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El repunte de las bolsas no se debe a lo que crees que se debe
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El repunte de las bolsas no se debe a lo que crees que se debe

Los analistas vinculan las oscilaciones del mercado a los datos económicos y a la política de la Fed, pero las valoraciones también podrían estar desempeñando un papel importante

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
Foto: Getty/Spencer Platt.
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Cualquiera que escuche a los analistas de Wall Street podría pensar que toda la volatilidad del mercado de los dos últimos meses ha tenido que ver con ligeros cambios en la economía y con la posible reacción de la Reserva Federal. Pero puede ser que las acciones simplemente se hayan encarecido demasiado.

Hasta ahora, mayo ha sido un gran mes para el S&P 500, que ha subido un 3,7%. Basta comparar este dato con el pésimo mes de abril, en el que el índice perdió un 4,2% de su valor.

¿Por qué el mercado ha experimentado esta sacudida? La narrativa popular parece proclamar de nuevo —como en el periodo posterior a 2008— que "las malas noticias son buenas noticias". Es decir, que una economía débil es mejor para las acciones porque los bancos centrales reaccionan bajando los tipos de interés.

El repunte de esta semana parece haber sido impulsado por la publicación de un par de malos informes de empleo en EEUU, que han reavivado las esperanzas de una bajada de tipos en verano. Según CME Group, los mercados de futuros estiman ahora en un 13% la posibilidad de que la Reserva Federal mantenga su postura a finales de año, frente al 27% de finales de abril.

Foto: Sede de la Fed en Washington. (Getty/Anna Moneymaker)

Pero la creencia de que los inversores están apostando entusiasmados por una economía débil no se sostiene ante un análisis más detallado.

Para empezar, no es débil en absoluto. El mercado laboral estadounidense sigue siendo extremadamente sólido, y las tasas de empleo en edades intermedias subieron en abril. En la eurozona, las ventas al por menor en marzo registraron su primer aumento desde septiembre de 2022, y las encuestas de directores de compras apuntaron a la expansión económica más rápida en casi un año. El viernes, el Reino Unido salía oficialmente de la recesión y crecía a su ritmo más rápido en dos años. Además, en China, el último trimestre fue mejor de lo esperado.

Todo ello apunta a una fase de "Goldilocks" o "ricitos de oro" para la economía mundial, incluso con una inflación estancada por encima del 2%. La experiencia de los dos últimos años demuestra que los elevados costes de los préstamos no siempre afectan al crecimiento económico. También en contra de la teoría de que "las malas noticias son buenas noticias", los inversores han apostado por empresas que se benefician desproporcionadamente de una economía fuerte.

La creencia de que los inversores están apostando entusiasmados por una economía débil no se sostiene.

Es cierto que una Reserva Federal más pesimista ha hecho bajar los rendimientos de los bonos del Tesoro y ha impulsado las acciones de las empresas de servicios públicos, que se comportan en cierto modo como los bonos al generar ingresos constantes.

Pero fijémonos en el sector del "consumo discrecional", que incluye tiendas de ropa, restaurantes y fabricantes de automóviles. Las acciones de estas empresas tuvieron un mal comportamiento en abril, cuando la preocupación se centraba supuestamente en el sobrecalentamiento de la economía, y se han comportado mucho mejor tras las débiles cifras de empleo. A pesar de perder algo de fuelle al final de la semana, la previsión de que los consumidores reducirán el gasto debería haber inclinado la balanza todavía más a favor de los productos básicos menos cíclicos, como las marcas de alimentos y los productos domésticos de compra obligada.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
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Un ejemplo más claro es el índice KBW Bank, que este mes ha obtenido mejores resultados que el S&P 500, a pesar de que los bancos serían los perdedores en caso de menor crecimiento y tipos más bajos. ¿Cómo se explica entonces la caída de abril y el repunte de principios de mayo? Quizá las valoraciones sean un factor infravalorado.

A finales de marzo, el S&P 500 había registrado tan buenos resultados que empezó a cotizar por encima de 21 veces los ingresos previstos. Algunos sectores, como el de consumo discrecional, parecen particularmente animados. En abril, los sectores con los múltiplos de ingresos más elevados en relación a su trayectoria histórica registraron los peores descensos, lo que indica que la valoración se encontraba en el núcleo de las ventas. A principios de mayo, el S&P 500 volvía a cotizar a 20 veces los ingresos, y las acciones tenían cierto margen para volver a subir.

Foto: Logo de Wall Street. (Reuters/Brendan McDermid)

Además, según FactSet, los inversores han premiado menos de lo habitual a las empresas que superan las expectativas de beneficios de Wall Street y las han penalizado en mayor medida cuando las incumplen, lo que refuerza la hipótesis de un tira y afloja entre los precios de las acciones y las valoraciones.

Esto no quiere decir que el contexto macroeconómico no tenga ninguna importancia. Las fluctuaciones del índice de precios de consumo despertaron en los inversores la sospecha, por remota que fuera, de un segundo repunte de la inflación al estilo de los años setenta. Esta preocupación se vio probablemente apaciguada por las recientes cifras moderadas de los salarios. Los datos del IPC de abril, que se publicarán la semana que viene, serán una nueva prueba.

No obstante, si el mercado bursátil choca contra un muro en los próximos meses, parece más probable que sea obra suya que de la economía.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Cualquiera que escuche a los analistas de Wall Street podría pensar que toda la volatilidad del mercado de los dos últimos meses ha tenido que ver con ligeros cambios en la economía y con la posible reacción de la Reserva Federal. Pero puede ser que las acciones simplemente se hayan encarecido demasiado.

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