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Por qué a los mercados les asusta tanto la crisis política de Francia
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Por qué a los mercados les asusta tanto la crisis política de Francia

La ya deteriorada situación financiera del país galo corre peligro si los votantes optan por los populistas dispuestos a aumentar aún más el gasto público

Foto: Foto: EC Diseño.
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Francia no es Grecia. Y eso es un problema cada vez mayor. A diferencia de Grecia, Francia ha tenido poca o ninguna presión para mantener sus finanzas bajo control, registrando déficits presupuestarios gigantescos incluso mientras crecía la preocupación por la carga de su deuda. Ahora, se enfrenta a un ajuste de cuentas en forma de unas elecciones anticipadas que, según las encuestas, podría ganar la extrema derecha populista con un programa antieuropeo cargado de gastos.

Esto no ha gustado nada a los inversores. No consideran que Francia sea Grecia, sino que la equiparan cada vez más a España o Portugal, antaño ridiculizados como miembros de los problemáticos "PIGS", junto con Irlanda y Grecia.

La inestabilidad del mercado de bonos francés esta semana ha traído recuerdos de la crisis del euro de 2010-12, cuando el euro cayó un 1,3% en dos días, los rendimientos de los bonos se dispararon y las acciones de los bancos se desplomaron. No es tan grave como entonces, pero el inesperado anuncio del presidente francés, Emmanuel Macron, ha alarmado a los inversores.

La buena noticia es que Francia no se encuentra en la misma situación a la que se enfrentaban los países en crisis de la eurozona en 2010. Estos países se toparon con problemas mucho mayores, que llevaron a que los rendimientos de los bonos fueran tan altos que crearon un círculo vicioso entre los bancos y la deuda pública. A ello le siguieron desastres, rescates, quiebras bancarias y, en el caso de Grecia, el impago.

La inestabilidad del mercado de bonos francés esta semana ha traído recuerdos de la crisis del euro de 2010-2012

La mala noticia es que la situación de Francia está empeorando. La agencia S&P Global le rebajó su calificación el mes pasado debido a la combinación de una deuda elevada y déficits públicos persistentes. A su vez, es probable que la Comisión Europea le dé un tirón de orejas la semana que viene por no frenar el endeudamiento. Si opta por los populistas y por seguir endeudándose, los mercados podrían perder la fe.

La raíz del problema está en que el Gobierno francés y sus votantes no ven que el país tenga que hacer nada. Comparten la despreocupación de los estadounidenses, donde ninguno de los candidatos a la presidencia tiene interés en controlar el déficit. A diferencia de Estados Unidos, Francia no cuenta con la seguridad del mercado de bonos más grande del mundo, respaldado por la moneda de reserva mundial.

Foto: Marine Le Pen el pasado domingo durante la jornada de las elecciones europeas. (Reuters/Sarah Meyssonnier)

Hoy, Francia contrasta con los países que en 2012 estuvieron a punto de destruir el euro. Grecia, Portugal e Irlanda registran ahora superávits públicos antes de intereses, a diferencia del resto de Europa. España registra un superávit por cuenta corriente, invirtiendo su dependencia de las aportaciones financieras extranjeras, que en su día amenazaron con destruir sus bancos. Todos han llevado a cabo reformas políticamente dolorosas de sus economías y están creciendo a buen ritmo.

Es cierto que ha sido un proceso largo y difícil, por decirlo de forma suave. Los países periféricos vivían por encima de sus posibilidades y equilibrar sus economías no fue fácil, ni financiera ni políticamente. Italia, que tardó en verse en apuros, aún no ha aprendido la lección y gasta con tanta libertad como Francia, aunque cuenta con la ayuda de Europa.

El peligro es que Francia requiera un golpe de efecto para comprender que tiene que cambiar. Macron se ha saltado a pies juntillas las (ciertamente absurdas) normas europeas sobre déficits, pues prevé gastar este año un 5,1% del producto interior bruto más de lo que recaude su Gobierno. La Agrupación Nacional de Marine Le Pen, dirigida por el protegido de la ex candidata presidencial, Jordan Bardella, tiene planes para gastar todavía más, al tiempo que es mucho menos probable que escuche los reproches de la Comisión Europea.

Los países periféricos vivían por encima de sus posibilidades y equilibrar sus economías no fue fácil, ni financiera ni políticamente

Los votantes franceses deberían mirar al otro lado del Canal de la Mancha para ver lo que podría ocurrir si ignoran a los mercados. En 2022, la libra esterlina y los gilts, los bonos del Estado británico, lanzaron una clara advertencia al Partido Conservador en el gobierno del Reino Unido: si seguían las políticas impulsadas por Liz Truss durante su campaña, la cosa no iría bien. Cuando se convirtió en primera ministra y trató de introducir recortes fiscales sin financiación, los inversores salieron pitando, los rendimientos de los bonos y los tipos hipotecarios se dispararon y un terrible bucle de retroalimentación entre los rendimientos y los fondos de pensiones puso en peligro el sistema financiero.

En el caso de Francia, el potencial bucle de retroalimentación es con el sistema bancario, de lejos el mayor de la zona euro. Si los rendimientos de los bonos del Estado suben, los bancos sufren, como sus acciones esta semana. Cuando las cosas empeoran lo suficiente, el temor al coste de los rescates bancarios hace subir los rendimientos de los bonos, lo que agrava la situación de los bancos. Los franceses deberían evitar esto a toda costa.

Aún no está claro si los votantes galos están dispuestos a aceptar que viven en un país financieramente vulnerable. Pero los mercados ya han hablado: los bonos franceses a 10 años han rendido esta semana más que los portugueses y casi han alcanzado a los españoles.

Foto: Emmanuel Macron tras convocar elecciones. (Reuters/Christian Hartmann)

Sin duda, Portugal y España ya no son el símbolo de la mala gestión financiera que fueron en el pasado, y Francia se encuentra en una situación mucho mejor que Italia. Sin embargo, la imagen que Francia tiene de sí misma debe cambiar. Ya no pertenece a la zona segura de los países germánicos del norte. Se ha unido a sus primos mediterráneos con más deuda y grandes déficits persistentes, y eso requiere que tanto los políticos como los votantes comprendan la importancia de mantener a los mercados de bonos de su lado.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Francia no es Grecia. Y eso es un problema cada vez mayor. A diferencia de Grecia, Francia ha tenido poca o ninguna presión para mantener sus finanzas bajo control, registrando déficits presupuestarios gigantescos incluso mientras crecía la preocupación por la carga de su deuda. Ahora, se enfrenta a un ajuste de cuentas en forma de unas elecciones anticipadas que, según las encuestas, podría ganar la extrema derecha populista con un programa antieuropeo cargado de gastos.

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