inversores estén valorando las acciones a unos múltiplos muy elevados, pero siguen siendo capaces de emitir juicios razonados. Y lo que es aún mejor, los inversores no están a punto de deshacerse de sus carteras, lo que se suma a la evidencia de que probablemente no estemos en una burbuja, al menos de momento.

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